.Orlando
Guevara Núñez
Después de su brillante discurso en la Asamblea
General de las Naciones Unidas el 26 de septiembre de 1960, una multitudinaria
concentración de pueblo esperó al Comandante en Jefe Fidel Castro, frente al
entonces Palacio Presidencial. Era el 28 de septiembre, fecha que se grabaría
de forma instantánea en la historia de la Revolución cubana.
En medio del discurso del jefe revolucionario, se
escuchó la explosión de un petardo. Nadie se inmutó ante la acción terrorista,
una de las muchas que en esos días ejecutaba la contrarrevolución amamantada
por la Agencia Central de Inteligencia y el gobierno de los Estados Unidos. La
multitud comenzó a pedir ¡paredón! para los
criminales, coreó las consignas de ¡Venceremos! , ¡Viva Cuba! , ¡Viva la
Revolución! Y con fervor patriótico
entonó las notas del Himno Nacional cubano.
Fidel, seguro de la procedencia de la explosión,
expresó de inmediato: “Ese petardito ya todo el mundo sabe quién lo pagó, son
los petarditos del imperialismo. Creen... claro, mañana le irán a
cobrar a su señoría y le dirán, le dirán: "Fíjate bien, fíjate bien, en el
mismo momento en que estaban hablando del imperialismo sonó el petardo"
Y prosiguió
su discurso. “Pero, ¡qué ingenuos son! Si cuando tiraban bombas de 500
libras y hasta de 1 000 libras que decían "Made in USA” no pudieron
hacer nada, ni cuando tiraban bombas de cientos de libras de napalm, pudieron
tampoco hacer nada; y a pesar de sus aviones, sus cañones y sus bombas, los
casquitos se tuvieron que rendir y no
pudieron tomar la Sierra Maestra, ni pudieron librarse de los cercos, ¿cómo van
a avanzar ahora detrás de los petarditos?
Son los gajes de la impotencia y de la cobardía. ¡Cómo van a venir
a impresionar al pueblo con petarditos, si el pueblo está aquí en plan de
resistir, no ya los petarditos, el
pueblo está en plan de resistir lo que tiren o lo que caiga, aunque sean bombas
atómicas, señores!
La respuesta
fue viril y contundente, con el único lenguaje que tiene eficacia ante los
agresores: “¡Qué ingenuos son! ¡Si por cada petardito que pagan los
imperialistas nosotros construimos quinientas casas! ¡Por cada petardito
que puedan poner en un año, nosotros hacemos tres veces más cooperativas!
¡Por cada petardito que paguen los imperialistas, nosotros nacionalizamos
un central azucarero yanki! ¡Por cada petardito que pagan los
imperialistas, nosotros nacionalizamos un banco yanki! ¡Por cada
petardito que pagan los imperialistas, nosotros refinamos cientos de miles de
barriles de petróleo! ¡Por cada petardito que pagan los
imperialistas, nosotros construimos una fábrica para dar empleo a nuestro país!
¡Por cada petardito que pagan los
imperialistas, nosotros creamos cien escuelas en nuestros campos! ¡Por
cada petardito que pagan los imperialistas, nosotros convertimos un cuartel en
una escuela!, ¡Por cada petardito que
pagan los imperialistas, nosotros hacemos una ley revolucionaria! ¡Y por cada petardito que pagan los imperialistas,
nosotros armamos, por lo menos, mil milicianos!
De las ideas de Fidel
y el apoyo del pueblo, se fue fraguando una organización que nacería en
el fragor del combate.
“Estos
ingenuos parece que de verdad se han creído eso de que vienen los "marines"
y que ya esta el café colado aquí.
Vamos a establecer un sistema de vigilancia colectiva, ¡vamos a establecer un
sistema de vigilancia revolucionaria colectiva! Y vamos a ver cómo
se pueden mover aquí los lacayos del imperialismo, porque, en definitiva,
nosotros vivimos en toda la ciudad, no hay un edificio de apartamentos de la
ciudad, ni hay cuadra, ni hay manzana, ni hay barrio, que no esté ampliamente
representado aquí .
“Vamos a
implantar, frente a las campañas de agresiones del imperialismo, un sistema de
vigilancia colectiva revolucionaria que todo el mundo sepa quién vive en la
manzana, qué hace el que vive en la manzana y qué relaciones tuvo con la
tiranía; y a qué se dedica; con quién se junta; en qué actividades anda.
Porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo, ¡tremendo chasco se
van a llevar!, porque les implantamos un comité de vigilancia revolucionaria en
cada manzana para que el pueblo vigile,
para que el pueblo observe, y para que vean que cuando la masa del pueblo se organiza,
no hay imperialista, ni lacayo de los imperialistas, ni vendido a los
imperialistas, ni instrumento de los imperialistas que pueda moverse”. Están
jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con
el pueblo, y no saben todavía la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el
pueblo, advirtió entonces el Comandante en Jefe.
A poco de
reiniciarse el discurso de Fidel sobre el tema de la ONU, se escuchó una
segunda explosión. De nuevo el grito enardecido pidiendo paredón para los
terroristas, coreando la consigna de ¡Venceremos! y agregando, a las notas del Himno Nacional,
las del 26 de Julio. Fidel, maestro de la ironía aún en los momentos más
difíciles, no perdió la ocasión para ejercerla: ¡Déjenlas, déjenlas que suenen,
que con eso están entrenando al pueblo en toda clase de ruidos! (…)
¡Y gracias por los dos petarditos, porque nos han valido de mucho con
respecto a lo que estábamos explicando!
¡Y gracias porque ha servido para probar el temple que tiene nuestro
pueblo, para probar el valor que tiene nuestro pueblo, porque ni una mujer se
ha movido de su puesto! ¡ningún hombre
se ha movido de su puesto, ni se moverá de su puesto ante ningún peligro, ante
ningún ataque! ¡Cada uno de nosotros somos soldados de la patria,
no nos pertenecemos a nosotros mismos, pertenecemos a la patria! ¡No
importa, no importa que cualquiera de nosotros caiga, lo que importa es que esa
bandera se mantenga en alto, que la idea siga adelante!, ¡que la patria viva!
Mientras el
Comandante en Jefe hablaba en La Habana, esa misma noche, el pueblo comenzó a
movilizarse en todo el país para hacer realidad sus palabras, para organizarse
en las cuadras. Acababa de nacer esa grandiosa organización que todavía hoy
sigue, con razón, siendo odiada por el imperio y sus cómplices. Así, en medio
del fragor del combate, nacieron los Comités de Defensa de la Revolución que
este 28 de septiembre, después de 54 años, agrupan a más de ocho millones de
cubanos.
Ninguna
tarea de la defensa, de la producción, de los servicios, ni del desarrollo
social, ha tenido que esperar por el concurso de nuestros Comités de Defensa.
Ellos están integrados por el pueblo que luego de más de medio siglo sigue en
pie, indoblegable, inclaudicable, fiel a los principios del patriotismo, del
internacionalismo y del socialismo que continúa construyendo y defendiendo el
pueblo cubano.
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