.Orlando Guevara Núñez
El gobierno de los Estados Unidos se descarta cada día
más como criminal, agresor, violador de los derechos de los pueblos y de todas
las normas internacionales sobre las relaciones entre las naciones. Ahora,
acaba de echar por tierra lo establecido en Viena sobre el respeto diplomático,
al invadir la sede de la embajada de Venezuela en su territorio.
Es una medida grosera, digna de los piratas que siglos
atrás no tenían más norma que su fuerza y su política de despojo, de robo y
pisoteo de los derechos y los bienes de otros.
Y todo eso lo hacen con la hipocresía de invocar la
democracia y los derechos humanos. ¿Hasta dónde llegarán su prepotencia y su
engreimiento? ¿Será que solo
reaccionarán cuando los descalabros se traduzcan en pérdidas de vidas y
recursos para ellos, como está pasando ahora con otros?
Está demostrado que su “valentía” solo tiene frenos
cuando siente de cerca ese peligro. Así ha sucedido frente a Corea del Norte,
frente a Rusia y en la guerra comercial contra China. Amenaza, ofende, castiga,
pero a la hora cero conversa.
Los casos de Cuba y Venezuela son una clara demostración de
cómo una potencia utiliza la mentira, la fuerza, la guerra económica y el
bloqueo, violando con el mayor descaro las más elementales normas del derecho
internacional. ¿Hasta cuándo durará esa sucia política? ¿Tendrán que esperar
Trump y su jauría que su sueño de convertir a estos países en otros Irak,
Libia, Afganistán, por solo señalar tres
bochornosos ejemplos, se les revele como la pesadilla de otro Viet Nam?
Ignoran los déspotas, dijo José Martí, que los verdaderos
jefes de las revoluciones son los pueblos. Así, es compresible que los déspotas
que actualmente gobiernan en los Estados Unidos, no entiendan esa verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario