martes, 18 de mayo de 2021

20 de mayo de 1902 Cuba, ¿República independiente o neocolonia de Estados Unidos?

 

 

.Orlando Guevara Núñez

 

Antes de 1959, en Cuba se celebraba el 20 de mayo como día de la independencia nacional. Se nos decía en las escuelas que ese día había nacido la República independiente, que había cesado el dominio español y desde entonces teníamos la más plena libertad. Todo eso, se agregaba, gracias a la “generosa ayuda” del gobierno de los Estados Unidos, a quien debíamos  eterno agradecimiento.

Nuestra historia había sido totalmente falseada, en interés de los gobiernos de turno y de sus amos imperiales. La cruda verdad es que el 20 de mayo de 1902 Cuba dejó de ser colonia de España para convertirse en neocolonia de los Estados Unidos de América.

En 1898, después de 30 años de heroica lucha, el Ejército Libertador Cubano tenía virtualmente derrotado al ejército colonial español. Ya España no podía sostener la guerra desde el punto de vista militar, ni económico, ni político. La moral colonial se había desplomado ante el empuje del independentismo.

Fue ése el momento aprovechado por el gobierno de los Estados Unidos, tomando como pretexto la explosión del vapor El Maine, para satisfacer sus viejos deseos de intervenir en Cuba y materializar sus sueños de anexión. Sólo con el apoyo del Ejército Libertador Cubano (Mambì) pudieron lograr el objetivo de desembarcar y vencer en los postreros combates al ejército colonial. Esa, la llamada guerra hispano-cubano-norteamericana, sería calificada por el líder del proletariado mundial, Vladimir Ilich  Lenin, como la primera guerra imperialista en la historia de la humanidad.

Pero terminada la contienda bélica, ¿Fue Cuba verdaderamente libre? ¿Fue altruista o infame el gesto del gobierno de los Estados Unidos?

Una breve ojeada histórica demuestra todo lo contrario a lo que nos enseñaban en las escuelas, con pocas excepciones de educadores patriotas que se esforzaban por desentrañar la verdad.

El 10 de diciembre del mismo 1898, tuvo lugar el Tratado de Paris, que ponía fin oficialmente al colonialismo español en Cuba. La primera gran injusticia y ofensa a la dignidad de los cubanos, fue su exclusión de esa negociación. Estados Unidos negoció una libertad que no había ganado y España “renunció”  a un derecho que había  ya perdido frente a los cubanos.

Estados Unidos no estaba dispuesto a desarrollar una guerra armada contra el ejército revolucionario cubano que había derrotado a una potencia colonial después de tres décadas de cruentas luchas. Y preparó las condiciones para apropiarse de Cuba por una vía menos costosa en la cual debía ganar, además, el crédito de libertador.

Concluida la guerra, el ejército norteamericano mantuvo su ocupación y en sus manos y las del gobierno de ese país quedaban maniatadas la libertad y la independencia del pueblo cubano.

El 16 de junio de 1900, por la Orden Militar 164, norteamericana, se celebran las  primeras  elecciones de alcaldes, concejales, tesoreros, jueces municipales y correccionales. La llamada democracia norteamericana ponía de relieve su verdadera esencia. Podían votar sólo los hombres mayores de 21 años, no podían hacerlo las mujeres, había que saber leer y escribir, tener un capital de no menos de 250 pesos o haber servido en el Ejército Libertador, sin  “notas desfavorables” en su expediente.

Por esas y otras  restricciones impuestas, sólo el 14 por ciento de la población con edad para hacerlo ejerció el voto. No obstante, los resultados no fueron los esperados para la potencia imperial.

Iguales elecciones tuvieron lugar en junio de 190l. Pero con mayores limitaciones a las que se sumaron medidas coercitivas y fraudes para garantizar una mayoría de votos a favor de los candidatos que representaran los intereses yanquis.

Otra Orden Militar, esta vez la 91, rigió las reglas de esas elecciones. Los electores sólo podían elegir al 60 por ciento de los concejales. Se rechazaba la inscripción de personas con derecho a hacerlo. Se ocultaron las listas de electores a los votantes para que éstos no pudieran verificar si sus nombres figuraban en ellas. Se cambiaban nombres, lo que invalidaba luego el voto. Se utilizaron coacciones, se instrumentaron rejuegos en las mesas electorales y se negó el voto a los participantes  en las gestas independentistas contra España. De esa “lección democrática” aprendieron luego los sucesivos gobiernos cubanos amamantados por los Estados Unidos de América.

Al llegar las elecciones presidenciales de 1901, los atropellos a la nación cubana fueron mucho más allá. Tres candidatos hubo inicialmente para esos comicios. El Generalísimo Máximo Gómez Báez, héroe de las gestas independentistas cubanas, al ver los rejuegos que dominarían ese proceso, renunció a su candidatura. Igual lo hizo otro patriota, el Mayor General Bartolomé Masò, quien se opuso a acatar los designios norteamericanos para esas elecciones.

Siendo así, un solo aspirante quedó para las votaciones: Tomás Estrada Palma, quien había sucedido a José Martì como Delegado del Partido Revolucionario Cubano y para su aspirantura debió renunciar a la ciudadanía norteamericana, que poseía desde 26 años atrás. Este hombre, que había traicionado el ideal y la causa martiana y era incondicional al gobierno yanqui, accedía de esa forma al poder, en unas elecciones donde votó apenas el 7 por ciento de los cubanos con edad para hacerlo.

Pero eso no bastaba a los intereses norteamericanos en Cuba. Se necesitaba algo más seguro, más eficaz. Y surgió de esa forma la Enmienda Platt.

El 28 de febrero de 1901, el senador norteamericano Orville H. Platt, propuso una enmienda a la Ley de Gastos del Ejército, la cual, una vez aprobada por su país, debía anexarse a la Constitución cubana que regiría la nueva República. O aceptación de esa enmienda o se mantendría a Cuba bajo la ocupación militar. Esa fue la disyuntiva.

Fue una enmienda que ataba a Cuba en lo militar, lo político y lo económico, al designio de los Estados Unidos.

Uno de sus artículos, separó a  Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud) de la jurisdicción cubana, afrenta que se mantuvo hasta 1925. Otro atribuía a Estados Unidos el derecho a las intervenciones militares en nuestro país, bajo el falso pretexto de conservar la independencia, mantener un gobierno adecuado, proteger vidas, propiedades y la libertad.

Cuba estaba obligada también al arrendamiento de servicios a Estados Unidos para que éste pudiera mantener la independencia y proteger la defensa de la Isla. De ese engendro nació la  Base Naval de Guantánamo, que aún se mantiene contra la voluntad del pueblo cubano y es utilizada como centro internacional de torturas y crímenes por el gobierno norteamericano, pese a las reiteradas denuncias hechas en los más altos organismos internacionales.

Cuba, además, quedaba impedida de establecer tratados o convenios con otro poder, ni adquirir deudas públicas que no fueran con el gobierno imperial.

El propio Tomás Estrada Palma, disolvió el Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martì para hacer la Revolución y dirigir luego los destinos de la nación cubana. El Ejército Libertador había sido disuelto. ¿Cuál independencia y cuál libertad,  quedaba a los cubanos cuando el 20 de mayo de 1902 fue proclamada la República?  Después de 30 largos años de lucha, ¿República independiente o  neocolonia norteamericana?

El mismísimo gobernador militar estadounidense en Cuba durante la ocupación, Leonard Wood, dejó claros los resultados y las proyecciones a raíz de la aplicación de la Enmienda Platt. “Por supuesto que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt y lo único indicado ahora es la anexión (…) Es bien evidente que está absolutamente en nuestras manos (…) Con el control, que sin duda pronto se convertirá en posesión, en breve prácticamente controlaremos el comercio de azúcar en el mundo (…) La Isla se norteamericanizarà gradualmente y a su debido tiempo contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo”.

 

La verdadera independencia, libertad, soberanía y libre autodeterminación, tendría que esperar 60 años más luego de la intervención yanqui, hasta que el primero de enero de 1959 fue proclamado por el Comandante en Jefe Fidel Castro el triunfo de la Revolución cubana.

En esa verdad histórica, reside el odio visceral de los gobiernos norteamericanos y los reaccionarios de origen cubano a nuestro proceso revolucionario. Por eso, para esa jauría de lobos, el 20 de mayo continúa siendo una “fecha patriótica”  utilizada  para reverdecer su rabia y sus histéricos  aullidos contra Cuba. 

 

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