martes, 30 de julio de 2019

El Comandante Daniel,héroe de la clandestinidad y de la Sierra




.Orlando Guevara Núñez

                                          




El 30 de julio de 1958  cayó en combate en El Jobal, Sierra Maestra, el Comandante del Ejército Rebelde René Ramos Latour (Daniel) quien había sustituido al jefe clandestino, Frank País,  en la jefatura nacional de Acción del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. La historia  los unió en una misma fecha.
Tenía 26 años de edad cuando cayó,  mientras enfrentaba a las fuerzas de la tiranía que desarrollaban una ofensiva sobre las posiciones rebeldes. Había nacido el 12 de mayo de 1932, en el poblado de Antilla, actual provincia de Holguín y a los 8 años de edad vino a residir en Santiago de Cuba.
Desde el golpe de estado batistiano de marzo de 1952, comenzó a buscar las vías para hacer Revolución. Participó en las luchas estudiantiles y siendo trabajador de la niquelífera Nicaro, ingresó al Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
En marzo de 1957, ya fogueado en la lucha clandestina, integra el primer refuerzo enviado por Frank País a la Sierra Maestra, con el grado de primer teniente y poco después, el 12 de mayo, baja al llano en misión encomendada por Fidel Castro y ya con el grado de capitán. Se dedica al envío de armas y otros pertrechos al Ejército Rebelde.
En el libro Columna 19 José Tey, se afirma que el 28 de junio del propio año 1957, Ramos Latour es nombrado Comandante y surge su nombre de Guerra: Comandante Daniel, asignado, en opinión de sus hermanos, por Frank País.
Recibe la misión de los preparativos para la apertura de un segundo frente guerrillero en la Sierra Cristal, operación que no llega a materializarse por una delación, con la consiguiente detención de muchos compañeros y la pérdida de armas.
Daniel es nombrado jefe de acción del Movimiento 26 de Julio en Oriente, actuando como segundo de Frank País.
Durante la huelga de abril de 1958, Ramos Latour dirigió las acciones armadas de las Milicias del 26 de Julio, idea de Frank que él había ejecutado, en la ciudad de Santiago de Cuba y seguidamente se alzó al mando de la Columna 9 José Tey, que pasaría luego al II Frente Oriental Frank País con igual nombre, pero con el número 19.  Regresó de nuevo a la clandestinidad hasta que, por decisión del alto mando rebelde, pasó definitivamente a la Sierra Maestra, como Comandante de una columna.
Para esa fecha el pensamiento político del héroe se ha profundizado. A poco más de una semana de su caída en combate, escribe: “Creo en las palabras del Apóstol cuando nos dijo: ´Cuando en un país hay muchos hombres sin decoro, hay unos pocos que reúnen en sí el decoro de muchos hombres´. Y sé que los hombres que reúnen el decoro de Cuba serán capaces de llevar adelante en un plazo más o menos largo, salvando un mayor o menor número de obstáculos, la reforma política, económica y social de nuestro país”.
 Pero una carta que refleja la dimensión humana y revolucionaria del Comandante Daniel, es la enviada a su pequeña hija, fechada el 28 de junio de 1957. Comienza escribiendo:
“Mi querida hijita: Arribas hoy a tu primer aniversario sin sentir en tus tiernas y rosadas mejillas, el dulce beso paternal que encierra mi entrañable amor por ti (…)  Indigno sería este padre tuyo si después de contraer la enorme responsabilidad de haberte traído al mundo en una patria esclava, no se hubiera lanzado a las montañas, a los campos y a las calles de Cuba, a conquistar para ti y para tu pueblo la libertad que como todo ser humano necesitas para desarrollarte y disfrutar plenamente de la vida en una sociedad organizada con amor, donde se respeten tus derechos y se te exija sólo el fiel cumplimiento de tus deberes (…) Espérame, hijita mía, que a la vuelta de muy poco tiempo habré de entregar a ti y a tu pueblo el mejor de todos los presentes: una patria libre, soberana e independiente”.
La muerte tronchó a Daniel el placer de abrazar y besar a su hija. Pero contribuyó a legarle la patria libre, soberana e independiente que añoró.
Sobre los dolorosos momentos de su caída, apuntaría el combatiente Fernando Vecino Alegret, protagonista de la acción: “El momento era de sumo dolor. Hombres cuyos rostros eran endurecidos por el marco de largas barbas, hombres que habían soportado estoicamente el hambre, el frío, el sueño y la sed, lloraban.(…)  Se despidió el duelo con frases salidas de lo más profundo del ser. Llegó ya de noche la caja rústica. Su cuerpo vestido de verde olivo y con el brazalete. El cortejo partió rumbo al corazón de la manigua (…) Por fin lo enterramos con nuestras propias manos, mientras, a modo de despedida, se hace una descarga en seco. Después nos alejamos, conscientes de que en El Hormiguero queda enterrado un pedazo de nuestro propio corazón. (…) Atravesamos el camino de Arroyones, rumbo a las montañas, buscando a Fidel como buscando al Sol. La guerra prosigue”.
Los restos del Comandante Daniel fueron trasladados, el 14 de febrero de 1959, hacia Santiago de Cuba, en ceremonia luctuosa que en el edificio del Gobierno Provincial presidió el entonces Comandante Raúl Castro. En el cementerio Santa Ifigenia, el pueblo le rinde un perenne homenaje, multiplicado cada 30 de julio, aniversario  de su muerte heroica.

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