Orlando Guevara Núñez
Mucho escribió José Martí sobre el concepto de la honra. Y a muchas personalidades ilustres dedicó escritos, discursos y cartas.
En este caso, con esas dos palabras de tan alto contenido, inició un artículo publicado, en la Revista Venezolana, el 1ro. de julio de 1881. Estuvo dedicado a Miguel Peña, un natural de Andalucía, Venezuela, que juntó su destino a los pueblos de América por su independencia. Había fallecido en 1833.
“Valencia- dijo Martí- erige hoy una estatua al doctor Peña; pues hoy paga Valencia lo que debe”. Pero está hablando no solo de un venezolano, sino de un recio luchador junto a Simón Bolívar. De aquel que “ayudó a fundar pueblos”.
Del homenaje erigiéndole una estatua, diría el Apóstol cubano de la independencia que “merece presidir, en aposento de bronce, los destinos de la ciudad que él supo hacer tumba de realistas, fortaleza de derechos y cuna de republicanos”. Hace un juicio crítico de esta personalidad, Miguel Peña Páez, con sus virtudes y defectos, ubicándola en la época histórica que le tocó vivir.
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