martes, 12 de julio de 2016

Mariana Grajales, legado y presencia

.Orlando Guevara Núñez.- Los santiagueros y todos los cubanos, cada 12 de julio, sintetizamos en un día el homenaje de respeto y cariño a Mariana Grajales, nacida en esa fecha de 1815, en esta ciudad de Santiago de Cuba. Se cumplen hoy dos siglos y un año desde que Mariana vino al mundo. Pero su recuerdo trasciende el tiempo y vive en la mente y el corazón del pueblo al cual le legó su espíritu de rebeldía, su alma mambisa y la vida de muchos de sus hijos en la pelea por la libertad e independencia de la nación cubana frente al colonialismo español. Cuenta la historia que a solo dos días del alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, dando inicio a la Guerra de los Diez Años, Mariana reunió a su familia y les dijo: “De rodillas todos, padre e hijos delante de Cristo, que fue el primer hombre liberal que vino al mundo, juremos libertar la patria o morir por ella”. De inmediato, tres de sus hijos, Antonio, José y Justo, partieron hacia la manigua, mientras ella y su esposo colaboraron con los insurrectos. Enterado el mando militar español, saqueó las propiedades de su finca, quemó su vivienda en las cercanías de San Luis y los condenó a muerte. La respuesta de Mariana fue rápida: unirse también a las fuerzas insurrectas, en condición de enfermera. De ahí en adelante, curó heridos, incluyendo a sus propios hijos. Una lectura del libro Mariana, de los autores Adis Cupull y Froilán González, nos muestra el sacrificio patriótico y materno de esta cubana gloriosa. El 12 de diciembre del propio 1868 perdió Mariana a su primer hijo en el campo de Batalla, a Justo, con grados de capitán. Capturado y fusilado por los españoles. En septiembre de 1869, cayó, con grados de sargento, Marcos, su esposo, quien, al morir, dijo: “He cumplido con Mariana”. Otro hijo, Julio, cayó exactamente dos años después de su hermano Justo, el 12 de diciembre de 1870. Había ganado el grado de subteniente. Tenía solo 16 años de edad. El 17 de julio de 1874, muere en combate otro de los hermanos Maceo Grajales, Miguel, con el grado de teniente coronel. El 2 de mayo de 1882, murió en la prisión española de Chafarinas, otro hijo de Mariana, Rafael, enfermo de tuberculosis y maltratado por las auroridades coloniales que hasta allí lo habían conducido merced a un engaño. Baldomera, hermana de los Maceo, murió de tuberculosis el 6 de marzo de 1892. El 5 de julio y el 7 de diciembre de 1896, marcaron en la historia la caída en combate de José Maceo – el León de Oriente- y de su hermano Antonio –el Titán de Bronce, ambos mayores generales del Ejército Libertador Cubano. Mariana había curado sus heridas durante la primera guerra, pero ya había fallecido, el 27 de noviembre de 1893, en Kingston, Jamaica. Murió en tierra extranjera, sin llegar a ver libre la suya. En la tarde del 24 de abril de 1923, luego de casi 30 años de su deceso, los restos de la heroína Mariana Grajales Cuello fueron traídos a Cuba y depositados en el cementerio de Santa Ifigenia, donde estarán eternamente atesorados. En carta de condolencia de José Martí a Antonio maceo por la muerte de Mariana, escribe: “Y de su gran pena de ahora ¿no ve que no le he querido hablar? Su madre ha muerto. En Patria digo lo que me sacó del corazón la noticia de su muerte: lo escribí en el ferrocarril, viniendo de agenciar el modo de que le demos algún día libre sepultura, ya que no pudo morir en su tierra libre: ése, ese oficio continuo por la idea que ella amó, es el mejor homenaje a su memoria. Vi a la anciana dos veces, y me acarició y miró como a hijo, y la recordaré con amor toda mi vida”. El deseo martiano fue cumplido y los restos de mariana reposan ahora muy cercanos a los suyos, en una patria libre, que los venera y los enarbola como estandartes durante las luchas presentes y las que están por venir. Porque Mariana, para los cubanos, es legado y presencia.

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