miércoles, 26 de diciembre de 2018

Fidel en los últimos días de la guerra






 .Orlando Guevara Núñez

Diciembre de 1958 fue de una multiplicada intensidad  para el Comandante en Jefe Fidel Castro. Estaba en su punto culminante la contraofensiva estratégica contra las fuerzas de la tiranía batistiana. No había día sin combates. El Ejército Rebelde, luego de expulsar  de la Sierra Maestra al enemigo, ahora lo acorralaba en sus propias madrigueras en las ciudades, lo cercaba, lo acosaba, lo desalojaba, lo rendía.
En la zona oriental, las fuerzas de los frentes comandados por Fidel, Raúl y Almeida, avanzaban de forma indetenible. El cerco sobre Santiago de Cuba se cerraba cada día. En el norte de Oriente y límites con  Camagüey, el Cuarto Frente Simón Bolívar  batía también al ejército del tirano e impedía el paso de refuerzos para esta zona.  Gibara,  Las Tunas, Los Güiros, Velazco, San Agustín, Puerto Padre, Holguín y Chaparra,  bajo la presión rebelde.
En la zona central, las columnas invasoras de Camilo y el Che cumplían a cabalidad su misión. En Pinar del Río el frente guerrillero estaba también acosando al enemigo.
En Oriente habían sido liberados El Cristo, Alto Songo, La Maya, San Luis, Baire, El Cobre, Jiguaní, Contramaestre, sumados  otros  poblados del territorio del Segundo Frente. Se combatía en Maffo y se preparaba  el ataque a Palma Soriano. Otros muchos poblados, cercados y hostigados.
En esas circunstancias, la actividad de Fidel se multiplicaba. En la Comandancia Central, ubicada en La Rinconada, se realizaba, el 18 de diciembre, la elección del presidente provisional de la República, Manuel Urrutia Lleó y otros miembros del futuro Ejecutivo.  Desde la guerra, se trazaban objetivos para  después de la victoria. El propósito era que este presidente jurara su cargo el 24 de febrero en el histórico poblado de Baire, pero el triunfo aceleró el proceso, teniendo lugar ese juramento en Santiago de Cuba, durante la proclamación del triunfo.
Allí, en La Rinconada, se produce, casi exactamente dos años después de Cinco Palmas, otro histórico  abrazo de Fidel y Raúl. La vez anterior, con ocho hombres y siete fusiles, ante los cuales expresó Fidel: ¡Ahora sí ganamos la guerra! En esta ocasión, con centenares de combatientes, un Ejército Rebelde  a punto de ganar la guerra,  con  las armas arrebatadas al enemigo.
Fidel  plenamente convencido de que el triunfo revolucionario estaba cerca. Pero advirtiendo los peligros internos y externos. Y sobre ello alertaba  a todos los mandos rebeldes.
Desde su puesto de mando,  precisa detalles para todos los frentes y columnas. Cursa órdenes. Exige disciplina. Ordena el combate sin tregua hasta la rendición incondicional del enemigo.
El 20 de diciembre, la Comandancia Central se traslada para el ingenio  América (hoy América Libre) aledaño a Contramaestre. El 22, en El Tamarindo, cercano a Palma Soriano, se precisan los planes para el ataque a Palma Soriano y el avance final hacia Santiago de Cuba. Por primera vez, actuarían juntas las fuerzas del Primer, Segundo y Tercer Frente. En la madrugada del 23 comenzaría el asedio a la Ciudad del Cauto, tomada por asalto el día 27.
 Caimanera, Cueto, Sagua de Tánamo y Cayo Mambí, se sumaban a los territorios liberados, en Oriente.   El 18 Fomento y Meneses. El 21 Zulueta y el 22 Placetas. El 23 Sancti Espíritus, en la zona central.  La moral del Ejército Rebelde crece en cada acción; la del enemigo disminuye.
Fidel indica  a  las jefaturas rebeldes  no continuar devolviendo soldados hechos prisioneros, partiendo de que en esos momentos el ejército batistiano, que ha recibido nuevas armas, está necesitado de fuerzas. Los soldados devueltos son utilizados para suplir a los de guarniciones,  enviados a las zonas de operaciones.
