.Orlando Guevara Núñez
En el mundo, la verdad sobre el proceso de los Cinco
se abre paso, incluyendo en los Estados Unidos, país cuyo gobierno fue capaz de
violar sus propias leyes y fabricar argumentos falsos para condenar a
personas inocentes. La justicia
cedió su lugar a la injusticia.
Ante los ojos de millones de personas en disímiles latitudes, se demuestra cada día
que el móvil de las injustas sentencias fue el odio visceral del gobierno
imperial hacia el pueblo cubano, y la protección a sus aliados, los grupos
terroristas que desde ese territorio actúan con impunidad y apoyo contra la
Revolución.
Todo el proceso ha estado plagado de ilegalidades.
La propia detención fue un acto ilegal y arbitrario. Luego, las demoras
intencionales en el juicio, la celebración de éste en una sede inadecuada, el
entorpecimiento del acceso de los abogados a los documentos, las presiones a
los jueces, las campañas difamatorias contra los acusados, el pago a medios de
prensa y periodistas para mentir a la opinión pública sobre el caso. Y al
final, las condenas excesivas e injustas.
Un breve análisis sobre los cargos imputados,
demuestra su falsedad y las artimañas que los sustentan.
A Gerardo Hernández, le imputan Conspiración para cometer asesinato en primer grado. Al no contar con evidencias, no pudieron
juzgarlo por asesinato. Y en auxilio del engaño vino el término Conspiración que no necesita ser
probado y equivale, en la llamada justicia norteamericana, a haber cometido el
delito.
En el juicio
quedó demostrada la inocencia de Gerardo sobre esa acusación. La propia
representación fiscal declaró no tener pruebas
para declararlo culpable. Y quedó demostrado que fue el servicio de
aeronáutica de los Estados Unidos quien informó a Cuba sobre la partida hacia
este territorio de las avionetas piratas derribadas.Pero la jueza cumplió la
orden de condenarlo. Y la condena no pudo ser más injusta: cadena perpetua.
Otro cargo falso, esgrimido contra Gerardo, Ramón y
Antonio, fue el de Conspiración para
cometer espionaje. Otra farsa. Mientras que los medios de prensa calificaron – y siguen calificando- a los
acusados como espías, no los pudieron juzgar como tales, al no existir
evidencias. De nuevo el término Conspiración
para encubrir la injusticia.
Demostrado quedó que ninguno de los cubanos
involucrados en ese juicio buscó ni
obtuvo información secreta sobre el gobierno de los Estados Unidos. Se demostró, por testigos, que entre las más de 20 mil páginas
ocupadas a los Cinco, ni una sola
contenía este tipo de información. No podían encontrarla, porque la misión de Gerardo, Ramón, Antonio, René y
Fernando, no era esa, sino monitorear a grupos terroristas que
actuaban contra Cuba.
Pese a las pruebas aportadas, la sanción,
preconcebida, se consumó: cadena perpetua
para los tres.
Un tercer cargo de gravedad fue fabricado contra los
Cinco. Conspiración para cometer delito
contra los Estados Unidos. Ni una sola prueba aportada. Importantes
testigos declararon que tal amenza no existió nunca. Sin embargo, todos
recibieron sanciones. De nuevo la inocencia condenada.
A Gerardo, Ramón y Fernando se les acusó de
identidad y documentación falsas. Los tres utilizaron esa vía, necesaria para
defender a su pueblo de las actividades terroristas. Los tres fueron declarados
culpables y condenados pese a que en la legislación norteamericana, en materia
de Derecho, existe la Doctrina de la Necesidad la que justifica delitos menores, como este,
para evitar delitos mayores, en este caso el terrorismo
Se acusó a los Cinco de ser agentes no registrados
de un gobierno extranjero. ¿Cuál otro medio tenían los patriotas cubanos para
defender a su pueblo? ¿Qué hubiese sucedido si piden autorización al gobierno
de los Estados Unidos para monitorear, precisamente, a sus protegidos?
Otras graves violaciones se han cometido contra los
Cinco. Su reclusión en el hueco, su separación familiar, su ubicación junto a
presos comunes, su incomunicación, limitación en la correspondencia,
ocultamiento de pruebas sobre su inocencia y otras muchas irregularidades.
Como se ha reiterado, existe la petición de revisión
del caso desde el punto de vista de su
validez, lo cual podría llevar a la anulación de las condenas. Pero la
vía más directa, inmediata, para la liberación de Gerardo, Ramón y Antonio,
está en las manos del presidente Obama, con facultad para firmar el indulto. Millones de personas
en el mundo se suman a ese reclamo. Es una oportunidad para el mandatario
norteamericano de restablecer la
justicia violada y lavar la mancha que
opaca la credibilidad, la ética y la moral del sistema judicial norteamericano.
Para que la inocencia deje de continuar condenada.
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