miércoles, 11 de marzo de 2020

13 de marzo de 1961 Crimen yanqui en la refinería santiaguera






Orlando Guevara Núñez

La tranquilidad y el trabajo que reinaban en la refinería de petróleo de Santiago de Cuba la noche del 12 de marzo de 1961, fueron violentadas durante la madrugada siguiente. Una lancha pirata, procedente de la Base Naval de Guantánamo, había penetrado en la bahía con la misión de destruir esa instalación y dañar la economía del país.

Esa instalación industrial, en agosto del año anterior,  había sido nacionalizada, pasando, de propiedad norteamericana, a propiedad del pueblo cubano. Por eso planearon destruirla.

En esa vandálica acción perdió la vida el marinero  cubano René Rodríguez Hernández, y la metralla causó heridas a un miliciano y  averías a la torre atmosférica de 107 pies de altura –donde se destila el petróleo-, al tiempo que  hubo tanques agujereados y se calcularon en más de 75 000 pesos los daños.

La ciudad de Santiago de Cuba demostró se repudio al hecho terrorista, multiplicó su apoyo a la Revolución y su decisión de combatir a la contrarrevolución y al imperialismo yanqui.

El sepelio del joven asesinado devino manifestación de duelo popular, unido al repudio por la agresión de los terroristas. Con nuevas vidas de sus hijos, nuestro pueblo pagaba su osadía de continuar haciendo revolución.
Ante el dolor de todos, Gloria Hernández, madre de René Rodríguez Hernández, expresó:
 “Fidel debe acabar con todos los cobardes que nos agraden y llenan de luto a nuestros hogares”. Y el entonces capitán – luego General  de Brigada, Ministro de Justicia y Fiscal General-Juan Escalona Reguera, reafirmaría al despedir el duelo, un mandato con vigencia para todos los revolucionarios: ¡Limpiemos el suelo de la Patria, de los gusanos quintacolumnistas pagados por el oro del imperio!
Esa es solo una pequeña parte de la larga cadena de agresiones contra el pueblo cubano desde que triunfó la Revolución. Antes, el imperio había apoyado a la sangrienta dictadura del asesino Fulgencio Batista, le suministró armas y asesores para reprimir al pueblo. Ahora, los matarifes, torturadores y los explotadores desplazados del poder, iniciarían una sucia guerra, que aún no ha concluido, para arrebatar  a los cubanos sus conquistas.

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