Orlando Guevara Núñez
Sobre Camilo no se puede hablar de forma distinta a como él era: inquieto, audaz, rebelde, alegre, bromista, solidario, guerrillero, fiel sin límites a Fidel. O como lo definió Vilma Espín: “Si nosotros inventáramos un nombre para un personaje de leyenda le podríamos poner el nombre de Camilo Cienfuegos.
Había nacido en Lawton, La Habana, el 6 de febrero de 1932. Al desaparecer físicamente, tenía 27 años de edad. Cuando tenía 21, emigró a los Estados Unidos, en busca de trabajo, pero fue detenido y deportado. A su regreso a Cuba, se suma a las actividades revolucionarias. Cae preso, es golpeado, herido durante una manifestación. Es fichado como comunista. Otro intento de emigración e igual fracaso. Sastre de profesión parala cual no hallaba empleo.
Conocedor del proyecto de Fidel en México, viaja a ese
país con la intención de unírsele. Lo logra y es el último incorporado al grupo
de los futuros expedicionarios. Vino en el Granma como soldado.
Luego de la traición y sorpresa de Alegría de Pío, junto
con Almeida como jefe, el Che, Ramiro Valdés y otros cuatro expedicionarios,
venciendo el peligro, el hambre, la sed y el cansancio, deambuló varios
días, hasta unirse, el 21 de diciembre, al pequeño grupo de Fidel.
Su historia guerrillera comienza a destacarse en el
combate de La Plata, continúa en Arroyo del Infierno, crece en El Uvero,
Altos de Espinosa y en la primera acción de Pino del Agua, donde es herido.
Cuando en marzo de 1957 subió a la Sierra
Maestra el refuerzo enviado por Frank País, Camilo había sido
ascendido a teniente y nombrado jefe del Pelotón de la Vanguardia de la Columna
Uno, de Fidel. Luego, en octubre de ese año, pasaría a jefe del pelotón de la
vanguardia de la Columna 4, bajo el mando del Che.
Nuevas acciones. Terminado el combate de Mar Verde, el 29
de noviembre, Camilo es ascendido a Capitán. En febrero de 1958, durante el
segundo combate de Pino del Agua, recibe dos heridas de balas y lesiones por
fragmentos de granada Así,, al ver caer también herido a un soldado rebelde,
ordenó a sus hombres que lo recogieran primero: y al ver que no le obedecían
por atenderlo a él, los increpó: ¡O lo cargan ustedes o lo cargo yo!
Al mes siguiente, al frente de un grupo guerrillero, se
convierte en el primero que baja al llano a combatir a la tiranía. El 16 de
abril siguiente, recibe la orden de ascenso a Comandante. Es cuando le expresa
a Fidel: primero dejaré de respirar antes que dejar de ser fiel
a su confianza.
Ante la llamada Ofensiva de Verano del ejército
batistiano contra la Sierra Maestra, Camilo, al llamado de Fidel, regresa con
su tropa a las montañas. Queda responsabilizado con la defensa de la
Comandancia de La Plata. Pero combate en Vegas de Jibacoa y Las Mercedes. Hasta
que en agosto de 1958 recibe el mando de la Columna 2 “Antonio Maceo” la que,
con 92 hombres y 82 armas, tendría la misión de llevar la guerra hasta Pinar
del Río.
A inicios de octubre de ese año, estaba ya en Las Villas,
donde apoya al Che, quien al mando de la Columna 8 “Ciro Redondo”, cumplía la
otra parte de la invasión guerrillera. Innumerables combates, entre éstos uno
que le mereció el apelativo de El héroe de Yaguajay.
Tras el desplome de la tiranía, Camilo, por orden de
Fidel, se dirige hacia la capital del país, donde ocupa la fortaleza enemiga de
Columbia. Fue el encargado de recibir la Caravana de la Victoria. Y es nombrado
por Fidel Jefe de todas las fuerzas de tierra, mar y aire de la provincia
de la Habana. Ese fue el Camilo guerrillero, héroe de la guerra, donde fue
reconocido también como El señor de la Vanguardia.
A esos ingredientes que conformaron al héroe, se
sumaron otros que lo retratan en toda su dimensión humana. Además de jefe, era
líder. Promovía la cultura, compartía lo poco que tenía en la vida guerrillera.
Fue Camilo, más que un compañero, un hermano del Che.
Usaba bromas con él, le hacía maldades, le imitaba el acento argentino de la
voz, lo llamó “matasanos” en lugar de médico. Durante la compaña de Las Villas,
al ver la curiosidad de los campesinos ante su presencia, le dijo:
“Ya sé a lo que me voy a dedicar cuando triunfemos: Te voy a meter en una jaula
y recorrer el país cobrando cinco kilos la entrada para verte. ¡Me hago rico!”
Aquel fatídico 28 de octubre de 1959, al mediodía,
salió Camilo para Camagüey, dese el aeropuerto de Ciudad Libertad, en un
pequeño avión Cessna 310, con las sigas FAR 53. El piloto, teniente
Luciano Fariñas; el soldado Félix Rodríguez, escolta. El capitán Senén
Casas, completaba el grupo, con destino a Santiago de Cuba. Luego de dejar a
Camilo en Camagüey, el avión trasladó a Senén hasta la capital oriental y
regresó a la tierra agramontina.
A las 6 y un minuto de la tarde del propio día 28,
la nave emprendió el regreso a La Habana, en vuelo programado para unas
dos horas, Pero no llegó a su destino.
Días de intenso dolor y espera. El pueblo todo enternecido.
Búsqueda sin descanso. La contrarrevolución no ocultaba su júbilo,
inventó falsas historias, aprovechándose de la angustia popular. El 12 de
noviembre, hubo que aceptar la amarga verdad. Camilo Cienfuegos había muerto,
junto a quienes lo acompañaban.
Las palabras de Fidel retratarían la dimensión del héroe:
“Hombres como Camilo Cienfuegos surgieron del pueblo y
vivieron para el pueblo. Nuestra única compensación ante la pérdida de un
compañero tan allegado a nosotros es saber que el pueblo de Cuba produce
hombres como él. Camilo vive y vivirá en el pueblo”
“Camilo – diría el Che- fue el compañero de cien
batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la
guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para
templar su carácter y forjar el de la tropa Camilo era Camilo, señor de la
vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que
sabía hacer”
Hoy el mar y los ríos se llenarán de flores,
ofrendadas con amor de pueblo. Y en cada una, un mensaje: la disposición
de seguir cumpliendo el legado, de su discurso el 26 de octubre de 1959:
“Porque para detener esta revolución cubanísima tiene que
morir un pueblo entero, y si eso llegara a pasar serían una realidad los versos
de Bonifacio Byrne: Si deshecha en menudos pedazos/ llega a ser mi bandera
algún día/ nuestros muertos, alzando los brazos/ la sabrán defender todavía”
Así, Camilo sigue defendiendo la Revolución que
ayudó a forjar.
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