viernes, 13 de mayo de 2016

Nuestro Fidel de siempre ( V )



Fragmentos del discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro, el 7 de enero de 1959, en Matanzas, en su tránsito hacia la capital cubana. 

.Orlando Guevara Núñez
Y desde que el pueblo de Cuba ha dado uno de los ejemplos más extraordinarios de la historia de América, desde que el pueblo de Cuba, desarmado, sin instrucción militar, sin un solo fusil, sorprendido una madrugada infausta en que le lanzaron los tanques a la calle, le arrebataron sus derechos, le pisotearon su Constitución, humillaron su dignidad y lo han estado asesinando durante siete años (APLAUSOS); ese pueblo sin armas, sin tanques, sin cañones, sin aviones, solo con el coraje, con la dignidad y con el valor, aunque ha tenido que pagarlo en un precio muy alto de vidas, arrebató a la tiranía sus fusiles, sus tanques, sus cañones, sus aviones (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS); arrebató a la tiranía, le arrancó de las manos las armas homicidas y hoy es un pueblo libre.
¿Cuándo se había dado un caso semejante?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Nunca!”)  No conocemos ningún caso igual en el siglo XX, porque desde que existen las armas modernas, desde que los ejércitos tienen armas automáticas, aviones, tanques, bombas de 500 y de 1 000 libras y equipos bélicos de todas clases, modernos, se decía que era imposible que los pueblos hicieran nada.
El hecho cierto es que muchos dirigentes políticos, muchos dirigentes políticos, se dedicaron a hacer contacto con los militares, se dedicaron a conquistar militares para que les quitaran a Batista de encima; se dedicaron a fraguar conspiraciones para ver cómo un grupo de capitanes, un grupo de comandantes, un grupo de coroneles quitaba a Batista, y entonces convocaba a unas elecciones, restablecía algunos derechos y se resolvía el problema de Cuba.  ¿Eso era revolucionario?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡No!”)  ¿Por qué?  (EXCLAMACIONES).  Pues muy sencillo, esos líderes políticos no tenían noción de lo que era la Revolución.  Los militares habían dado el golpe de Estado junto con Batista arrebatándole al país sus derechos, ¿y qué querían algunos seudorrevolucionarios?  —que aquí han abundado mucho los seudorrevolucionarios y tenemos que tenerlos muy en cuenta—, pues querían que los militares vinieran y quitaran a Batista para poner a otro; después, cualquier día, esos militares se sentían con el derecho de quitar a ese que habían puesto y poner a otro, y, en definitiva, el pueblo no contaba para nada.
Los militares quitaban y ponían presidentes, los militares decidían todas las cuestiones; el pueblo, para esos líderes políticos, era un cero a la izquierda.  Y a eso llamaban revolución, y a eso llamaban solución.  ¡Qué distinto lo que ha ocurrido, compatriotas!
El ejército nos había arrebatado nuestra libertad y nuestra Constitución.  ¿Qué había que hacer?  Pues arrebatarle al ejército nuestra libertad y nuestra Constitución.  ¿Qué hicimos nosotros?  Reunir un grupo de fusiles 22, de escopetas calibre 12, de revólveres y de pistolas, marchar hacia Santiago de Cuba y atacar el cuartel Moncada (EXCLAMACIONES).  No había otra forma; si queríamos recobrar nuestros derechos y queríamos hacer una revolución de verdad, teníamos que empezar por quitarles los fusiles a aquellos que estaban utilizando los fusiles para oprimir al pueblo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Sufrimos un revés, fracasó el ataque, no se pudo tomar el cuartel Moncada, infinidad de compañeros fueron asesinados cobardemente.  ¡Qué distinto, qué distinto de lo que ha sido cuando fuimos nosotros los que hicimos prisionero a casi todo el ejército!  Si lo hubiésemos asesinado, hoy habría 15 000 muertos a lo largo de la isla, porque hemos hecho prisionero al ejército entero, se puede decir (EXCLAMACIONES); por lo menos, excepto a las unidades que desde el primer momento se sumaron a la Revolución, que, por lo tanto, las dejamos con sus armas y que algunas de las cuales vienen con nosotros aquí, y que tuvieron un gesto revolucionario en aquel momento, el resto de las armas fueron ocupadas, o, por lo menos, fueron tomadas y repartidas.
