domingo, 19 de febrero de 2017

CUBA E IRLANDA: PASAJES DEL PASADO Y DE HOY





Wilkie Delgado Correa

Las Termópilas  no fueron sino un esfuerzo pasajero de una hora; mientras que el heroísmo de los cubanos ha sido constante y se ha desplegado en cien campos de batalla… Toda la historia humana no puede suministrar un ejemplo más elocuente de propósito heroico.” James J. O’Kelly

En estos días se encuentra de visita oficial en Cuba el presidente de Irlanda, Michael D. Higgins, primera de un mandatario de ese país en la historia, quien además de los encuentros oficiales propios de su cargo, y en particular con el Presidente Raúl Castro, ha incluido en su agenda una conferencia magistral en el Aula Magna del Colegio de San Gerónimo, de la Universidad de La Habana, la visita al Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri (IPK) y su presencia en  la sede, en la fortaleza de La Cabaña, de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Como una demostración adicional de su contacto directo con el pueblo cubano y de su carisma popular, el jefe de estado irlandés presentó en ese sitio el libro El crimen del Estrella del Mar, de su  compatriota Joseph P’Connor, a quien calificó como “uno de los grandes diplomáticos irlandeses, por la calidad de su prosa y la agudeza de los temas que trata”. Higgins recalcó también que la obra es “la primera de un autor irlandés publicada en Cuba desde Ulyses, de James Joyce”.

Sobre la República de Irlanda, o simplemente Irlanda, debe precisarse que se trata de una isla ubicada al noroeste de Europa.  Este Estado tiene como capital Dublín y ocupa aproximadamente las cinco sextas partes del territorio, o sea, 70 280 km², que representa el 83 % de la isla. Por tanto, su superficie es 15,3 veces menor que la de Cuba. Obtuvo su independencia efectiva del Reino Unido en 1922, tras una guerra de independencia cuyos orígenes se remontaban al siglo XIX.  El resto del territorio de la isla, Irlanda del Norte, pertenece al Reino Unido de Gran Bretaña. Y la aspiración y lucha  tradicionalmente presentes en sectores de la población de esta región, dividida entre nacionalistas y unionistas, por lograr una independencia total e integración  o mantener el actual estado ha sido sangrienta y es un capítulo histórico pendiente.

Durante el siglo XIX sufrió los embates de una hambruna colosal entre 1845 y 1849 que redujo, por muerte y emigración hacia todas partes, la población de entonces de 8 millones de personas a niveles de 4,5 millones. Con oscilaciones en distintos periodos, su población actual es aproximadamente esta, con una gran concentración en la capital.

De manera que si bien el país se ha caracterizado por la impronta de la emigración irlandesa y su asentamiento desde Australia hasta Estados Unidos, hay que enfatizar los aportes irlandeses, por ejemplo, a la literatura universal, ya que cuenta con cuatro Premios Nobel (George Bernard Shaw, Wiliam. B. Yeats, Samuel Beckett y Seamus Heaney) y otros muchos escritores con renombre mundial. Además, goza de buen estándar de vida.

Son varias las referencias de José Martí sobre Irlanda y los irlandeses en los Estados Unidos, entre las que cito, por su relación con los ideales independentistas, la siguiente, correspondiente a 1883: “Apretados en amplio salón los irlandeses, proponen que todo irlandés jure que no ha de llevar a la boca, ni tocar con su mano, ni poner sobre su cuerpo durante un año objeto de comer, beber, trabajar, o vestir que haya salido  del suelo o de los talleres de Inglaterra.”

Durante el siglo XIX fueron muchos los personajes de  origen irlandés que formaron parte de la sociedad cubana de la época, ya en altos cargos del gobierno español o como miembros de la clase adinerada. Sin embargo, el nexo más trascendente y auténtico se produjo en el periodo de 1872 a 1873, con la llegada a Cuba de James J. O’Kelly, corresponsal del periódico New York Herald, para informar sobre la guerra de independencia en Cuba y entrevistarse con Carlos Manuel de Céspedes, entonces presidente de la República de Cuba en Armas. Sus peripecias, los hechos, descripciones, juicios y valoraciones del viaje y el contacto directo con los jefes y soldados mambises y con las autoridades españolas, además de ser publicados en la prensa, fueron recogidos brillantemente en el libro titulado La Tierra del Mambí.

