domingo, 19 de abril de 2015

¡Solavaya!





.Orlando Guevara Núñez

Este domingo 19 de abril, el recuerdo de José Cuevas Veranes estará presente en mi memoria. Así sucede cada vez que hay un proceso electoral. Siempre que a él se le habla de las elecciones en la Cuba prerrevolucionaria, una exclamación sale disparada, más que de sus labios, de su corazón: ¡Solavaya! En el argot cubano, eso equivale a decir: ¡No quiero saber de eso!
Una vez me contó que en la zona rural donde vivía, su padre se rebeló contra la Guardia Rural al servicio de los gobiernos opresores. Y lo apalearon, golpiza que lo llevó a la muerte. La madre y los nueve hijos quedaron abandonados en la más terrible miseria.
Me relató que un día la vieja vino para Santiago de Cuba con tres hijos enfermos y llegó al único hospitalito infantil que existía en la entonces capital de Oriente. Uno sufría de gastroenteritis, otro carente de vitaminas en el cuerpo, y el tercero con tifus. Pero no tenía dinero para el pago de la asistencia médica ni de las medicinas.
Fue entonces que un politiquero – a la caza de personas humildes con esa u otras desgracias- le ofreció la solución a cambio de que le entregara la cédula electoral de ella y de su familia. El pacto tuvo que hacerse.
En otra ocasión, murió el hermano mayor, pero no había dinero para el gasto de los funerales. Uno de esos buitres de las urnas, nutriéndose del dolor de la familia, le propuso que “Si todos se unen y dan su voto, lo demás es fácil”. La dignidad no permitió esta vez la afrenta. Fue necesario conveniar un “tendido luctuoso a plazos” y cargar con la deuda durante cinco años.
Ante aquella situación, es comprensible que uno de los hermanos de José Cuevas muriera de viruela, dos de tifus, al tiempo que dos hermanas fallecieron durante el parto.
Por eso tuve en la mente a este humilde santiaguero cuando el domingo 19 de abril, bien temprano, deposité mi voto en la urna para elegir a mi Delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular. Sé que también él estaría presente en su colegio electoral.Y al recordar las elecciones del pasado capitalista – cuando para el imperio del Norte revuelto y brutal que nos desprecia, al decir de José Martí, éramos un país democrático- repetiré con mi amigo la exclamación que merece ser escrita con  letras mayúsculas: ¡SOLAVAYA!.

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