miércoles, 3 de febrero de 2016

La libertad que quiere el imperio para los cubanos


.Orlando Guevara Núñez
En reiterados momentos, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama ha dicho que sus gestiones para eliminar el bloqueo a Cuba persiguen ayudar al pueblo cubano. Ha mencionado, para ese fin, las palabras libertad, derechos humanos y democracia. No se diferencian en nada, a las utilizadas por el gobierno norteamericano cuando hace 54 años adoptó esa criminal guerra económica que  viene, desde entonces,  acosando y no  ayudando a este pueblo.
¿Cuál es la libertad que quieren para los cubanos? Quieren la libertad de los capitalistas para explotar a los trabajadores. La libertad de los latifundistas para avasallar a los campesinos, arrebatarles sus tierras y sumirlos en la miseria de la cual los liberó la Revolución. Quieren la libertad de gobiernos corrupto para regresar a las masas al analfabetismo, a la insalubridad, al desempleo, al hambre. Libertad para que se instalen de nuevo en el poder los ladrones, asesinos y corruptos  como Fulgencio Batista.
En el mundo convulso de hoy, el capitalismo es responsable de que en el planeta  que habitamos malvivan más de 1 000 millones de seres humanos hambrientos y desnutridos crónicos; 2 000 millones no tienen acceso a asistencia médica ni medicinas; casi 900 millones consumen agua no potable; más de 1 600 millones no disfrutan de servicio eléctrico, y una cifra superior a los 900 millones no tienen techo o viven en condiciones infrahumanas.
Esas tenebrosas cifran se nutren con unos 800 millones de analfabetos, 120 millones de niños sin escuelas, 250 millones de infantes que tienen que trabajar para ganar su sustento, de los cuales casi 20 millones tienen que hacerlo en condiciones de esclavitud, muchos de ellos bajo la explotacion sexual. Súmese a esa tragedia los más de 800 millones de desempleados, flagelo del que no escapan millones de personas en los países del llamado primer mundo.
La libertad que nos ofrecen es la de volver a nutrir esas bochornosas cifras.
Las palabras democracia y derechos humanos esconden la defensa de un sistema retrógrado, que como ave de rapiña se alimenta de los despojos causados por la  explotación y la pobreza. Nos quieren vender una democracia en la cual el poder pertenece siempre a los millonarios que, como fieras, luchan en las urnas de votos solo para hacer crecer las urnas de sus fortunas privadas, sin otras esperanzas para las masas que seguir esperando por las promesas incumplidas.
Para ellos, la democracia es el derecho a  ser electos, en medio de un sistema perfectamente diseñado para que cada vez los ricos sean más ricos y los pobres sean cada vez más pobres. La democracia que proclama el pluripartidismo, pero que desde mediados del siglo XIX solo dos partidos se distribuyen el poder y son, en esencia, un mismo partido, el de los poderosos contra los débiles. Para las masas, es como si los condenados a muerte tuviesen la libertad de  elegir  a sus verdugos.
Nos quieren vender a los cubanos la democracia y los derechos humanos de un imperio decadente, donde la policía mata cada año a dos mil personas, sobre todo negras, con la mayor impunidad. Nos hablan de democracia los jerarcas de un país donde menos del 10 por ciento de los obreros están sindicalizados, donde las mujeres ganan menos salario que los hombres por igual trabajo e igual calificación. Donde la educación y la salud no son patrimonio de todos. Un país donde la violencia y la droga son prácticas habituales. Y nos prometen democracia y derechos humanos los principales responsables de que en el mundo existan tantos humanos sin derechos y tantos crímenes en nombre de la democracia.
Hace pocos días leí un artículo del prestigioso intelectual argentino Atilio A. Borón, publicado en el boletín Por Cuba. Escojo solo un párrafo relacionado con el mismo tema que abordo.
“Esta disyunción entre palabras y acciones obliga a preguntar si hay uno o dos Obamas. Uno dice que quiere que “el pueblo cubano sea libre”. Se sobreentiende que el pueblo norteamericano ya lo es: por ejemplo, libre para tener más afroamericanos entre 20 y 24 años en las cárceles que en las universidades; libre para tener un 15 % de la población bajo la línea de pobreza; libre para que la mayoría de los niños de Estados Unidos viva en la pobreza; libre para que policías blancos maten a unos mil quinientos afroamericanos en el último año sin tener que rendir cuentas ante la justicia. Libres para no poder pagar la matrícula universitaria, o comprar los medicamentos que necesitan. Libres también para ver como el 1 % más rico se enriquece cada día más mientras que el 90 % inferior en la distribución del ingreso reduce su patrimonio a lo que poseía hace treinta años, en 1986, mientras que el 3 % más rico hoy se adueña de algo más de la mitad del total de la riqueza de ese país según los datos de la Oficina del Censo”.
El presidente Obama tiene a su alcance otra forma más práctica, más sabia y verdaderamente humana de ayudar al pueblo si es ese realmente su deseo.  Puede ejercer su poder para eliminar las bases esenciales del bloqueo y dejarle al Congreso solo la parte formal para eliminarlo totalmente. Elimínense  las leyes Helms-Burtton, la Torricelli, la de Ajuste Cubano; devuélvase la ilegal Base Naval de Guantánamo, convertido en centro de prisión y de torturas. Cese la política de hostigamiento y lucha por cambiar el sistema que los cubanos elegimos libremente y hemos demostrado saberlo defender hasta con nuestras propias vidas. 
Nuestro Héroe Nacional, José Marti, dijo en una ocasión, precisamente respondiendo a ofensas norteamericnas sobre nosotros, que los cubanos habíamos peleado como hombres y  a veces como gigantes para ser libres. Esa es la decisión que no podrá ser nunca bloqueada, ni desarraigada de la conciencia cubana.  Desde que el 17 de diciembre de 2014  que se hizo público el  inicio a la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, se han sumado dos años más del bloqueo. Si hoy el presidente Obama se refiriera al tema, tendría que agregárselos a la duración de una política que él mismo reconoció como fracasada.
Apoyamos en todo su dimensión el diálogo. Y nuestro apoyo es total hacia las posiciones adoptadas por el gobierno cubano. Dispuesto a discutirlo todo de igual a igual. Que los gobiernos de los Estados Unidos no hayan entendido ese mensaje, es otro de sus grandes fracasos frente a la Revolución cubana, frente al gobierno cubano, o lo que es lo mismo: frente al pueblo cubano.





No hay comentarios:

Publicar un comentario