domingo, 11 de marzo de 2018

El ¡Solavaya! de José Cuevas, vigente para los cubanos




. Orlando Guevara Núñez

Ya a esta hora, José Cuevas Veranes debe haber ejercido su voto. Sigue vivo. Y en cada elección cubana a mi mente regresan los recuerdos de su historia contada sobre las elecciones cubanas de antes de 1959.  Aquella era la “democracia” que los yanquis bendecían en nuestro país.
Una vez me contó que en la zona rural donde vivía, su padre se rebeló contra la Guardia Rural al servicio de los gobiernos opresores. Y lo apalearon, golpiza que lo llevó a la muerte. La madre y los nueve hijos quedaron abandonados en la más terrible miseria.
Recordó  que un día la  madre  vino para Santiago de Cuba con tres hijos enfermos y llegó al único hospitalito infantil que existía en la entonces capital de Oriente. Uno sufría de gastroenteritis, otro carente de vitaminas en el cuerpo, y el tercero con tifus. Pero no tenía dinero para el pago de la asistencia médica ni de las medicinas.
Fue entonces que un politiquero – a la caza de personas humildes con esa u otras desgracias- le ofreció la solución a cambio de que le entregara la cédula electoral de ella y de su familia. El pacto tuvo que hacerse.
En otra ocasión, murió el hermano mayor, pero no había dinero para el gasto de los funerales. Uno de esos buitres de las urnas, nutriéndose del dolor de la familia, le propuso que “Si todos se unen y dan su voto, lo demás es fácil”. La dignidad no permitió esta vez la afrenta. Fue necesario pactar un “tendido luctuoso a plazos” y cargar con la deuda durante cinco años.
Ante aquella situación, es comprensible que uno de los hermanos de José Cuevas muriera de viruela, dos de tifus, al tiempo que dos hermanas fallecieron durante el parto.
Eran los tiempos en que los politiqueros lucraban con las desgracias de los pobres. Y las elecciones eran meros fraudes que llevaban al poder a los ricos que de cada elección salían más ricos mientras los pobres salían más pobres.
Hoy  todo es distinto. Lo que valen son los méritos, la consagración incondicional a los intereses del pueblo. Por eso es el pueblo quien nomina a los candidatos y los elige. Las puertas están cerradas para los oportunistas. Decisión de pueblo que como José Cuevas Veranes, repetiría su conclusiva expresión ante quienes regresarnos a las elecciones del pasado en Cuba: ¡Solavaya!

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