.Orlando
Guevara Núñez
La
vida es el más elemental de los derechos humanos. Y ese derecho en
Cuba, antes de 1959, lo tenían solo
quienes podían pagarlo, en una sociedad
donde la medicina era una mercancía y el paciente un cliente. Santiago de Cuba,
en esa etapa, no era una excepción, sino una confirmación de esa verdad, válida de recordar para que ese pasado no vuelva a ser presente.
La
salud pública en Cuba, en 1959, tenía un presupuesto de algo más de 25 000 000
de pesos. El territorio que hoy ocupan Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo
(Oriente Sur en los primeros años de la Revolución) contaba con la irrisoria
cifra de 1 300 000. La cantidad de médicos,
muchos de ellos ejerciendo la medicina privada,
llegaban a 198, y pequeño era también el número de personal de
enfermería.
Eso
explica algunas estadísticas. La mortalidad infantil sobrepasaba la tasa de 60
fallecidos por cada 1 000 nacidos vivos; la esperanza de vida, por
alrededor de entre 55 a 59 años, y la existencia de cientos de miles de
personas sin acceso a los pocos centros asistenciales.
En
el propio año 1953 –asalto al Cuartel Moncada - una epidemia de gastroenteritis mataba dos niños cada día en Santiago de Cuba. Las
autoridades achacaron la enfermedad a la mala calidad del agua y los alimentos,
pidieron apoyo al país, y como respuesta recibieron unas pocas camas y cuatro
cajas de medicamentos, lo que ni siquiera contribuyó a aliviar el mal. Los
niños siguieron muriendo.
La
tuberculosis, el tétanos y otras enfermedades infecciosas, sembraban también la
muerte en muchos hogares cubanos, principalmente los pobres.
El
70 por ciento del mercado de medicamentos estaba en manos de empresas norteamericanas
y la población tenía que adquirirlos mediante precios que multiplicaban su
costo. El servicio médico rural no existía.
Ese
fue el panorama encontrado por la Revolución que en esta misma ciudad llegó al poder el 1ro. de enero de 1959. Y ha sido
la salud una de las obras más grandiosas
logradas desde entonces.
Hoy,
en la salud, Santiago de Cuba supera en
más de 15 veces el presupuesto que tenía el país en 1959. Tiene más médicos que los existentes en Cuba en el primer año de la Revolución y multiplica
por más de 40 los de este territorio en igual fecha.
Es
sabido que de los algo más de 6 000
médicos que tenía el país, la mitad abandonó el país. Y en la única
Escuela de Medicina de Cuba, en La
Habana, solo quedaron 19 profesores.
Ahora, por cada profesor que
permaneció en el país, el Instituto Superior de Ciencias Médicas santiaguero
cuenta con más de 200. Y los médicos aquí formados multiplican la cifra de los
que se fueron en esos primeros años.
Este
prestigioso centro docente, desde su fundación como Escuela de Medicina en
febrero de 1962, hasta el curso
2009-2010, había graduado más de 59 000 profesionales
y técnicos, sumados 21 000 en medicina.
Antes
de 1959, no existía el servicio médico
rural. En esas zonas, las personas, sobre todos los niños, morían sin
asistencia. Aún se recuerda la historia de que en el Valle de Mayarí Arriba, en
1957, una epidemia de gastroenteritis privó de la vida al 80 por ciento de los
niños menores de un año. O el caso del litoral sur santiaguero, donde existe
más de una veintena de cementerios en las costas, surgidos de pobladores de la
Sierra Maestra que bajaban con los enfermos, con la esperanza de una goleta que
los transportara a la capital, en busca de una asistencia médica que muchas
veces no se obtenía. Las personas morían y en la misma costa eran enterradas.
Muchos
de esos fallecidos, ni siquiera iban a las estadísticas porque no habían sido
registrados como nacidos.
Hoy
el total de la población rural de Santiago de Cuba está atendida por los
médicos y enfermeras de la familia, con acceso a todos los niveles del sistema
de salud.
Este
territorio es parte de una estadística nacional ilustrativa: en 1959 la inversión en salud fue
de 3,72 (tres pesos con setenta y dos
centavos) por cada cubano. En el 2014, esa cifra fue de 533 pesos, es decir,
143 veces más
En
el 2014, Santiago de Cubal tuvo una tasa
de mortalidad infantil de 3,8 por cada
mil nacidos vivos. La esperanza de vida se ha elevado a 78 años. Se han
erradicado enfermedades transmisibles que causaban miles de muertes, y existe
un programa de vacunación contra 13 enfermedades que abarca a toda la población
infantil. Solo en 1960 se aplicó el doble de vacunas que en los años de 1954 a
1959.
Esta
es parte de la obra realizada en estos años en la salud, pese al férreo bloqueo
imperial. Una medicina al servicio de todos. Un sistema de salud que pone en
primer plano la educación, la prevención, y no escatima recursos para la
asistencia. Y aunque para los cubanos es algo normal, para muchos en el
extranjero es noticia: la asistencia médica es totalmente gratuira.
Es
una obra que sigue creciendo, sustentada
sobre los cuantiosos recursos asignados por el Estado, en un sistema donde la principal riqueza es el
ser humano, y con decenas de miles de
trabajadores de la salud formados en la profesión y en sólidos sentimientos humanos. Aún queda mucho por
hacer, pero se sigue haciendo.
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