Así se llega al 24 de diciembre. Fidel escribiría sobre ese día: “El  día de Noche Buena, acompañado por Celia y varios combatientes, visité a mi madre en Birán. Luego fui a Marcané y de allí reemprendí el camino de regreso. En el recorrido hicimos un alto en Mangos de Baraguá, lugar de la histórica protesta de Antonio Maceo”.
Faltaba todavía una semana de intensa lucha. En esos días, quedaría más evidenciada la grandeza militar y política de Fidel para derrotar al enemigo y alcanzar la victoria definitiva.
La última semana de la guerra revolucionaria contra la tiranía batistiana en Cuba fue de un combate sin tregua. La capacidad militar y política del Comandante en Jefe Fidel Castro, se impusieron al poderío enemigo y las maniobras, promovidas por el gobierno norteamericano para impedir el ascenso del Ejército Rebelde al poder.
El viernes 26 Fidel, desde Palma Soriano,  escribe al Che. Lo alerta sobre el peligro de compartir su autoridad, prestigio y fuerza con el Directorio Revolucionario. “La guerra está ganada, el enemigo se desploma estrepitosamente, en Oriente tenemos encerrados diez mil soldados, los de Camagüey no tienen escapatoria. Todo eso es consecuencia de una sola cosa: nuestro esfuerzo” Luego de alertar sobre posiciones que no son revolucionarias, traza orientaciones precisas para impedir futuros problemas.
Ese mismo día, dirige una carta a Belarmino Castilla Mas (Comandante Aníbal), jefe de la Columna 19 José Tey, del Segundo Frente Frank País. Lo felicita y le indica que “tu objetivo es ahora Mayarí”. Envía fuerzas con toda rapidez a tomar el camino de Mayarí a Preston. Deben ser lo suficientemente numerosas para impedir que la guarnición se retire (…) Le aclara que ya conversó eso con Raúl.
Con igual fecha, cursa instrucciones al encargado del armamento para despacho de obuses y balas. En otra misiva de ese 26 de diciembre, comunica al combatiente Juan Nuiry Sánchez su ascenso a capitán del Ejército Rebelde.
El Sábado 27 se produce en hecho trascendente: después de cinco días de duros combates, Palma Soriano es tomada por asalto por las fuerzas rebeldes. Ese día, Fidel anotaría en su libro De la Sierra Maestra a Santiago de Cuba, la contraofensiva estratégica: “Radio Rebelde transmitió el parte que redacté sobre la toma de Palma Soriano. Aún combatíamos en Maffo, pero los acontecimientos ya se precipitaban velozmente en las pocas jornadas que restaban para el final de 1958 y el comienzo de 1959”. Por vez primera habían participado en combate las fuerzas de los Frentes de Fidel, Raúl y Almeida.
Más de 350 soldados y oficiales  vencidos, además de muchos muertos. Más de 250 prisioneros, mientras que la cifra de armas ocupadas ascendía a 357.  Una fortaleza menos de la tiranía. Palma Soriano nacía como baluarte de la libertad.
En el parte sobre Palma Soriano, Fidel avizora el peligro de otra maniobra enemiga: el bombardeo a las ciudades liberadas por el Ejército Rebelde. Y lo denuncia con toda claridad.”El Movimiento 26 de Julio está bien consciente del momento decisivo que vive Cuba. Conocemos perfectamente que todas estas amenazas de ofensiva aérea encierran una antipatriótica maniobra  para propiciar una intervención extranjera en Cuba. Pero nadie podrá robarle al pueblo de Cuba el saldo beneficioso de la Revolución. Conquistaremos toda la justicia, estamos a un paso de obtenerla, pero si intereses mezquinos intentan obstaculizarlo, hasta el último combatiente de la Revolución sabrá morir de cara al sol”.
Fidel había desentrañado las intenciones intervencionistas norteamericanas en Cuba.
El  9 de diciembre de 1958, un funcionario norteamericano visitó en La Habana al tirano Fulgencio Batista, enviado por el Departamento de Estado y con la anuencia del presidente Eisenhower con una  misión concreta: aconsejarlo para que renunciara y diera paso a una Junta Cívico Militar. Una previsión para evitar el triunfo de la Revolución.
