miércoles, 21 de mayo de 2014

En el caso de los Cinco: Obama puede lavar una mancha del sistema judicial norteamericano



.Orlando Guevara Núñez

La solidaridad  mundial con la causa de Los Cinco crece en el mundo, incluyendo Estados Unidos, donde la verdad  lucha por abrirse paso y derrotar a la mentira. Sin embargo, el gobierno de Obama sigue empeñado en mantener la injusticia, al tiempo que los medios de difusión  de ese país le siguen haciendo el  juego para desinformar a la opinión pública.
Es un hecho bochornoso para el país que se auto proclama  paladín de la justicia, de los derechos humanos y de la democracia, haber cometido deliberadamente –y haber mantenido durante más de 15 años- graves violaciones de sus propias leyes y de su Constitución, castigando a personas inocentes, con castigos, además, desproporcionados y valiéndose de delitos fabricados que ninguno de los Cinco cometió.
Está más que probado que Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René no fueron espías. Ninguno de ellos obtuvo, ni trató de obtener, información secreta sobre Estados Unidos para suministrarla a Cuba. Su misión fue, en todo momento, monitorear a grupos contrarrevolucionarios y terroristas anticubanos, radicados en ese país y que actúan  contra el nuestro, no solo con  impunidad, sino también   respaldados por el gobierno norteamericano y la Agencia Central de Inteligencia, con el confeso objetivo de destruir a la Revolución cubana.
En el juicio, importantes testigos  gubernamentales  declararon que en las 20 000 páginas digitales ocupadas a los Cinco, ni una sola de éstas contenía ese tipo de información. Se declaró, además, que la actividad que ellos realizaban, en ningún momento constituyó una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos.
La grave acusación  contra Gerardo – conspiración para cometer asesinato en primer grado- quedó también descalificada en el propio juicio, al grado que el representante de la Fiscalía afirmó la inexistencia de pruebas para mantener esa acusación. Sin embargo, caso insólito, por ese cargo fue condenado a cadena perpetua. Otra cadena perpetua le fue impuesta por conspiración para cometer espionaje.  Igual sanción se les impuso a Ramón y a Antonio. El sadismo de la ¿justicia? norteamericana se reveló más cuando a los dos últimos se les suspendió esa condena, y no a Gerardo, por considerarse que, en definita, ya él tenía otra cadena  perpetua.
¿Dónde están los principios éticos, morales y de equidad de esa justicia? El primero que podría responder  esa interrogante es el presidente Obama, si hace honor a su condición de profesor de Derecho Constitucional que “enriquece” de  aval  profesional.
La gran verdad es que cuando el  proceso contra los Cinco es sometido a un análisis serio, afloran de inmediato las irregularidades, las ilegalidades, junto a la demostración de que  la mentira se impuso a la verdad, la injusticia a la justicia, y la sinrazón  a la razón.
Está claro que esas injustas condenas, mantenidas por más de cinco lustros, son, en esencia, una represalia contra el pueblo cubano y un acto de complicidad con la mafia contrarrevolucionaria de Miami.
La única intención de los Cinco fue preservar la vida de su pueblo frente a los  terroristas. Ellos asumieron  con honor esa misión y asumen con honor multiplicado las consecuencias. Hasta que la solidaridad  internacional logue quebrantar los barrotes. ¿Por qué no atiende Obama este reclamo?
Como se conoce, cerradas las vías legales, está en manos del presidente de los Estados Unidos poner en libertad a los tres  héroes cubanos aún prisioneros injustamente en su país. No fue él quien engendró la injusticia, pero al asumirla y mantenerla, es igualmente responsable. Tiene Obama en sus manos la posibilidad de lavar la mancha que hoy pesa sobre el sistema judicial norteamericano.



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