Tuvimos un revés, fracasó el ataque, muchos fueron asesinados (EXCLAMACIONES DE:  “¡Viva Cuba Libre!”).  Decía que en aquella ocasión muchos compañeros murieron asesinados después de caer prisioneros y otros fuimos a parar a las cárceles donde estuvimos casi dos años.  Era un revés, pero un revés no es nada.  Aquel no iba a ser ni el primero, ni el último.
Realmente, comparadas las fuerzas y los recursos con que contaba la dictadura, lo que nosotros podíamos enfrentarle era absolutamente nada.  Lo que nosotros pudimos reunir después de casi dos años de actividad revolucionaria, fueron 82 hombres escasamente armados; 82 hombres no podían compararse con los 40 000 miembros de las fuerzas armadas; 82 hombres en un barco de 60 pies, no podían compararse con los recursos bélicos con que contaba la dictadura de Batista; 82 hombres que recogían los recursos para hacer la guerra peso a peso, sus recursos no podían compararse con los millones de pesos de que disponía la dictadura.
Sin embargo, había otro factor, había otras circunstancias en las que nadie creía, y sin embargo, creíamos nosotros.  Había algo con lo que nadie contaba y con lo que, sin embargo, contábamos nosotros, y ese algo, ese algo en lo que no creían los politiqueros, ese algo en que no creían los conspiradores que iban a Columbia a mendigar a los militares que le devolviesen su libertad, ese algo era el pueblo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).  Porque, ¿con qué contábamos nosotros si no era con el pueblo?, ¿con qué íbamos a ganar la guerra si no era con el pueblo?, ¿quiénes iban a sustituir a los hombres que cayeran, si no los hombres del pueblo?, ¿quiénes nos iban a dar alimentos, si no los hombres del pueblo?, ¿quiénes nos iban a servir de guía, si no los hombres del pueblo?, ¿quiénes nos iban a brindar información sobre el enemigo, si no los hombres del pueblo?, ¿quién iba a nutrir las filas del ejército libertador, si no los hombres del pueblo?  (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS.)
Nosotros creíamos en el pueblo cuando muy pocos creían en el pueblo.  Para muchos el pueblo era una turba, para muchos el pueblo era una masa desarmada, desorganizada e impotente, sobre todo para el tirano; el tirano no hacía más que ir a Columbia, reunirse con sus soldados, marinos y policías; al pueblo lo que hacía era insultarlo, humillarlo, engañarlo, ofenderlo.  No contaban con el pueblo; ni contaba con el pueblo la dictadura, ni contaban con el pueblo los seudorrevolucionarios que iban a Columbia a mendigar a los militares la libertad que había que conquistar a base de sacrificio, porque si no, sería una libertad efímera.
No hay un solo ciudadano en estos momentos que sea indiferente a los problemas del país, porque todo el mundo ha sufrido en sus carnes la tiranía.  Ya no es como antes, a mucha gente no le importaban estas cuestiones, porque claro, vivían más o menos en paz después de siete años de tiranía.  Después de siete años de terror, después de siete años de intranquilidad, después de siete años de crímenes, de ver que partía el hijo de la casa sin tener la seguridad de que regresara, de ver crímenes a todas horas, de ver docenas de cadáveres amanecer en las esquinas de los pueblos, es posible que no haya un solo cubano indiferente a los destinos de su patria.
Estoy seguro de que las libertades que ha conquistado nuestro pueblo con tanto sacrificio, nada ni nadie podrá volver arrebatárselas (APLAUSOS).  Estoy seguro de que los días de terror no volverán, de que los días de miedo espantoso han quedado atrás, de que los días de torturas, de golpes y de asesinatos han quedado muy atrás (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).  Y algo ya es saber que, en lo adelante, cada hombre tendrá al menos asegurada su vida, cada hombre tendrá asegurados sus derechos individuales, cada ciudadano podrá salir de día o de noche de su casa, sin que nadie lo moleste.
A cualquier ciudadano lo podían asesinar tranquilamente en una calle y no pasaba nada, lo lloraban impotentes sus seres queridos, su madre o sus hijos; podían torturarlo y no pasaba nada, podían desaparecerlo y no pasaba nada, ni siquiera el pueblo podía informarse de esas cosas.  No había libertad de prensa, no había periódico que pudiera publicar una noticia, era un terror infinito, un terror en silencio, porque ni siquiera quedaba aquello de que la opinión pública conociera las cosas que ocurrían.  Nadie vivía tranquilo (EXCLAMACIONES).