En su campamento situado dentro de un bosque espeso ocurrió el encuentro con Céspedes. Así se inició aquella entrevista entre Céspedes y O’Kelly.

O´Kelly le relató los principales incidentes ocurridos durante su viaje a través del territorio de la Isla, hasta que un agente del gobierno insurrecto le contactó. Y se comenzó el largo diálogo entre ambos personajes. En un momento posterior, O’Kelly aclaró a Céspedes, “le dije que era súbdito inglés, pero no soy inglés, sino irlandés”

–Entonces, quizás nos entendamos mejor, ¿no, señor O’Kelly? Ud. podrá comprender mejor la naturaleza de nuestra lucha.

–Sin duda, señor. Sé lo que es la aspiración de libertad de un pueblo, tanto del suyo como del mío –dijo O’Kelly con una franqueza absoluta ante aquella alma gemela que lo había impresionado tan hondo que le estremecía sus sentimientos patrióticos.

Finalmente, después de varias semanas de caminatas y estancias en los campamentos mambises, y largas conversaciones, llegó el día de despedida de O’Kelly.

Entre las anotaciones de Céspedes referidas a O’Kelly, resalta la  posible contribución de ambos en los planes de independencia respectivos. Esta es la cita:

“O’Kelly se presta a servir los intereses de Cuba. Ha formado una combinación para explotar el elemento irlandés. Si ayuda para alcanzar el reconocimiento de nuestra beligerancia por los Estados Unidos, la República de Cuba le dará 20 000 rifles y un vapor, cuando esté definitivamente establecida y reconocida por las naciones como tal. Ese individuo se compromete, de acuerdo con nuestro agente a ganar los demás elementos de los Estados Unidos incluso al Presidente. Si lo consigue, será acreedor a una recompensa.”

O’Kelly, a su vez, resumiría en un pasaje de su libro La Tierra del Mambí, sus impresiones y valoraciones de su estancia junto a Carlos Manuel.

“El modo de vivir de la compañía presidencial no tenía nada de agradable. Los sufrimientos y penalidades deben haber probado hasta el extremo la devoción y el patriotismo de los cubanos que la componían... Aunque se veían obligados a desplegar una incesante actividad tanto física como moral, se sometían a ella con la mejor voluntad, de manera que, a pesar de todos sus sufrimientos y fatigas, siempre estaban alegres y contentos.”

Como conclusión del encuentro de aquel patriota irlandés con Cuba, quedan para las páginas de la historia todo lo contenido en su libro, aunque puedan sintetizarse en unas líneas breves, como éstas:

“La tierra del mambí es un país  completamente desconocido, pues lo han desfigurado en sus narraciones, así sus amigos como sus detractores.” “¡Y de cuanta constancia nos da pruebas este pueblo en su lucha por la libertad! Toda la historia humana no puede suministrar un ejemplo más elocuente de propósito heroico.”

Como dijo un amigo político irlandés, “O’Kelly estuvo siempre por la libertad: “Constantemente, desde 1858, y hora tras hora, toda su vida soñó y laboró por Irlanda.“ Y en Cuba podemos decir que los cubanos estamos en deuda con muchos que ayudaron a Cuba libre, como lo hizo O’Kelly, y que merecerán siempre un homenaje y un gesto de gratitud

O’Kelly nació en Dublín, Irlanda en mayo de 1842, tenía treinta años cuando estuvo en Cuba, vivió en Irlanda dedicado a la política y murió el 22 de diciembre de 1916. Pudo conocer de la independencia de Cuba en 1902, pero no así el día de la independencia de su amada Irlanda.

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