viernes, 24 de junio de 2016

Colombia, paz merecida y necesitada

.Orlando Guevara Núñez.- Mientras escuchábamos cada palabra vertida en la ceremonia de firma del acuerdo de paz en las FARC-EP y el gobierno de Colombia, nuestro pensamiento, aún sin haber visitado nunca ese país, se imaginaba a su gente, sus calles, sus casas, sus campos, las huellas de la guerra. No hay que haber vivido ese holocausto para sentir como nuestras las heridas, las vidas perdidas, el costo material, el dolor de un pueblo hermano. Alto al fuego y de las hostilidades de forma definitiva. Armas insurrectas que ahora se convetirán en monumentos a la paz. La única parte vencida ha sido la guerra. La paz ha sido acordada y ahora lo que resta es edificarla, en un proceso reconocido como complejo, donde el protagonismo del pueblo será decisivo. Llamó la atención la forma clara en la que las dos partes contendientes expresaron sus ideas, sus posiciones no coincidentes en muchos aspectos, sus perspectivas para los tiempos por venir; pero lo que las hace más grandes y más dignas de respeto, son sus decisiones abrazadas sobre el encuentro de un camino donde sean para siempre las ideas – no las armas- la vía para edificar el futuro de una sufrida nación, teniendo como obtetivo el bienestar y el progreso de su pueblo. Como cubanos, sentimos orgullo por el papel de nuestro país en el logro de ese acuerdo. Si existe un pueblo con capacidad y sensibilidad para sentir como suyo el dolor de otros, ese es el nuestro. Lo aprendimos de nuestro Héroe Nacional, José Martí, en sus expresiones de que Patria es humanidad y de que debemos sufrir en las nuestras cualquier golpe dado en la mejilla de otros. Y lo hemos aprendido del Comandante en Jefe Fidel Castro durante más de medio siglo de Revolución. La paz en Colombia no tiene marcha atrás, aseveró Raúl Castro. Todos coinciden, sin embargo, en el difícil trecho por recorrer. Pero todos expresaron la convicción y la confianza de que, al igual que en la mesa de conversaciones, nada podrá obstaculizar el camino emprendido. Sin dudas, el proximo derrotado, además de la guerra, será quien intente regresar a Colombia al largo martirio de una lucha entre sus propios hijos. Que así sea.

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