(LE DICEN QUE EL PUEBLO DE MATANZAS QUIERE SABER DE LOS ASESINOS.)  ¿Los asesinos?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)  ¡Ah!, nadie se preocupe por los asesinos, los asesinos van a recibir sencillamente el castigo que merecen (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).  Los que no tuvieron piedad para sus semejantes, los que no vacilaron en asesinar docenas de compatriotas, sin un solo sentimiento de escrúpulo para las madres que se quedaron sin hijos, los hijos que se quedaban huérfanos (EXCLAMACIONES DE:  “¡Asesinos!”), para esos monstruos que destrozaban a los revolucionarios en los calabozos, para esos cobardes, para esos miserables que se ensañaban con el hombre impotente y desarmado, para esos no puede haber compasión posible (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
¿Por qué no piden escuelas técnicas?  (EXCLAMACIONES.)  Desde luego, es justo que pidan universidades, puesto que piensan que las necesitan; pero tengan muy presente que salen muchos graduados universitarios y después no pueden ganarse la vida.  Deben pensar que hay un exceso de abogados, y que puede haber un exceso de profesionales, y que en cambio en Cuba hacen falta hombres que tengan conocimientos técnicos en la industria y que el país tiene que industrializarse (EXCLAMACIONES).
¿Qué vale más, un pueblo donde nadie sabe manejar un arma o un pueblo donde todo el mundo sabe manejar el arma?  (EXCLAMACIONES.)  ¿Ustedes están de acuerdo en que hasta las mujeres, los hombres y las mujeres tienen que saber manejar armas?  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Sí!”)  Pues vamos a organizar también la instrucción militar del pueblo, porque el pueblo tiene que aprender a manejar las armas, y en el estadio vamos a poner un campo de entrenamiento también, a determinadas horas del día (EXCLAMACIONES).
De una cosa ustedes pueden tener la seguridad, de que en el Gobierno Revolucionario no habrá quien se robe un solo centavo.  El Gobierno Revolucionario no podrá resolver todos los problemas en un día, puede ser que el Gobierno Revolucionario no tenga actualmente fondos para resolver todos los problemas; pero de lo que sí pueden estar seguros es de que hasta el último centavo se invertirá honradamente, y de que todas las demandas y las necesidades del pueblo serán atendidas dentro de las posibilidades del gobierno provisional (EXCLAMACIONES).
Lo que, por nuestra parte, le vamos a pedir al pueblo de Matanzas es que a través de su municipio les erija un modesto monumento a los revolucionarios de esta provincia que han caído luchando contra la tiranía (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), un monumento que lleve inscritos los nombres de José Antonio Echeverría, José Smith, Horacio Rodríguez, Enrique Hart, Mario Muñoz, Julián Alemán, Julio Reyes, René Fraga y a todos los compañeros que han caído heroicamente (APLAUSOS).
El hecho de que el pueblo de Matanzas diga uno por uno sus nombres, demuestra que no los han olvidado (APLAUSOS), porque el pueblo no olvidará jamás a sus muertos.  El pueblo sabe que esa libertad que hoy se disfruta, el pueblo sabe que estos derechos que hoy se han conquistado, para que de ellos puedan sentirse orgullosos y puedan disfrutarlos todos los matanceros y todos los cubanos, todos los hombres y mujeres de este pueblo y de toda la república; para que esos derechos hoy los pueda disfrutar nuestro pueblo, fue necesario que muchos compatriotas hayan dejado sus vidas en el camino, fue necesario que muchas madres hayan perdido a sus hijos, fue necesario que muchas esposas hayan perdido a sus esposos, fue necesario que muchas familias hayan perdido a algún ser querido.
En nuestra ruta, nos hemos encontrado con muchas mujeres vestidas de negro, nos hemos encontrado con muchos padres que no han tenido la fortuna de ver regresar a sus hijos.  Ha habido, sin embargo, para ellos un consuelo, una compensación en medio del dolor grande:  no ha sido vano el sacrificio.
La Revolución ha logrado su primera etapa:  la tiranía ha sido derrocada, y esas madres y esas esposas saben que esa alegría, que ese entusiasmo, que esta felicidad presente y el espléndido porvenir que tiene por delante el pueblo de Cuba, hay que agradecérselo a sus hijos, a sus esposos (APLAUSOS).  Y, además, porque cada madre que ha perdido a su hijo, sabe que tiene en cada revolucionario un hijo (APLAUSOS), sabe que nos tiene a todos nosotros, sabe que tiene al pueblo, sabe que no se verá jamás desamparada y sabe que siempre podrá llevar la frente en alto; porque nada será mayor motivo de orgullo para una madre, que saber que la libertad que disfruta su pueblo, que la felicidad que disfruta su pueblo, se le debe al hijo que llevó en sus entrañas (APLAUSOS).
