miércoles, 3 de febrero de 2016

A 54 años del bloqueo: la dignidad cubana se yergue sobre el deshonor de los gobiernos norteamericanos



.Orlando Guevara Núñez

Este 3 de febrero, se cumplen  54 años de que el presidente de los Estados Unidos, J. F. Kennedy, firmara la Orden Ejecutiva Presidencial 3447, Resolución Federal 1085, estableciendo el bloqueo económico, financiero y comercial contra Cuba.
El hostigamiento  venía desde el mismo triunfo de la Revolución. Pero a cada intento de destruir la Revolución y crear el caos en el país, le seguían los fracasos. Se había producido ya la derrota militar yanqui en Playa Girón,  y la fortaleza del proceso revolucionario cubano era inocultable.
El 31 de enero de 1962, durante la Octava Reunión de los Ministros de Relaciones Exteriores de los países integrantes de la Organización de Estados Americanos (OEA) Cuba, por mandato de los Estados Unidos y complicidad de los gobiernos incondicionales a los dictados del imperio, expulsó a Cuba de ese organismo, alegando su incompatibilidad con los principios y objetivos del Sistema Interamericano.
Pretendieron aislar a Cuba del resto de los países de esta área. En un primer momento, con excepción de México y Canadá, los demás gobiernos rompieron sus relaciones con nuestro país. El imperio, satisfecho, creyó llegado el fin de la Revolución. No concebían que gobierno alguno pudiera sostenerse en pie frente a golpe tan demoledor. Se oficializaba de esa forma una medida que Estados Unidos tenía como reserva dentro de sus planes anticubanos.
El 18 de enero de ese año 1962, el gobierno de los Estados Unidos  había discutido el documento titulado Proyecto Cuba-Operación Mangosta, que pretendió destruir la Revolución en un período corto de tiempo. Ese siniestro proyecto incluía 13 medidas económicas, cuatro tareas de inteligencia, seis de tipo político, cuatro psicológicas –de propaganda- y cinco de carácter militar.
Se instrumentaba así una verdadera guerra económica y en otros campos, que sigue aún vigente. Por un lado, se planteaba cerrar a Cuba las puertas del comercio exterior; por otro, como está plasmado en la tarea 21 de este plan, “La CIA debe entregar un plan para el 15 de febrero para provocar fracasos en las cosechas de alimentos en Cuba. En la tarea número 30 del mencionado Proyecto, quedaba clara la esencia de la política agresiva de los Estados Unidos hacia nuestro país: “La CIA debe entregar para el 15 de febrero su plan operativo para las acciones de sabotaje dentro de Cuba, incluyendo los plazos propuestos para las acciones y cómo ellas coadyuvan al surgimiento y apoyo de un movimiento popular, para alcanzar los objetivos del Proyecto”.
Habían llegado a la errónea conclusión de que era posible destruir a la Revolución cubana. Su equivocación, sin embargo, llega hasta los tiempos presentes.
El día antes de la oficialización del bloqueo norteamericano a Cuba, nuevas y sucias medidas se pondrían en práctica. Interferencia de las frecuencias de las comunicaciones cubanas aire-tierra, utilizadas para el control de los aeropuertos;  desorganizar  o neutralizar las instalaciones de comunicaciones militares y comerciales cubanas, introducción clandestina en Cuba de materiales corrosivos para provocar accidentes en aviones, vehículos terrestres y marítimos, además de socavar la confianza cubana en el combustible suministrado por la entonces Unión Soviética. Todos esos planes fueron ejecutados o trataron de ejecutarse.
A las medidas coercitivas, incluyendo la presión contra otros países, se unía la tarea, en el plano militar, de violar el espacio aéreo y marítimo cubanos, así como también retrasar, trastornar o impedir el transporte y sus comunicaciones, además de hostigar a la aviación civil y buques.
Los sabotajes y el terrorismo más brutal, se encaminaron a sabotear el suministro de níquel a la Unión Soviética, privando a Cuba de esos importantes recursos financieros; sabotear, asimismo, el suministro del petróleo soviético a nuestro país; sabotear, desde afuera, las comunicaciones, incluyendo plantas radiales y televisivas, plantas de energía eléctrica, servicios públicos y otros importantes objetivos.
La propaganda norteamericana quiere esconder, tras la palabra “embargo”, la esencia de un absurdo bloqueo, de una ilegal guerra económica, violatoria de las leyes internacionales sobre esta materia.
A lo largo de los 54 años de su existencia, la Revolución cubana no ha dejado de ser hostigada, amenazada y agredida por el gobierno imperialista de los Estados Unidos. El bloqueo oficializado el 3 de febrero de 1962, no ha dejado de recrudecerse y ser respaldado con leyes estranguladoras como la Helms-Burton, y una persecución sin límites con el objetivo de obstaculizar el comercio cubano con el resto del mundo.
Estados Unidos pretendió aislar a Cuba y ha sido el aislado. Hoy Cuba tiene relaciones con todos los países de América y del Caribe; en la ONU, en comprensible maridaje con Israel, ese país comparte el bochorno de mantener un bloqueo que su propio presidente ha reconocido como inútil.
Ese bloqueo que ha causado muchos sufrimientos al pueblo cubano, enormes pérdidas económicas y ha retrasado en varios años nuestro desarrollo, se mantiene hoy, en lo esencial,  intacto. Pero invariable ha sido también la dignidad del pueblo cubano para enfrentarlo y vencerlo.
Luego de 54 años, Estados Unidos continúa cargando con el deshonor de mantener esa guerra económica, mientras que Cuba mantiene y engrandece su resistencia y su victoria.


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