martes, 29 de diciembre de 2020

El pasado que no vamos a olvidar (IV, final)

 

.Orlando Guevara Núñez

 

 El presupuesto asignado a la salud  era realmente una vergüenza. Unos 25 millones de pesos, de los cuales políticos y funcionarios corrompidos se robaban gran parte. La mayoría de los recursos se concentraban en la capital, cuya población representando el 22% del total del país, contaba con el 61 por ciento de las camas.

. En la zona oriental la situación era más trágica. La Región Oriente Sur de Salud Pública, que abarcaba las actuales provincias de Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, tenía un presupuesto de sólo 1 300 000 pesos. Hoy  solo Santiago de Cuba sobrepasa los 400 000 000.

. La mortalidad infantil cubana superaba la tasa de 60 por cada mil nacidos vivos, aún cuando muchos niños no eran  registrados en su nacimiento por residir en lugares rurales donde la asistencia médica no llegó nunca durante la etapa pre revolucionaria.

. Miles de niños y adultos morían cada año  de enfermedades curables. Por la poliomielitis fallecían anualmente o quedaban inválidas unas 300 personas; el paludismo atacaba a unas 3 000; de la difteria eran presa unos 600 niños, mientras que la gastroenteritis causaba estragos en la propia ciudad de Santiago de Cuba. Incluso en 1957, se conoce el doloroso episodio del Valle de Mayarí Arriba, zona rural donde ese año murió el 80 por ciento de los niños menores de un año, como consecuencia de esa enfermedad.

. En el propio año 1953, una epidemia de gastroenteritis mataba dos niños cada día en Santiago de Cuba. Las autoridades achacaron la enfermedad a la mala calidad del agua y los alimentos, pidieron apoyo al país, y como respuesta recibieron unas pocas camas y cuatro cajas de medicamentos, lo que ni siquiera contribuyó a aliviar el mal.

La tuberculosis, el tétanos y otras enfermedades infecciosas, sembraban  la muerte en muchos hogares cubanos, principalmente los pobres.

. La salud era un negocio privado. Y la medicina, una mercancía. El 70 % del mercado de medicamentos estaba en manos de empresas norteamericanas y la población tenía que adquirirlos a  precios que multiplicaban su costo. El servicio médico rural no existía.

. El país contaba con solo unos 6 000 médicos, la mayoría en la capital cubana y otras grandes ciudades, mientras que gran parte de ellos ejercía la medicina privada. Las 131 casas de socorro existentes en el país, eran realmente una grotesca caricatura de atención sanitaria, y una gran mayoría de quienes recibían asistencia médica, se quedaban con las recetas en los bolsillos, al no poder comprarlas por falta de recursos. La atención estomatológica era ínfima. Una intervención quirúrgica era un lujo que pocos podían satisfacer. La expectativa de vida de la población andaba por debajo de los 60 años.

. Más del 94% de los establecimientos industriales tenían menos de cien empleados, mientras que más del 50% de los trabajadores de esa rama pertenecían al sector azucarero.

.Las industrias productoras de materias primas y recursos básicos, representaban sólo el 0,1% de las inversiones al margen de la industria azucarera, en su mayoría, en manos  extranjeras.

Ese era el “país próspero” que “disfrutábamos” los cubanos. Y esos son los “derechos humanos” y la “democracia” que sueñan nuestros enemigos devolvernos.

Fue esa la situación que inspiró a los moncadistas al combate. Todos esos males, fueron denunciados en el Programa del Moncada, que  inspiró las nuevas luchas, se fortaleció en el exilio, viajó en el Granma, escaló las montañas, fecundó los llanos, se tradujo en guerra revolucionaria y en victoria de pueblo.

Hoy los cubanos podemos  suscribir que pese a lo que resta por hacer,  nuestros sueños de ayer son las leyes revolucionarias de hoy.

El imperio yanqui y sus canes mercenarios, pasarán al basurero de la historia, y la Revolución cubana seguirá adelante, como lo expresó Fidel: “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”.

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