sábado, 28 de marzo de 2020

La irreconciliable lucha del bien contra el mal




.Orlando Guevara Núñez
El mundo entero se estremece hoy ante los efectos de la epidemia del Covid -19. Los fallecidos se cuentan ya por miles. Los contagiados se multiplican. El pánico crece. La cifra de desocupados y desprotegidos emula con los efectos de la enfermedad.
Al mismo tiempo, la mayoría de las naciones multiplican sus esfuerzos para detener la pandemia. Muchos científicos se desvelan buscando remedios y tratando de obtener una vacuna. Los trabajadores de la salud, en todo el mundo, ocupan sus puestos en primera línea.
Pero hay deshonrosas excepciones en este colosal esfuerzo, en franco desprecio al ser humano, incluyendo a sus propios pueblos. El ejemplo más bochornoso es el de los Estados Unidos, el país más rico del mundo- en recursos- y más pobre en ética y moral.
Así, en medio del auge de la pandemia, el gobierno imperialista norteamericano mantiene  y refuerza el férreo bloqueo contra Cuba, trata de obstaculizar la colaboración médica con otros países para combatir el Covid-19  y hace el mayor esfuerzo para destruir a la Revolución.
Es el mismo imperio agresor que ha enviado a decenas de miles de soldados a países a la Europa azotada por la epidemia; el mismo que incrementa el suministro de armas a los terroristas de Siria, que aumenta las sanciones a Irán. El mismo imperio brutal que promueve y apoya las sanciones contra Venezuela, que ofrece millones de dólares por la vida de Nicolás Maduro y busca apoyo en gobiernos lacayos, como Brasil y Colombia, para invadir al país bolivariano.
El explicables que con todas esas ocupaciones, al gobierno de Trump le quede poco tiempo para atender la tragedia de su propio país ante la epidemia que ya le cuesta  más de 1 600 muertos y 100 000 contagiados.
Otro tentáculo del pulpo imperial, Israel, se ocupa de lanzar cohetes hacia el territorio palestino, mientras que el Trump brasileño reproduce en su país toda la incoherencia y desidia  del mandatario yanqui, provocando la ira de sus pobladores.
En todos estos casos, sin embargo, las mentiras son en poco tiempo puestas en la picota pública. Y la realidad le gana terreno a los engaños.
Cuba, en este contexto, sigue luchando por la vida de su pueblo, sin escatimar esfuerzos, sin dejar a una sola persona desprotegida. Y contribuyendo  a salvar vidas en decenas de países del mundo. Es la irreconciliable lucha del bien contra el mal.

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