sábado, 4 de junio de 2016

La OEA, un disparate repetido

.Orlando Guevara Nùñez.- El 31 de enero de 1962, el Ministerio de Colonias Yanquis- como calificó el canciller cubano, Raúl Roa García, a la Organización de Estados Americanos (OEA) decidió expulsar a Cuba de ese organismo. El mandato de su amo se impuso al interés latinoamericano, a la ética, a la moral y al respeto al derecho soberano de los pueblos a elegir su propio destino. Con anterioridad, del 12 al 18 de agosto de 1959 –todavía no se había declarado el carácter socialista de la Revolución- había sesionado en Chile la V Reunión de Consultas de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA. Allí el tema Cuba fue de principal atención. La influencia norteamericana alentaba el propósito no solo de aislar a este país, sino de justificar una agresión para derrotar al proceso revolucionario. Un año después, del 16 al 21 de agosto de 1960, la VI Reunión de Consultas de la OEA tuvo lugar en Costa Rica.Allí se continuaron fraguando los planes contra Cuba. Del 22 al 29 de agosto de ese mismo año, sesiona la VII Reunión de tal carácter, de la OEA, también en Costa Rica, donde fue aprobada la Declaración de San José, considerada como base para la futura expulsión de Cuba de ese organismo. Llegamos así a la VIII Reunión de Consultas de los Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, celebrada del 22 al 31 de enero de 1962, con escenario en Punta del Este, Uruguay. Fue allí donde se consumó la conjura imperial contra Cuba, al determinarse la expulsión. He aquí el contenido esencial de la declaración condenatoria: 1. Que la adhesión de cualquier miembro de la Organización de los Estados Americanos al marxismo-leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano y el alineamiento de tal Gobierno con el bloque comunista quebranta la unidad y solidaridad del hemisferio. 2. Que el actual Gobierno de Cuba, que oficialmente se ha identificado como un Gobierno marxista-leninista es incompatible con los principios y propósitos del Sistema Interamericano. 3. Que esta incompatibilidad excluye al actual Gobierno de Cuba de su participación en el Sistema Interamericano. 4. Que el Consejo de la Organización de los Estados Americanos y los otros órganos y organismos del Sistema Interamericano adopten sin demora las providencias necesarias para cumplir esta Resolución. Estas resoluciones fueron adoptadas por el voto de catorce países a favor, uno en contra (Cuba) y seis abstenciones (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México). A esta nueva agresión, respondió Cuba, el 4 de febrero de 1962, con la II Declaración de La Habana, cuyos postulados auguraron el presente de lucha, de razones y de triunfos independentistas de los sufridos pueblos de América. Cuba fue separada de la OEA, pero no fue segregada de los pueblos. Las agresiones, sin embargo, continuaron. En julio de 1964, la IX cita de este carácter de la OEA tuvo lugar en Washington, Estados Unidos. Entre las órdenes impartidas por el amo imperial en esa ocasión, se cuentan: .Que los Gobiernos de los Estados Americanos no mantengan relaciones diplomáticas ni consulares con el Gobierno de Cuba. .Que los Gobiernos de los Estados Americanos interrumpan todo su intercambio comercial, directo o indirecto, con Cuba, con excepción de los alimentos, medicinas y equipos médicos que por razones humanitarias puedan ser enviadas a Cuba. . Que los Gobiernos de los Estados Americanos interrumpan todo transporte marítimo entre sus países y Cuba, con excepción del transporte necesario por razones de índole humanitaria.” Las nombradas excepciones por “razones humanitarias” nunca se cumplieron y fueron solo una fachada encubridora del carácter genocida de esa politica contra Cuba. Se acordó también: “Facultar al Consejo de la Organización de Estados Americanos para que mediante el voto afirmativo de los dos tercios de sus miembros, deje sin efecto las medidas en la presente resolución, desde el momento en que el Gobierno de Cuba, haya cesado de constituir un peligro para la paz y la seguridad del continente.” En realidad, para esa fecha, en América Latina, solo Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay y México mantenían relaciones diplomáticas con Cuba Y entre los meses de agosto y septiembre de ese año, quedó únicamente México con esa condición. Aún así, se pretendió que Cuba se mantuviera atada a los designios de una organización de la que había sido separada. Así lo denunció el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, cuando en noviembre de ese mismo 1964 declaró que: : “Cuba fue arbitrariamente excluida de la OEA...Ni jurídica, ni factual, ni moralmente la OEA tiene jurisdicción ni competencia sobre un Estado al que se ha privado ilegalmente de sus derechos.”La gran ventaja de los cubanos, en esa ocasión fue que, además de habernos liberado del imperio yanqui, nos liberamos de ese engendro político malévolo que es la OEA. Hoy, el Ministerio de Colonias Yanquis, con voz de ultratumba, se suma a los designios imperiales contra los pueblos a los cuales, en realidad no representa. En eta ocasión, es Venezuela quien está en su colimador. Su preocupación no han sido los golpes de estado disfrazados de democracia en Honduras, Paraguay, las políticas de desestabilización en Argentina, en Bolivia, Ecuador, el reciente golpe en Brasil. Para esa dependencia del gobierno de los Estados Unidos, la priorioridad es destruir a Venezuela, defender, como lo hicieron en Cuba, a los reaccionarios, a los enemigos del pueblo. Recuerdo que en aquella ocasión, los cubanos enarbolamos una consigna que fue cumplida: ¡Con OEA o sin OEA, ganaremos la pelea! Y no solo la ganamos, sino que la seguiremos ganando. Y los intentos contra la Revolución bolivariana, terminarán en el mismo fracaso para la OEA y sus amos del Norte. En aquella epopeya de 1962, Cuba quedó aislada de los gobiernos, pero no de los pueblos. Ahora, los aislados son el imperio y la propia OEA. Los pueblos, cada vez más, se unen contra sus enemigos que, aunque envalentonados por algunos avances en América Latina, terminarán derrotados.

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