sábado, 2 de abril de 2022

Es de pocos el prever y auxiliar sin ostentación y sin premio la obra de que no han de sacar provecho alguno


Orlando Guevara Núñez

En esta ocasión está José Martí pidiendo colaboración para la preparación de la guerra a un amigo, Rodolfo Menéndez. Le solicita  su aporte en aglutinar hombres, en acopiar recursos. La carta está firmada en New York, el 3 de mayo de 1894. 

Le argumenta que por las persecuciones  en el país, que amenazan con desmembrar las fuerzas de la revolución antes que la emigración pueda apoyarlas, es deber del Partido Revolucionario Cubano, ya que tiene todas las fuerzas morales e históricas posibles y muchas de las fuerzas materiales, acelerar la preparación de la contienda.

Le explica el por qué se dirige a él en forma personal, pues públicamente no puede aludirse mucho a la guerra, ni anunciar su cercanía, porque  esa acción pública la comprometería, pues  “lo que avisa y denuncia es más  de lo que con ella se serviría”.

A este hombre, residente en México, le pide Martí  que congregue a cuantos cubanos y mexicanos pueda, allí, en esa tierra donde Cuba es tan amada. Le expresa que la independencia cubana, confirmaría la de México, constantemente amenazada. Confía en que su amigo contribuirá.

“Vea a todos los hombres sensatos; vea a todos los cubanos fieles; vea a todos los que tengan los oídos en el corazón; y ojalá que, al volver yo de aquí a un mes, de viajes por donde no me puede llegar carta de usted, a esa tierra nula e inhumana de  New York, halle yo en manos del Tesorero General, Benjamín  J. Guerra, en esta Revolución que da recibo y cuenta de sus fondos, el resultado brillante de sus esfuerzos. Usted puede. Pueda ahora”.

Uno de los tantos ejemplos de la labor de Martí, entre los patriotas emigrados, para reunir los recursos que hicieran posible el inicio de la guerra necesaria.

 

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