.Orlando Guevara Núñez
Este legado martiano, forma
parte de su poema A mis hermanos muertos
el 27 de noviembre, escrito en 1872 en España, a donde había sido deportado el año anterior,
como castigo a su osadía de desafiar al colonialismo y
defender las ideas independentistas.
Martí tenía entonces solo 19
años de edad. Y expresó en su canto el dolor inmenso por los ocho estudiantes
que, siendo inocentes, pasaron a formar parte del martirologio cubano.
Lloré,
lloré de espanto y amargura:
Cuando
el amor o el entusiasmo llora,
Se
siente a Dios, y se idolatra y se ora,
¡Cuando
se llora como yo, se jura!
El poema, luego de
transformar el dolor en compromiso con los caídos, cierra
con un reto de Martí a los
asesinos:
¡Déspota,
mira aquí como tu ciego
Anhelo
ansioso contra ti conspira:
Mira
tu afán y tu impotencia, y luego
Ese
cadáver que venciste mira,
Que
murió con un himno en la garganta,
Que
entre tus brazos, mutilado expira
Y
en brazos de la gloria se levanta!
No
te pare el que gime y el que llora:
¡Mata,
déspota, mata!
¡Para
el que muere a tu furor impío,
El
cielo se abre, el mundo se dilata!
Durante el juicio por los
hechos del 26 de julio de 1953, el joven revolucionario Fidel Castro afirmó que
José Martí era el verdadero autor intelectual del asalto. Y una confirmación de
la presencia allí de nuestro Héroe Nacional, es que en se alegato de auto
defensa La historia me absolverá,
entre las varias citas martianas, al referirse a sus hermanos caídos – seis en
combate y 55 asesinados- Fidel toma dos
partes de ese poema.
Uno, el ya citado Cuando se muere en brazos de la patria
agradecida… Otro, el inicial:
Cadáveres
amados los que un día,
Ensueños
fuisteis de la patria mía,
Arrojad,
arrojad sobre mi frente
Polvo
de vuestros huesos carcomidos!
¡Tocad
mi corazón con vuestras manos!
¡Gemid
a mis oídos!
¡Cada
uno ha de ser de mis gemidos
Lágrimas
de uno más de los tiranos!
¡Andad
a mi redor; vagad en tanto
Que mi
ser vuestro espíritu recibe,
Y dadme
de las tumbas el espanto,
Que es
poco ya para llorar el llanto
Cuando
en infame esclavitud se vive!
El mismo sentimiento de
Martí y de Fidel ante los hermanos caídos. En ambos, los mártires como fuerza
alimentadora de la lucha.
Al evocar Fidel a los caídos
en el Moncada citó otro pensamiento martiano conocido por los cubanos
(…) Hay un límite al llanto
sobre las sepulturas de los muertos, y es el amor infinito a la patria y la
gloria que se jura sobre sus cuerpos, y que no teme ni se abate, ni se debilita
jamás; porque los cuerpos de los
mártires son el altar más hermoso de la honra.
Esas palabras martianas
fueron escritas por Martí en Madrid, España, el 27 de noviembre de 1872 y reproducidas en hojas sueltas,
pegadas en lugares cercanos a la Corte española y comentadas favorablemente por
varios periódicos, según testimonio de Fermín Valdés Domínguez, amigo del
Apóstol de la independencia cubana.
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