Orlando Guevara Núñez
A un patriota se dirige José Martí cuando hace esta aseveración. Es a Juan Arnao, y la misiva está firmada en Nueva York, en diciembre 5 de 1887. Este cubano había enviado una carta renunciado a su responsabilidad en la Comisión Ejecutiva del Partido Revolucionario Cubano, por Martí presidida.
Lo persuade. Y le explica que: “Las inmaculadas de usted tienen la magia de las del padre querido para esta emigración que nunca vio en usted traiciones ni desmayos”. Y le comunica el criterio unánime de que su renuncia está motivada por su desconocimiento – al no asistir a la segunda junta- del carácter y trascendencia de los trabajos que, después de luminosa discusión, fueron encomendadas con cinco fines. Y a continuación se los enumera.
Más adelante, le argumenta que la Comisión Ejecutiva, que venera sus canas y estima su pureza, le había encargado preguntarle a él si con ese deber enfrente, deseaba dejarlos solos en él o ayudarlos a cumplirlo. Y lo invita, en nombre de la Comisión Ejecutiva, a que retire su renuncia, para placer de todos y bien de la patria.
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