sábado, 29 de noviembre de 2014

Ciro Redondo García y Manuel (Piti) Fajardo dos héroes de la patria cubana.

.Orlando Guevara Núñez

El 29 de noviembre de 1957 marca la caída del capitán –ascendido póstumamente a comandante- Ciro Redondo García, durante el combate de Mar Verde del Turquino, en la Sierra Maestra.
Había nacido en Artemisa, el 9 de diciembre de 1931, en el seno de una familia humilde. Sobre la juventud y temprana integración de Ciro Redondo a la lucha revolucionaria, diría el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez durante el acto por el aniversario 50 de la caída del héroe, en su ciudad natal.
“Fue uno de los primeros artemiseños que, apenas ocurrido el infame golpe batistiano del 10 de marzo, se unió a las incipientes células que, de modo resuelto e independiente, organizamos algunos militantes de la Juventud Ortodoxa de este pueblo para enfrentarnos a la tiranía, quienes casi de inmediato hallaríamos en Fidel la guía y el plan revolucionario que estábamos buscando.
“Los que conocimos su seriedad, su disciplina, su valor, no tenemos duda de que Ciro, como lo fue en la guerra, habría sido igualmente un cuadro fundamental en cualquiera de los frentes de la Revolución y de la lucha contra el imperio, después del 1ro. de enero de 1959”.

Ciro había combatido en el asalto al Cuartel Moncada, el 26 de Julio de 1953 y luego sufrió prisión en la entonces Isla de Pinos –hoy Isla de la Juventud- junto a Fidel Castro y el resto de los moncadistas.
Durante el juicio, seguido en Santiago de Cuba a partir del 21 de septiembre de 1953 contra los asaltantes, las declaraciones de Ciro Redondo fueron categóricas: “Vine con la firme convicción de que nuestro ejemplo, en caso de que no triunfáramos, iba a ser beneficioso para Cuba (…) “Vine por voluntad propia, vine a acabar con Batista y si veinte veces tuviera la oportunidad, veinte veces lo haría”.
Había sido condenado a diez años de prisión. Amnistiado en  mayo de 1955, marchó al exilio en México, donde se unió de nuevo a Fidel y vino como expedicionario del Yate Granma, que desembarcó en las costas orientales el 2 de diciembre de 1956 para reiniciar la lucha armada por la libertad de la Patria.
Después del bautizo de fuego de los expedicionarios, en Alegría de Pío, el 5 de diciembre, éstos se dispersaron en diversos grupos. Ciro, con otros tres compañeros,  estuvo en el grupo de Raúl Castro y figuró entre los combatientes que se unieron a Fidel, el 18 de diciembre, en el lugar conocido por Cinco Palmas, momento en que el máximo jefe de la Revolución exclamó la histórica frase de  ¡Ahora sí ganamos la guerra!  Sumaban, en total, ocho hombres con siete fusiles…
Ciro Redondo combatió en La Plata, primera acción victoriosa del naciente Ejército Rebelde, el 17 de enero de 1957, y también en el combate de El Uvero, el 28 de mayo de ese mismo año, participando en otras importantes acciones en la Sierra Maestra.
El 29 de noviembre de 1957, mientras combatía tratando de cercar a la tropa del sanguinario Sánchez Mosquera y rechazar a los refuerzos que venían en auxilio de los enemigos, Ciro Redondo cayó mortalmente de un tiro en la frente, tal como lo testimonió el Che.
En homenaje a este valiente revolucionario, la Columna Invasora Nro. 8, que con el Che como jefe  extendió las acciones guerrilleras hacia el centro del país, llevó su nombre. El humilde trabajador, viajante, hijo del poblado de Artemisa, hoy se recuerda entre los héroes de la Revolución que inspiran los combates presentes, y su legado tiene vigencia para todos los tiempos.

Otro  29 de noviembre, el  de 1960, cayó combatiendo a las bandas mercenarias y terroristas organizadas, entrenadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia y el gobierno de los Estados Unidos, en El Escambray, el Comandante Manuel Fajardo Rivero (Piti).
De  cuna natal en Manzanillo, se había graduado de médico en 1955 y allí trabajó junto a otro doctor inscripto en la historia revolucionaria cubana, el doctor René Vallejo, quien también alcanzara los grados de Comandante del Ejército Rebelde.
Uno de sus compañeros de lucha, el Comandante Eduardo Sardiñas Labrada (Lalo) lo recordó, en entrevista concedida al periódico Trabajadores, de la forma siguiente: “Lo conocí a finales de marzo de 1958, cuando él y René Vallejo abandonaron todo: negocio, familia, fama, posición económica y pasaron a la Sierra Maestra. Fidel los mantuvo junto a él, en el caso de Piti hasta el 23 de agosto, cuando al ascenderme a Comandante y confiarme la jefatura de la Columna 12 Simón Bolívar, lo nombró como mi segundo”.
Rememoró, además, que el joven combatiente, alternó también otras importantes responsabilidades, como las de la jefatura de Sanidad, Auditoría y Comunicaciones, a las que se sumó la recaudación de impuestos en la zona de operaciones de la Columna.
Participó en varios combates, como los de El Salto, Santo Domingo, San Ramón, El Jigüe, Cerro Pelado y Las Mercedes. Figuró entre los rebeldes que entraron victoriosos a Las Tunas, el 1ro. de enero de 1959. Allí se unió a la Caravana de la Libertad, que, con el Comandante en Jefe Fidel Castro iba rumbo a la capital cubana, donde llegó el día 8 de enero.
Asumió de nuevo su profesión, como director del hospital civil de Manzanillo y más tarde del Hospital Militar de Santiago de Cuba, cumpliendo luego misiones en la aplicación de la Ley de Reforma Agraria, del 17 de mayo de 1959, y, por orden de Fidel, recibe la misión de dirigir la construcción de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en El Caney de las Mercedes, junto a otras responsabilidades militares.
En 1960, Piti Fajardo es designado Jefe de Operaciones de la Lucha Contra Bandidos en El Escambray, lugar donde cayó enfrentando  a las bandas mercenarias.
“Combatiente con el bisturí en una mano y el fusil en la otra”, lo calificó el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque.
Al caer, este extraordinario combatiente recién había cumplido los 30 años de edad.

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