sábado, 27 de diciembre de 2014

Palma Soriano Disparos contra un sistema



                                                                  

 .Orlando Guevara Núñez

 Los ecos de los disparos rebeldes que el 27 de diciembre de 1958 sumaron a Palma Soriano al territorio libre de Cuba, continúan fraguando historia. La Ciudad del Cauto-como se le nombra también- sigue irradiando heroísmo y en su diario quehacer revive  los hechos gloriosos, escritos cuando en el amanecer del 23 de diciembre del último año de la tiranía comenzó el asedio rebelde a la ciudad.
Un disparo de bazuca contra la Estación de Policía, fue la señal. Así se iniciaba un prolongado y cruento combate que tras cinco días terminaría con la libertad conquistada.
La Operación Santiago estaba en marcha. Guisa, Jiguaní, Baire, Contramaestre, El Cobre, San Luis, El Cristo, La Maya, Alto Songo y otros territorios habían sido liberados. El cerco rebelde se cerraba sobre la ciudad de Santiago de Cuba. A lo largo de la Carretera Central – entre Santiago de Cuba y Bayamo- sólo Palma Soriano y Maffo permanecían en poder del ejército de la dictadura.
El 22 de diciembre de 1958, en El Tamarindo, lugar cercano a la ciudad palmera, se había reunido el alto mando rebelde, con la presencia del Comandante en Jefe, Fidel Castro; el jefe del Segundo  Frente Oriental Frank  País, Comandante Raúl Castro, y el también Comandante Juan Almeida Bosque, máximo  jefe del Tercer  Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy. En esa histórica reunión fueron concretados los detalles para la toma de la ciudad de Palma Soriano y el avance rebelde hasta la victoria total sobre las fuerzas batistianas.
Al otro día, la ciudad quedaba dentro de un cerco de fuego que aprisionaba al central azucarero, al cuartel, a la Jefatura de Policía y a los edificios que rodeaban el Parque Central. Palma Soriano estaba convertida en un amplio campo de batalla. Los rebeldes combatían desde los patios y portales. Dominaban las calles. Los soldados y los asesinos a sueldo: esbirros, masferreristas y chivatos (delatores) se escudaban en cualquier parte, acorralados, sin salvación posible.
Bombardeos y ametrallamiento de aviones trataban de intimidar a los rebeldes y atemorizar a la población y colaboradores que se sumaban a la ofensiva guerrillera. En medio de esa lucha sin tregua, una batería de morteros dispara sobre el cuartel y silencia una ametralladora 50. El asedio y la audacia pudieron más que la resistencia enemiga y sobrevino la rendición.
Cuando todas las posiciones militares habían cedido y capitulado, un reducto continuaba ofreciendo resistencia. Un oficial de la tiranía se había posesionado, con los soldados a su mando, de un almacén convertido en refugio y trinchera. Las fuerzas rebeldes convergen en este último objetivo, en pos del golpe final.
Por primera vez las tropas del Primer, Segundo  y Tercer Frentes, al mando de Fidel, Raúl y Almeida, combaten juntas, bajo las órdenes del Comandante en Jefe. Los balcones, azoteas y tejados se transforman en sitios de combate. La obstinada resistencia enemiga amaina. La rendición incondicional detiene las acciones y Palma Soriano, tomada por asalto, gana su libertad.
Los más de 350 soldados y oficiales que habían dominado a la ciudad, se inclinaban ante el empuje de las fuerzas insurrectas. Su derrota era total. Y el saldo no podía ser peor para ellos. Aparte de los muertos,  más de 250 prisioneros, mientras que la cifra de armas ocupadas ascendía a 357. La tiranía contaba ahora con una fortaleza menos. Desde entonces y para siempre, Palma Soriano nacía como baluarte de la libertad.
Después de la liberación de esta ciudad, entre Santiago de Cuba y Bayamo, quedaba sólo Maffo en manos del ejército enemigo.
Los días de la tiranía estaban ya contados. Desde la propia ciudad palmera, el Comandante en Jefe Fidel Castro lanzó su histórica alocución al pueblo de Cuba, ordenando el avance de las columnas rebeldes, no aceptar parlamento con el enemigo a no ser para su rendición incondicional ante el Ejército Rebele y llamando al pueblo a prepararse para la huelga general revolucionaria si fuese necesario. Así respondía Fidel a la maniobra del golpe de estado en la capital del país con el objetivo de frustrar el triunfo definitivo de la Revolución.
En otra alocución, el máximo jefe rebelde proclamó que si a las 6.00 de la tarde de ese día primero de enero las fuerzas batistianas acantonadas en el Cuartel Moncada, de la ciudad de Santiago de Cuba, no se rendían, las tropas rebeldes avanzarían sobre ellas y la tomarían en combate. Antes de la fecha fijada, se produjo la rendición y en esa misma fecha, con la huída del tirano, quedó sellado el triunfo de la Revolución cubana.

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