Tristes hubieran sido esas muertes si la tiranía hubiese ganado la guerra, tristes habrían sido esas muertes si nuestro pueblo no hubiese recobrado su libertad; pero en esta ocasión como en ninguna otra, pueden repetirse los himnos, los versos de nuestro himno, o los versos del Apóstol, que morir por la patria es vivir (APLAUSOS), que para el que muere en brazos de la patria agradecida, la muerte acaba, la prisión termina, y empieza, al fin, con el morir la vida (APLAUSOS).
Viven en el corazón de nuestro pueblo los héroes caídos, sus restos están lejos, esparcidos muchos de ellos en las abruptas montañas en cada uno de los campos de batalla, donde la victoria se logró a costa de sacrificios.  Yacen allá sus despojos mortales; pero sus nombres, su recuerdo, su presencia es algo palpable, porque la muerte se convirtió en libertad, la muerte se convirtió en victoria, y la muerte se convirtió en vida para el pueblo.
Y nosotros —no hace falta apenas decirlo— seremos leales a ellos, lo que quiere decir ser leales a nuestro pueblo.  Nosotros —es innecesario decirlo— sabremos seguir en nuestra línea sin que nada ni nadie nos aparte de ella.  Nosotros somos hombres hechos a una idea:  antes de perder el cariño y la confianza de nuestro pueblo, antes de ver trocado en odio el cariño de hoy, antes de ver trocado en desprecio el afecto que el pueblo nos ha evidenciado en todas partes, mil veces será preferible para todos nosotros la muerte; mil veces, porque, créanlo, no podríamos concebir la vida de otra forma.  Y ese aliento que el pueblo nos brinda, es el que nos hace luchar sin descanso, es el que compensa las horas de sueño que nos faltan, es el que nos da energía aun cuando parece que vamos a desfallecer de cansancio.
El destino para Cuba tiene que ser grande, porque nuestro pueblo se ha puesto en marcha, nuestro pueblo está de pie y decidido a cualquier cosa; y cuando los pueblos se levantan como se ha levantado el pueblo de Cuba, cuando los pueblos se ponen en marcha como se ha puesto el pueblo de Cuba, con su Ejército Rebelde a la vanguardia (APLAUSOS), entonces no hay alternativa.  Ese pueblo no seguirá viviendo en la morosidad en que ha vivido hasta hoy, ese pueblo no continuará viviendo en el letargo en que ha vivido hasta hoy, este pueblo no seguirá soportando la vida mediocre que ha tenido que soportar hasta hoy.
Cuando los pueblos se ponen en marcha, solo dos cosas pueden ocurrir:  o logran lo que se proponen y conquistan aquello a lo que tienen derecho, o hay que exterminarlos, hay que desaparecerlos, porque sería la única manera de impedir su triunfo.  Y como no creo que nada ni nadie nos pueda desaparecer, como soy de los que creo que un pueblo cuando se decide a defender y a defender sus derechos es invencible por pequeño que sea, es por lo que creo que nuestro pueblo, esta vez, la primera ocasión en que triunfa plenamente una revolución —la revolución que no triunfó en 1895 porque terminó en intervención, la revolución que no terminó en 1933 porque el golpe castrense lo impidió—, esta vez que no hay ni puede haber intervención, esta vez que no hay ni puede haber traición castrense, esta vez que el pueblo está en pie, tiene experiencia, tiene vanguardia revolucionaria y tiene las armas en la mano, esta vez el pueblo alcanzará lo que tantas veces le han arrebatado (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Este es un pueblo lleno hoy de fe en sí mismo, un pueblo que ha decidido romper con la podredumbre, con el vicio, con la corrupción y con todas las inmoralidades que han retrasado su progreso; un pueblo que sabe lo que quiere y sabe cómo lo quiere, un pueblo que está seguro de sí mismo, que tiene confianza en los hombres que hoy lo dirigen (APLAUSOS), porque sabe muy bien que esta vez no lo engañarán ni lo traicionarán, como sabemos nosotros que mientras podamos contar con el pueblo, y contaremos con el pueblo mientras seamos leales al pueblo, no habrá obstáculo por delante que no seamos capaces de vencer.

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