domingo, 17 de abril de 2016

A 55 años de Playa Girón La obra y la historia que seguimos engrandeciendo y defendiendo



.Orlando Guevara Núñez
Han  pasado 55 años y mis recuerdos  viajan, como cinta cinematográfica, a aquel 17 de abril de 1961. Vivía en un barrio rural cercano a Playa  Las Coloradas, Niquero, Oriente, lugar que el 2 de diciembre de 1956 había acogido a los expedicionarios del Granma, encabezados por Fidel Castro, para reiciniar la lucha armada contra la tirania de Fulgencio Batista.
Esa mañana, una noticia   ocupó  la atención de todos. Se había producido, por Playa Girón,  un desembarco, organizado, armado, financiado y dirigido por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, con el fin de derrocar el poder revolucionario en Cuba. Ya se combatía en las costas cubanas, ya se derramaba sangre de hermanos nuestros.
Para esa fecha, yo tenía la responsabilidad de  presidente de la Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario de la Asociación de Jóvenes Rebeldes en aquella pequeña comarca, poblada de obreros agrícolas y campesinos que ya disfrutábamos de los beneficios de la Revolución.
Aquella organización de base,  que llevaba el  nombre de Josué País García, hermano de Frank País, quien al morir heroicamente en Santiago de Cuba, el  30 de junio de 1957, contaba con solo 19 años de edad, estaba integrada por  50 jóvenes, entre ellos siete muchachas.
La decisión de todos fue rápida. Fidel  había convocado  al pueblo a la movilización para el combate. El Che se había dirigido especialmente a los jóvenes. El pueblo de Niquero, a unos 12 kilómetros de donde vivíamos, fue el punto hacia el cual nos dirigimos. Allí nos presentamos al puesto militar, expresando nuestra  disposición de marchar hacia el escenario de los combates, en Playa Girón.
Se nos indició permanecer allí, en una especie de acuartelamiento. Nos sumamos a la guardia revolucionaria. A mí  me enviaron, armado con un fusil R-2, checo y unas cien balas, de custodio en la punta de un pequeño muelle cercano al pueblo. La misión consistía en, si avisoraba alguna embarcación, realizar disparos de aviso. Afortunadamente,  cuando a las diez de la mañana del siguiente día fuí relevado, el único enemigo presente habían sido los mosquitos.
Durante la movilización, recibimos varias conferencias sobre historia de Cuba. En realidad,  lo que deseábamos era ir para Playa Girón, sin comprender bien – por nuestro propio desconocimiento sobre los temas millitares- por qué no se nos enviaba para el lugar del combate.
Escuchamos los comunicados del Comandante en Jefe Fidel Castro. Cada palabra suya nos enardecía. Vimos camiones repletos de milicianos marchando hacia las trincheras. Y un espectáculo que nos causó mucha impresión, la de personas que no eran milicianas, incluso con posiciones dudosas en cuanto a la Revolución,  tratando de abordar los vehículos para sumarse a la defensa.
Seguímos haciendo guardia. Hasta que Fidel  emitió el parte de la victoria. La invasión había sido liquidada antes de las  72 horas de pisar  tierra cubana. Nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior, las Milicias Nacionales Revolucionarias y el pueblo todo, habían derrotado a los invasores.  Otra vez, Fidel, al frente, en primera línea, arriesgando su propia vida, nos había conducido a la victoria.
Regresamos a nuestros hogares. No habíamos ido a Playa Girón, pero nos sentíamos parte del triunfo. Aquel episodio  contribuyó en mucho a nuestra formación revolucionaria. Desde entonces conocimos mejor al enemigo. Un día, recordando a aquel grupo de medio centenar de jóvenes, comprobé que 41 de ellos llegaron a militar en las filas del Partido Comunista de Cuba. Otros fueron oficiales de nuestras Fuerzas Armadas, otros, dirigentes políticos.
Cuando se  creó la Brigada Juvenil de Trabajo Revolucionario, el presidente fue un prío mío, Ramón Guevara Montano. El fue llamado a las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, momento en que a mí, que era el organizador, me correspondió asumir la presidencia.
Precisamente un 17 de abril, en 1970, Ramón Guevara Montano (Monguín)  ya con los grados de Teniente, cayó durante el enfrentamiento a una infiltración armada de la CIA, en  la oriental  región de Baracoa.
Cinco décadas y media. Nuestra obra revolucionaria perdura porque han perdurado nuestros recuerdos. Esa es la obra y  la historia que hoy seguimos engrandeciendo y defendiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario