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Orlando Guevara Núñez
Cuando
el 26 de julio de 1953 se produjo el asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de
Cuba, esta ciudad, por su historia, se había ganado el derecho a ser escenario
del combate que marcó el inicio de la última etapa de lucha por la libertad e
independencia de la nación cubana.
Así
lo definiría el Comandante en Jefe Fidel Castro : (…) “Primeramente por una especie de intuición
política: siempre me pareció muy cívica, muy combativa, muy heroica. Después,
cuando estudié la historia de Cuba, adquirí conciencia plena de lo que valía
esta región del país y esta ciudad, y fue por ello, cuando los amargos y
tristes días que siguieron al golpe de estado de 1952, que nosotros tuvimos la
convicción de que si existía un escenario adecuado para iniciar la lucha revolucionaria, ese escenario era Santiago de
Cuba, y la historia lo confirmó en el apoyo al movimiento”.
Ese
protagonismo santiaguero se repitió el 30 de noviembre de 1956, primer combate
armado luego de las acciones del 26 de julio de 1953 en las ciudades de
Santiago de Cuba y Bayamo. Aquella
acción figura entre los hechos más trascendentes de los cubanos contra la tiranía batistiana.
La entonces capital oriental, sede del inicio de la lucha armada, lo era ahora
del reinicio hasta la victoria final.
El
levantamiento insurreccional de ese día,
dirigido por el héroe de la lucha clandestina, Frank País García, constituyó
la viril respuesta de la juventud santiaguera y del Oriente Indómito,
organizada en el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, al llamado del Moncada,
expresado por Fidel en su alegato de autodefensa La Historia me absolverá.
El 30 de noviembre de 1956 formó parte de la
estrategia trazada por el máximo jefe de la Revolución para
emprender la guerra revolucionaria de liberación, derrocar al gobierno ilegal
de Fulgencio Batista y cambiar el sistema político del país. Así, la fecha se
une a la del 2 de diciembre de igual
año- desembarco del yate Granma- como parte de un mismo plan e iguales objetivos.
Puede
afirmarse que la epopeya protagonizada por los combatientes y el pueblo
santiaguero esa mañana, tuvo una repercusión inmediata.
Quedó
demostrado que los revolucionarios estaban en condiciones de organizarse y de
combatir con efectividad frente a las fuerzas del ejército opresor. Y que
contaban con el respaldo popular.
La
acción fortaleció la personalidad de Frank País como líder indiscutible de la
lucha clandestina y de ella surgieron como símbolos los héroes Pepito Tey, Tony
Alomà y Otto Parellada, el uniforme verde olivo y los brazaletes rojinegros del
Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
Si después del asalto al Moncada la tiranía cometió brutales
asesinatos, que no fueron más por la solidaridad del pueblo santiaguero
protector de muchos asaltantes, ahora
los revolucionarios fueron apoyados, protegidos por la población, al punto de que solo murieron los caídos en
combate. La masacre no pudo repetirse.
El
Movimiento Revolucionario 26 de Julio contó desde entonces con combatientes más
fogueados, audaces y capaces, al tiempo que sus dirigentes clandestinos
escalaban un nuevo peldaño en su desarrollo y aptitudes para una lucha que iría
más allá del derrocamiento de un gobierno tiránico, para insertarse en los
proyectos de las transformaciones sociales, políticas y económicas que
reclamaba la nación cubana.
De
forma inmediata, el alzamiento se propuso distraer fuerzas enemigas que no
pudieran lanzarse contra los expedicionarios del Granma; pero al llegar el yate
dos días después, ese factor fue adverso, pues muchos efectivos de la tiranía,
procedentes de la capital del país, se encontraban ya en Santiago de Cuba, con
un acceso más rápido al escenario del desembarco. Pero en los días que
siguieron al arribo de Fidel a la costa oriental, muchos revolucionarios, en un
plan organizado por Frank, le prestaron apoyo, salvaron muchas vidas y
propiciaron la incorporación del jefe de la Revolución y varios de sus
combatientes a la Sierra Maestra, desde donde continuarían la lucha .
Desde
los primeros momentos, los expedicionarios dirigidos por Fidel tuvieron un
apoyo valioso de la jefatura clandestina en Santiago de Cuba, entre ellas el
envío de medio centenar de combatientes, armas y otros pertrechos de mucha
utilidad para la guerrilla en su etapa de supervivencia, adaptación y en el
combate de El Uvero, el 28 de mayo de 1957.
A
partir del 30 de noviembre, Fran País se consagró a la tarea de llevar a planos
superiores la organización del Movimiento Revolucionario 26de Julio,
estructurándolo en secciones de organización, obrera, sabotaje, tesorería y
propaganda. Organizó, de igual forma, el trabajo de las milicias, del sector
obrero y la lucha cívica en torno a la ayuda decidida a los combatientes de la Sierra Maestra.
El
propio Frank País, al referirse al Alzamiento, lo consideró un éxito, no por
sus resultados militares en el momento, sino por lo que significó para el
posterior desarrollo de la lucha. Ahora, a
58 años de esa épica jornada, el significado del Levantamiento Armado de
Santiago de Cuba se agiganta en el tiempo. Se cuenta entre los hechos que
trascienden su fecha. La rebeldía santiaguera y cubana ganó ese día dimensión de pueblo.
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