Coincidentemente, ese 9 de diciembre Fidel, en respuesta a una información de la revista norteamericana  Times en la cual se expresaba la posibilidad de que los Estados Unidos intervinieran en los asuntos cubanos, a través de la OEA dejaría bien clara su posición:
A buena hora se aparece esa gente con esas intenciones de intervención o de llamar a la Organización de Estados Americanos (OEA). Cuando aquí la dictadura estaba tronchando cabezas por decenas y por centenares, no se preocuparon absolutamente nada por eso. No tienen derecho a venir a preocuparse ahora…De ninguna manera aceptaremos ningún tipo de intervención en este conflicto (…) No aceptaremos nada que no sea la rendición incondicional de Batista y Columbia. Todo el que permanezca al lado de la dictadura, tendrá que rendirse. Ese es un problema que no hay ni que preocuparse. El  que venga a intervenir tendrá que entrar peleando (…)

El 17 de ese mismo mes, el embajador de Estados Unidos en Cuba, Earl Smith, le comunicaba al dictador que su gobierno le retiraba el apoyo  y  sugería   la conveniencia de su renuncia e inmediata salida del país. En realidad habían previsto que la victoria revolucionaria era un hecho inminente y se esforzaban para evitarlo.
Fidel, al mismo tiempo, desbarataba las maniobras externas e internas.
Los acontecimientos del 28 de diciembre, confirmarían las consideraciones visionarias de Fidel.
Esa  mañana, en las cercanías de Palma Soriano, el Comandante en Jefe sostuvo una entrevista solicitada por el general Eulogio Cantillo, jefe de operaciones del ejército de la tiranía  y responsabilizado con sus tropas en Oriente, quien, apunta Fidel, “había mostrado disposiciòn para sumarse al movimiento militar que junto al Ejército Rebelde precipitaría la caída de la tiranía y el triunfo de la Revolución”.
En este encuentro quedó pactado que el 31 de diciembre, a las 3:00 de la tarde, se produciría la sublevación militar en la capital. Fidel propone similar movimiento en el Cuartel Moncada, lo cual es aceptado por Cantillo.
El jefe batistiano, pese a las advertencias de Fidel, parte hacia la capital del país. Había estado de acuerdo con tres advertencias del jefe de la Revolución: ni golpe de estado, ni dejar escapar a Batista y otros asesinos, ni contactar con la embajada norteamericana.
El mismo 28 de diciembre, Fidel anuncia el ascenso de varios oficiales del Ejército Rebelde. Ellos fueron, a Comandante: Calixto García Martínez, Luis Crespo, Raúl Menéndez Tomassevich, Rafael Verdecia, Pungo; Aldo Santamaría, Manuel Piñeiro, Luis Orlando Rodríguez y Félix Duque. A capitán: Enrique Jiménez Moya y Luis Borges Alducín.  A teniente: Pastorita Núñez. También es ascendido  a Comandante Universo Sánchez.
Otra victoria rebelde precipitaba el colapso de la tiranía: la guarnición de Maffo, cercada y asediada durante 20 días, rendía sus armas a los rebeldes.
El avance de las tropas rebeldes sobre Santiago de Cuba proyectado para el 30 de diciembre, había sido aplazado, en virtud de lo acordado con Cantillo. Sin embargo, ya en La Habana, el general traicionó todo lo pactado e hizo las tres cosas que se había comprometido a no hacer. Argumentó que lo acordado debía aplazarse hasta el 6 de enero. El peligro previsto por Fidel se había cumplido; un golpe de estado que pretendía escamotear el triunfo de la Revolución.
A una nota enviada por Cantillo, Fidel responde de forma contundente desde Maffo: “El contenido de la nota se aparta por completo de los acuerdos tomados. Es ambiguo e incomprensible. Me ha hecho perder la confianza en la seriedad de los acuerdos. Quedan rotas las hostilidades a partir de mañana a las 3 p.m. que fue la fecha y hora acordada”
El último día del año, Fidel intercambia notas con el coronel Rego Rubido, jefe de la Plaza Militar  de Santiago de Cuba. Se trata de evitar la batalla final, la de la capital oriental. Pero la decisión de enfrentarla no frena el paso rebelde.
