miércoles, 21 de abril de 2021

Mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigantes

 


.Orlando Guevara Núñez

 


Esta afirmación se la hizo José Martí al Generalísimo Máximo Gómez. Y a continuación le dice: “Y quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe comprenderla”

La misiva fue escrita en Nueva York, el 20 de julio de 1882.   Aún no se habían conocido bien, pues el remitente, al inicio, explica: “El aborrecimiento en que tengo las palabras que no van acompañadas de actos, y el miedo de parecer un agitador vulgar, habrán hecho, sin duda, que Vd. ignore el nombre de quien con placer  y afecto le escribe esta carta”.

Le expone al viejo guerrero su labor en el exilio y le habla sobre el propósito de una revolución seria, compacta e imponente, digna de que pongan mano en ella los hombres honrados. Pide a Gómez su consejo y le opina la necesidad, teniendo en cuenta las caídas anteriores, de  andar con  tiento en las nuevas tareas.

Estima necesario estar contra las camarillas de grupos, las rivalidades, rencillas  y jefaturas espontáneas, y lograr la unión de los hombres abnegados y fuertes para cambiar en la hora precisa la palabra por la espada. Está en contra de la precipitación en el inicio de la guerra. Y, en ese caso, le dice que esperar es una manera de vencer.

Sobre otro peligro alerta Martí. Afirma que en Cuba hay un peligro mayor que los demás, pues hay un grupo de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero también bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Y agrega que esos hombres ayudados por quienes desean gozar de la libertad sin pagarla por su sangriento precio, favorecen la anexión de Cuba a los Estados Unidos.

Le explica  a Gómez el riesgo de que Cuba se vuelva, visto que acabada la guerra no se consigan los cambios esperados de España, hacia quienes le hacen creer en una solución fuera de España. Evidentemente, se está refiriendo a los Estados Unidos.

Le anuncia el objetivo del viaje de Flor Crombet  a Honduras, para exponerle esos criterios, avalados por otros patriotas cubanos. Otra afirmación es que jamás debe cederse a hacer lo pequeño por no parecer tibio o desocupado, pero no debe perderse tiempo en hacer lo grande.
Y en su despedida, exterioriza su estimación: “Ya me parece oir la respuesta de sus labios generosos y sinceros. En tanto, queda respetando al que ha sabido ser grande en la guerra y digno en la paz, su amigo y estimador,  José Martí”.

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