miércoles, 10 de junio de 2015

Salud Pública en Santiago de Cuba En menos de medio siglo, más que en cuatro siglos y medio


.Orlando Guevara Núñez

La vida es el más  elemental  de los derechos humanos. Y ese derecho en Cuba, antes de 1959, lo tenían  solo quienes podían  pagarlo, en una sociedad donde la medicina era una mercancía y el paciente un cliente. Santiago de Cuba, en esa etapa, no era una excepción, sino una confirmación  de esa verdad, válida de recordar  para que ese pasado no vuelva a ser  presente.
La salud pública en Cuba, en 1959, tenía un presupuesto de algo más de 25 000 000 de pesos. El territorio que hoy ocupan Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo (Oriente Sur en los primeros años de la Revolución) contaba con la irrisoria cifra de 1 300 000.  La cantidad de médicos, muchos de ellos ejerciendo la medicina privada,  llegaban a 198, y pequeño era también el número de personal de enfermería.
Eso explica algunas estadísticas. La mortalidad infantil sobrepasaba la tasa de 60 fallecidos por cada 1 000 nacidos vivos; la esperanza de vida, por alrededor  de  entre 55 a 59  años, y la existencia de cientos de miles de personas sin acceso a los pocos centros asistenciales.
En el propio año 1953 –asalto al Cuartel Moncada -  una epidemia de gastroenteritis mataba  dos niños cada día en Santiago de Cuba. Las autoridades achacaron la enfermedad a la mala calidad del agua y los alimentos, pidieron apoyo al país, y como respuesta recibieron unas pocas camas y cuatro cajas de medicamentos, lo que ni siquiera contribuyó a aliviar el mal. Los niños siguieron muriendo.
La tuberculosis, el tétanos y otras enfermedades infecciosas, sembraban también la muerte en muchos hogares cubanos, principalmente los pobres.
El 70 por ciento del mercado de medicamentos estaba en manos de empresas norteamericanas y la población tenía que adquirirlos mediante precios que multiplicaban su costo. El servicio médico rural no existía.
Ese fue el panorama encontrado por la Revolución que en esta misma ciudad  llegó al poder el 1ro. de enero de 1959. Y ha sido la salud una de las obras más grandiosas  logradas desde entonces.
Hoy, en la salud,  Santiago de Cuba supera en más de 15 veces el presupuesto que tenía el país en 1959.  Tiene más médicos que los existentes en  Cuba  en el primer año de la Revolución y multiplica por más de 40 los de este territorio en igual fecha.
Es sabido que de los algo más de 6 000  médicos que tenía el país, la mitad abandonó el país. Y en la única Escuela de Medicina de Cuba,  en La Habana, solo quedaron 19 profesores.  Ahora, por  cada profesor que permaneció en el país, el Instituto Superior de Ciencias Médicas santiaguero cuenta con más de 200. Y los médicos aquí formados multiplican la cifra de los que se fueron en esos primeros años.
Este prestigioso centro docente, desde su fundación como Escuela de Medicina en febrero de 1962, hasta el curso  2009-2010,  había  graduado más de 59 000  profesionales  y técnicos, sumados 21 000 en  medicina.
Antes de 1959,  no existía el servicio médico rural. En esas zonas, las personas, sobre todos los niños, morían sin asistencia. Aún se recuerda la historia de que en el Valle de Mayarí Arriba, en 1957, una epidemia de gastroenteritis privó de la vida al 80 por ciento de los niños menores de un año. O el caso del litoral sur santiaguero, donde existe más de una veintena de cementerios en las costas, surgidos de pobladores de la Sierra Maestra que bajaban con los enfermos, con la esperanza de una goleta que los transportara a la capital, en busca de una asistencia médica que muchas veces no se obtenía. Las personas morían y en la misma costa eran enterradas.
Muchos de esos fallecidos, ni siquiera iban a las estadísticas porque no habían sido registrados  como nacidos.
Hoy el total de la población rural de Santiago de Cuba está atendida por los médicos y enfermeras de la familia, con acceso a todos los niveles del sistema de salud.
Este territorio es parte de una estadística nacional  ilustrativa: en 1959 la inversión en salud fue de  3,72 (tres pesos con setenta y dos centavos) por cada cubano. En el 2014, esa cifra fue de 533 pesos, es decir, 143 veces más
En  el 2014, Santiago de Cubal tuvo una tasa de  mortalidad infantil de 3,8 por cada mil nacidos vivos. La esperanza de vida se ha elevado a 78 años. Se han erradicado enfermedades transmisibles que causaban miles de muertes, y existe un programa de vacunación contra 13 enfermedades que abarca a toda la población infantil. Solo en 1960 se aplicó el doble de vacunas que en los años de 1954 a 1959.
Esta es parte de la obra realizada en estos años en la salud, pese al férreo bloqueo imperial. Una medicina al servicio de todos. Un sistema de salud que pone en primer plano la educación, la prevención, y no escatima recursos para la asistencia. Y aunque para los cubanos es algo normal, para muchos en el extranjero es noticia: la asistencia médica es totalmente gratuira.
Es una obra que sigue creciendo, sustentada  sobre los cuantiosos recursos asignados por el Estado, en  un sistema donde la principal riqueza es el ser humano, y con  decenas de miles de trabajadores de la salud formados en la profesión y en sólidos  sentimientos humanos. Aún queda mucho por hacer, pero se sigue haciendo.



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