En una alocución al pueblo de Cuba, alerta sobre las maniobras para escamotear el triunfo revolucionario. En otra imparte instrucciones a los Coordinadores provinciales y municipales del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Les indica asumir provisionalmente el gobierno de cada municipio.
En la mañana del 1ro. de enero de 1959, en el Central América, Fidel recibe la noticia sobre la huída del tirano. En la capital está en marcha el golpe de estado, fruto de la traición de Cantillo y el complot yanqui. Radio Rebelde difunde con rapidez la noticia. Informa, orienta. Hasta que cede sus micrófonos al Comandante en Jefe Fidel Castro.
La alocución de Fidel, firmada en el Central América, está dirigida a todos los Comandantes del Ejército Rebelde y al pueblo de Cuba. La primera orientación es que cualesquiera que sean las noticias procedentes de la capital, las tropas rebeldes no deben hacer alto al fuego en ningún momento. Conceder parlamento solo a las guarniciones que deseen rendirse.
Las indicaciones son claras y precisas: “Las operaciones militares proseguirán inalterablemente mientras no se reciba una orden expresa de esta Comandancia, la que solo será emitida cuando los elementos militares que se han alzado en la capital se pongan incondicionalmente a las órdenes de la jefatura revolucionaria. ¡Revolución, SI; golpe militar NO!”
Hace un llamado al pueblo y especialmente a los trabajadores  a prepararse para la huelga general cuando fuese orientada para contrarrestar cualquier golpe contrarrevolucionario. Convoca a la más estrecha unidad entre el pueblo y el Ejército Rebelde.
Desde Palma Soriano, Fidel se dirige al pueblo de Santiago de Cuba, con instrucciones precisas, cuya esencia se resume en el párrafo inicial: “Santiagueros: la guarnición de Santiago de Cuba está cercada por nuestras fuerzas. Si a las seis de la tarde del día de hoy no han depuesto las armas, nuestras tropas avanzarán sobre la ciudad y tomarán por asalto las posiciones enemigas”
Tras pedir la cooperación del pueblo, termina con una exaltación al patriotismo de los santiagueros:“Santiago de Cuba: serás libre porque te lo mereces más que ninguna, y porque es indigno que por tus calles se paseen todavía los defensores de la tiranía”.
Fidel pese a la magnitud de la situación en Oriente, orienta cada paso en todo el país.  Se dirige a los mandos rebeldes de Camagüey, a las Columnas de Camilo y el Che, en la zona central. Camilo debe marchar hacia la capital y ocupar Columbia como jefe; el Che, asumir la jefatura de La Cabaña.
En las instrucciones se indica al Comandante Aníbal ocuparse de la rendición de Mayarí, a Raúl, la rendición de Guantánamo; igual misión para los comandantes Lalo Sardiñas y Delio Gómez Ochoa, en Holguín y Victoria de las Tunas, respectivamente.
Se dan instrucciones también al Comandante Dermidio Escalona, jefe rebelde de Pinar del Río. El Comandante Ramiro Valdés Menéndez debe permanecer en Las Villas. Las columnas orientales, con Fidel al frente, marcharían hacia Santiago de Cuba.
Días antes, el Comandante en Jefe había enviado hacia la ciudad de Santiago de Cuba al combatiente Rey Irsula, con algo más de cien hombres y sus armas, con la misión de tomar algunos objetivos militares, edificios,  hostigar a las fuerzas represivas e impedir su libre movimiento y apoyo a las fuerzas instaladas en el Moncada.
En otra alocución, Fidel llama a los trabajadores a la huelga general en los territorios no liberados. El pueblo respalda las indicaciones. Las maniobras reaccionarias son desbaratadas, el Ejército Rebelde descabeza a la tiranía. Fidel, desde Palma Soriano, se dirige hacia El Escandel y desde allí  entra victorioso a Santiago de Cuba cinco años, cinco meses y cinco días después de la gloriosa mañana de la Santa Ana. Se completaba su predicción desde México antes de la expedición del Granma: había salido, había llegado, había entrado y ¡había triunfado”. Había transitado el  heroico camino del combate a la victoria.

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