lunes, 26 de octubre de 2015

El bloqueo bien de cerca


.Orlando Guevara Núñez
Aquí no voy a hablar del bloqueo de Estados Unidos a Cuba con cifras globales, ni citar los graves daños a la población. Me circunscribiré a mi centro laboral, el periódico Sierra Maestra, sobre todo a partir del desplome del Campo Socialista y de la Unión Soviética, cuando nuestro país quedó- por segunda vez en solo tres décadas-  casi sin tener a quien venderle ni a quién comprarle. El bloqueo imperial, en ese momento, apretó sus tenazas contra el pueblo cubano.
En aquel momento, se editaban 55 mil ejemplares diarios. Y empezó a disminuir el papel. Como la impresión era directa, dependíamos de rollos fotográficos que comenzaron a escasear hasta casi desaparecer. Nuestros fotorreporteros no podían tirar más de tres o cuatro fotos en  cada cobertura y, al llegar al periódico, tenían que, con cuidado, abrir el rollo y cortarlo. Faltaron quimicales para el revelado, papel para la impresión. Había que decidir muy bien qué trabajos periodísticos podían llevar fotos. Hasta las cuartillas para escribir faltaron.
Una gran limitación fueron las cámaras fotográficas, no solo antiguas, sino, además, con falta de piezas para arreglarlas.
Recuerdo las limitaciones en el transporte para los periodistas. De los cinco vehículos disponibles para ese fin, hubo que pasar a conservación tres, al tiempo que la gasolina se redujo a 60 litros para todas las actividades del diario. Así, en la casi totalidad de los casos, los periodistas y fotorreporteros recibían la misión de trabajo y se agenciaban, por su cuenta, el traslado a los lugares y su regreso. Aún así, nunca un trabajo periodístico dejó de llegar a la Redacción por esas limitaciones.
En 1990, fue inaugurado el Poligráfico de Santiago de Cuba, lo cual representó un avance tecnológico. Se pasó de la impresión directa a la de off sett y, gradualmente, las máquinas de escribir fueron cediendo su lugar a las computadoras. La viaja rotativa Hoe, norteamericana, fabricada en 1917, sin piezas de repuesto, era sustituida por una máquina soviética.
Pero fue el momento de mayores problemas en el suministro de papel. Así la tirada tuvo que reducirse de una forma drástica. El Sierra Maestra, de tamaño grande, se redujo a tabloide. Fue necesario reducir el  número de ejemplares primero; luego renunciar a la salida diaria, con ediciones de tres o  dos veces por semana, con ocho y hasta con cuatro páginas.
Recuerdo que en aquella ocasión saqué los números. Teniendo en cuenta la reducción en el número de periódicos y sus páginas. Nos quedamos, a la semana, con solo el 12 por ciento del espacio. Hasta  que se estableció el periódico como semanario, con  50 000 ejemplares, categorías que no ha podido dejar atrás, aún cuando se edita para una provincia con más de un millón de habitantes y un territorio tan relevante como lo es Santiago de Cuba.
El acceso a las nuevas tecnologías de la información ha sido también limitado como consecuencia del bloqueo. Hasta en aspectos básicos, como la disponibilidad de computadoras y el acceso a internet, de forma individual, por parte de los periodistas, incluyendo las limitaciones en la superación,  el colectivo del periódico Sierra Maestra ha sufrido  y sigue sufriendo los embates de esa absurda política imperial que ellos llaman embargo para encubrir el verdadero nombre: bloqueo, guerra económica, genocidio.
Así, el periódico Sierra Maestra, surgido en plena lucha clandestina contra la dictadura batistiana, en 1957, ha acompañado a la Revolución y a su pueblo, combatiendo siempre, defendiendo los principios revolucionarios, reflejando el quehacer de los santiagueros, sin amilanamientos ante las dificultades ni las privaciones.
El bloqueo imperialista se mantiene. Por eso, este 27 de octubre será de nuevo tema de discusión en el seno de las Naciones Unidas. El resultado los sabemos de antemano. Los pueblos seguirán patentizando su rechazo a tan criminal medida. Los cubanos, seguiremos aportando nuestra resistencia, hasta que la victoria sea total. Ese momento, seguro quedará plasmado para la historia en las páginas de Sierra Maestra

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