.
Orlando Guevara Núñez
Entre
los graves problemas que afectaban a los cubanos en 1953 –señalados por Fidel
en su alegato de autodefensa La historia me absolverá- estuvo el de
la vivienda. Así lo definiría en su valiente denuncia:
“Tan grave o peor es la tragedia de la
vivienda. Hay en Cuba doscientos mil bohíos y chozas; cuatrocientas mil
familias del campo y de la ciudad viven hacinadas en barracones, cuarterías y
solares sin las más elementales condiciones de higiene y salud; dos millones
doscientas mil personas de nuestra población urbana pagan alquileres que
absorben entre un quinto y un tercio de sus ingresos; y dos millones
ochocientas mil de nuestra población rural y suburbana carecen de luz eléctrica”.
Otros
datos grafican con igual elocuencia la situación. En ese mismo año 1953 -
cifras ofrecidas por el Censo Nacional de esa fecha - sólo
el 13 por ciento de las viviendas
estaban conceptuadas como buenas; el 20 por ciento fueron catalogadas como aceptables, mientras
que la categoría de regular abarcó al 21 por ciento; las clasificadas como
malas llegaron al 32 por ciento, y el
resto, casi un 15 por ciento fueron declaradas en estado ruinoso.
Varios
casatenientes – dueños de cientos y
miles de viviendas- vivían de los altos alquileres, y no vacilaban en
desahuciar a las familias pobres que no podían pagar las mensualidades por no
contar con los ingresos suficientes.
Los
inversionistas en la construcción de viviendas, edificaban teniendo en cuenta
no las necesidades de la población, sino sus ganancias.
Pero
los planteamientos de Fidel, además de denuncia, se convirtieron en programa
para cuando triunfara la Revolución. Por eso, en fecha tan temprana como el 6
de marzo de 1959, fue dictada una Ley que rebajaba en hasta un 50 por
ciento los alquileres a la población; y
el 14 de octubre de 1960, se dictó la Ley de Reforma Urbana, que convirtió en
dueños de la vivienda a quienes las habitaban.
La
Revolución comenzó a construir viviendas en los campos, para obreros agrícolas
y campesinos organizados en Cooperativas. Otros programas fueron dirigidos a
las ciudades. Mediante éstos, surgieron centenares de nuevos asentamientos
rurales y urbanos, decenas de miles de edificios multifamiliares para las
familias más necesitadas.
El
problema de la vivienda, pese a todo el esfuerzo constructivo, continúa siendo
una dificultad para el Estado cubano, y ha sido ésta una de las actividades más
golpeadas por las limitaciones derivadas del bloqueo norteamericano contra
nuestro país. Pero los programas constructivos no se detienen y el fondo
habitacional crece en número y calidad, pese a los desastres naturales que en
los últimos años han destruido de forma
total o dañado parcialmente cientos de miles de hogares cubanos. Aún así, ningún
cubano a sido abandonado a su suerte.
Es
una conquista sin precedentes que más del 85 por ciento de las familias cubanas
son dueñas de la vivienda que habitan y no pagan impuesto alguno por poseerla,
al tiempo que el restante 15 por ciento abona mensualmente una suma de
alrededor de una décima parte de sus
ingresos y las familias se convierten en dueñas en el momento que saldan los
bajos precios de este inmueble en Cuba. Las hipotecas y los desahucios son
parte de un pasado que en Cuba no tendrá ni presente ni futuro.
El
servicio eléctrico llega ya a alrededor del 98 por ciento de los hogares
cubanos, e incluso en lugares intrincados de las zonas rurales, donde no ha penetrado
el Sistema Electroenergético Nacional,
se han introducido otros sistemas, como las celdas fotovoltaicas alimentadas
por la energía solar, instalaciones mini hidroeléctricas y grupos electrógenos
que benefician a miles de personas y objetivos económicos y sociales, entre
éstos escuelas, unidades productivas y
comerciales, Consultorios del Médico y la Enfermera de la Familia, Salas
de Televisión y otras.
Como
parte de ese programa constructivo se rehabilita ahora la Industria de
Materiales de la Construcción y se facilita a personas necesitadas, en la
medida de las posibilidades, los elementos constructivos y asesoría técnica
para que ellos edifiquen sus propias viviendas.
En
Santiago de Cuba, puede afirmarse que más del 50 por ciento de las viviendas existentes
fueron construidas a partir de 1959, al tiempo que otras miles han sido
rehabilitadas o reconstruidas tras el paso de diversos huracanes.
Queda
mucho por hacer en esta dirección de trabajo, pero la Revolución no ha dejado
de hacer ingentes esfuerzos para mejorar las condiciones del fondo
habitacional, distinto en mucho a las calamidades de la fecha en que se produjo
el asalto glorioso del 26 de julio de 1953.
No hay comentarios:
Publicar un comentario