martes, 23 de febrero de 2016

Libertad, oportunidades, bienestar, ¿para quién?



. Orlando Guevara Núñez
La anunciada visita del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama a Cuba, ocupa la atención de la prensa en todo el mundo. Muchos la elogian; otros la impugnan. Se reitera, en muchos casos, los propósitos enunciados por el mandatario norteamericano al iniciarse el proceso de normalización de los relaciones con nuestro país, quebrantadas unilateralmente por esa nación el 3 de enero de 1961.
Se  enfatizan  las declaraciones de Obama relacionadas con esta visita: “Mi visita avanzará las metas que nos guían: promover los intereses y valores estadounidenses (…)  y un mejor futuro para el pueblo cubano, un futuro de más libertad y más  oportunidad”.
Cabe preguntarse  cuáles son esos intereses y esos valores que los Estados Unidos están empeñados en promover en nuestro país.  Para quienes no hayan  estado al  tanto de la política agresiva de ese país contra Cuba, desde el mismo triunfo del  1ro. de enero de 1959, la respuesta tal vez resulte compleja. Para los cubanos, que la hemos sufrido durante más de medio siglo, se hace mejor de entender.
Los intereses –también lo ha dicho Obama y lo han propalado los representantes de su gobierno-  consisten  en lograr los mismos objetivos con métodos diferentes, conclusión nacida no de su generosidad, sino del heroísmo del pueblo cubano y el reconocimiento del  fracaso  imperial al tratar, con el bloqueo, de vencernos por temor o matarnos por hambre y enfermedades.   Hasta que no se demuestren  otros, siguen siendo los motivos  del cambio de política al que hoy asistimos. O  lo que es lo mismo: destruir la Revolución.
Desde luego, defendemos  el  fin  de la hostilidad de otros tiempos y el entendimiento como países civilizados, aún cuando se reconozcan, por ambas partes, diferencias que seguirán siendo profundas. A  nadie, en nuestro país, se le ocurriría exigirle a los Estados Unidos que dejen de ser capitalistas e imperialistas como condición para tener relaciones normales con ellos. Pero nadie puede pretender que dejemos de ser socialistas como condición para las relaciones.
Lo que sí podemos –no pedir, sino exigir- es la eliminación del bloqueo,  la devolución de la ilegal Base Naval de Guantánamo, entre otras medidas claramente expresadas por la parte cubana en las distintas  rondas de conversaciones . Me cuento entre quienes piensan que si Obama y sus colaboradores están interesados  realmente en el bienestar del pueblo cubano, tienen en sus manos el modo más eficaz de lograrlo, quebrantando la absurda política que, además de fracasada, es un genocidio repudiado  por  la casi totalidad de los países del mundo. Ese sería el mayor beneficio. De lo demás, nos encargamos  los propios cubanos.
Cuando leo  el objetivo de Obama de un    “mejor futuro para el pueblo cubano, un futuro de más libertad  y más  oportunidad” y  sumo a esa expresión  la de  “los valores estadounidenses”, que, por lo visto, quieren ser injertados en Cuba, me siento, por  mi derecho de cubano, a opinar sobre esos conceptos.
¿Entre esos “valores”  está el de que la Policía de ese país mate, como promedio a dos personas cada día – el pasado año sobrecumplió al llegar casi a dos mil- la mayoría negros, con la total  impunidad del mundo?  ¿O la libertad y el derecho de ejercer la tortura a prisioneros o fabricarles acusaciones falsas, como en el caso de los Cinco héroes cubanos que permanecieron 16 años presos siendo inocentes de los hechos imputados?
Entre las “oportunidades”  mencionadas, ¿estará  la existente en Estados Unidos, que permite al 3 % más rico adueñarse  de algo más de la mitad del total de la riqueza de ese país?
 ¿Será  trasladar a Cuba  las “oportunidades” que tienen los norteamericanos de –cifras ofrecidas por instituciones especializadas de ese país-  contar  con más de 46 millones de pobres, entre ellos el 22 por ciento de la población infantil? ¿O la de vivir en un  país, donde, como en  ese,  más de 40 millones de personas no tienen acceso a la asistencia médica y tres millones de niños carecen de un techo que los cobije y un Estado que los proteja?
¿Será, acaso, trasladar a los jóvenes cubanos la “oportunidad”, como en Estados Unidos, de que cada año 8 000  de ellos  engrosen las filas de los consumidores de drogas, donde millones no tienen acceso a las universidades o terminan sus estudios con altas deudas que muchas veces se les dificulta pagar por carencia de trabajos fijos?  ¿O será otra de las “oportunidades” allá existentes para que  los  jóvenes afroamericanos de entre 20 y 24 años, sean más numerosos en las prisiones que en las universidades?
¿Se pretenderá, acaso, que las mujeres cubanas, como en los Estados Unidos, con igual calificación e igual puesto laboral obtengan  menos salarios?  ¿O que, como allá, menos del  10 por ciento de los trabajadores tengan derecho a sindicalizarse?
En muchos casos se ha dicho, en los círculos reaccionarios de los Estados Unidos, que debe imponérsele a Cuba la celebración de  “elecciones libres” como condición para el mejoramiento de las relaciones con Estados Unidos. ¿Será, acaso, el sistema  electoral de ese país, donde el principal elector y el más alto candidato son el dinero y no los méritos, el que quieren imponernos?  ¿O la oportunidad de votar para elegir a millonarios que serán cada vez más millonarios a costa de que sus electores sean cada vez más pobres?
Entre los “beneficios” que desean  para nuestro pueblo, ¿Se encontrará el muchas veces anunciado de privatizar la medicina, para que esta vuelva a convertirse en una mercancia y los enfermos en clientes? ¿O la privatización de la educación  para  regresar al analfabetismo y la incultura?
Entre los “valores” que nos proponen, ¿estará el de cambiar nuestro espíritu solidario y humano de tener miles de médicos en más de 60 países para salvar vidas, curar males y prevenir enfermedades,  y asumir, como lo ha hecho Estados Unidos, el envío de soldados para matar, pisotear derechos y arrebatar las riquezas de otros pueblos?
La visita de Obama a Cuba será dentro de un mes. Los cubanos, como se ha anunciado, lo recibiremos con la hospitalidad que nos caracteriza. El tendrá la oportunidad de conocernos de cerca. Y nosotros la de conocer con mayor precisión su prédica- que la considero valiente- y su disposición para convertirla en acciones, lo que requerirá voluntad y valentía multiplicadas.
Muchos  analistas –aunque con  criterios  parcializados y comprometidos con la política norteamericana, se aventuran a hacer listas sobre los “gestos” que debe tener Cuba para llegar a la normalización de relaciones con Estados Unidos. Pienso que esos “gestos” en el sentido que los mencionan, deben hacerlos, en primer lugar, los agresores, no los agredidos. A nosotros no corresponde- y nuestro gobierno lo está haciendo- la disposición de discutir cualquier tema, pero de igual a igual, sin menoscabo de nuestra independencia y mucho menos de los principios que nos sostienen. Y nos seguirán sosteniendo.

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