.Orlando Guevara Núñez
Diciembre
de 1958 fue de una multiplicada intensidad
para el Comandante en Jefe Fidel Castro. Estaba en su punto culminante
la contraofensiva estratégica contra las fuerzas de la tiranía batistiana. No
había día sin combates. El Ejército Rebelde, luego de expulsar de la Sierra Maestra al enemigo, ahora lo
acorralaba en sus propias madrigueras en las ciudades, lo cercaba, lo acosaba,
lo desalojaba, lo rendía.
En
la zona oriental, las fuerzas de los frentes comandados por Fidel, Raúl y
Almeida, avanzaban de forma indetenible. El cerco sobre Santiago de Cuba se
cerraba cada día. En el norte de Oriente y límites con Camagüey, el Cuarto Frente Simón Bolívar batía también al ejército del tirano e
impedía el paso de refuerzos para esta zona.
Gibara,
Las Tunas, Los Güiros,
Velazco, San Agustín,
Puerto Padre,
Holguín y Chaparra, bajo la presión rebelde.
En
la zona central, las columnas invasoras de Camilo y el Che cumplían a cabalidad
su misión. En Pinar del Río el frente guerrillero estaba también acosando al
enemigo.
En
Oriente habían sido liberados El Cristo, Alto Songo, La Maya, San Luis, Baire,
El Cobre, Jiguaní, Contramaestre, sumados
otros poblados del territorio del
Segundo Frente. Se combatía en Maffo y se preparaba el ataque a Palma Soriano. Otros muchos
poblados, cercados y hostigados.
En
esas circunstancias, la actividad de Fidel se multiplicaba. En la Comandancia
Central, ubicada en La Rinconada, se realizaba, el 18 de diciembre, la elección
del presidente provisional de la República, Manuel Urrutia Lleó y otros
miembros del futuro Ejecutivo. Desde la
guerra, se trazaban objetivos para
después de la victoria. El propósito era que este presidente jurara su
cargo el 24 de febrero en el histórico poblado de Baire, pero el triunfo
aceleró el proceso, teniendo lugar ese juramento en Santiago de Cuba, durante
la proclamación del triunfo.
Allí,
en La Rinconada, se produce, casi exactamente dos años después de Cinco Palmas,
otro histórico abrazo de Fidel y Raúl.
La vez anterior, con ocho hombres y siete fusiles, ante los cuales expresó
Fidel: ¡Ahora sí ganamos la guerra! En esta ocasión, con centenares de
combatientes, un Ejército Rebelde a
punto de ganar la guerra, con las armas arrebatadas al enemigo.
Fidel
plenamente convencido de que el triunfo
revolucionario estaba cerca. Pero advirtiendo los peligros internos y externos.
Y sobre ello alertaba a todos los mandos
rebeldes.
Desde
su puesto de mando, precisa detalles
para todos los frentes y columnas. Cursa órdenes. Exige disciplina. Ordena el
combate sin tregua hasta la rendición incondicional del enemigo.
El
20 de diciembre, la Comandancia Central se traslada para el ingenio América (hoy América Libre) aledaño a
Contramaestre. El 22, en El Tamarindo, cercano a Palma Soriano, se precisan los
planes para el ataque a Palma Soriano y el avance final hacia Santiago de Cuba.
Por primera vez, actuarían juntas las fuerzas del Primer, Segundo y Tercer
Frente. En la madrugada del 23 comenzaría el asedio a la Ciudad del Cauto,
tomada por asalto el día 27.
Caimanera, Cueto, Sagua de Tánamo y Cayo
Mambí, se sumaban a los territorios liberados, en Oriente. El 18 Fomento y Meneses. El 21 Zulueta y el
22 Placetas. El 23 Sancti Espíritus, en la zona central. La moral del Ejército Rebelde crece en cada
acción; la del enemigo disminuye.
Fidel
indica a
las jefaturas rebeldes no
continuar devolviendo soldados hechos prisioneros, partiendo de que en esos
momentos el ejército batistiano, que ha recibido nuevas armas, está necesitado
de fuerzas. Los soldados devueltos son utilizados para suplir a los de
guarniciones, enviados a las zonas de
operaciones.
Así
se llega al 24 de diciembre. Fidel escribiría sobre ese día: “El día de Noche Buena, acompañado por Celia y
varios combatientes, visité a mi madre en Birán. Luego fui a Marcané y de allí
reemprendí el camino de regreso. En el recorrido hicimos un alto en Mangos de
Baraguá, lugar de la histórica protesta de Antonio Maceo”.
Faltaba
todavía una semana de intensa lucha. En esos días, quedaría más evidenciada la
grandeza militar y política de Fidel para derrotar al enemigo y alcanzar la
victoria definitiva.
La última semana de la guerra
revolucionaria contra la tiranía batistiana en Cuba fue de un combate sin
tregua. La capacidad militar y política del Comandante en Jefe Fidel Castro, se
impusieron al poderío enemigo y las maniobras, promovidas por el gobierno
norteamericano para impedir el ascenso del Ejército Rebelde al poder.
El viernes 26 Fidel, desde Palma
Soriano, escribe al Che. Lo alerta sobre
el peligro de compartir su autoridad, prestigio y fuerza con el Directorio
Revolucionario. “La guerra está ganada, el enemigo se desploma
estrepitosamente, en Oriente tenemos encerrados diez mil soldados, los de
Camagüey no tienen escapatoria. Todo eso es consecuencia de una sola cosa:
nuestro esfuerzo” Luego de alertar sobre posiciones que no son revolucionarias,
traza orientaciones precisas para impedir futuros problemas.
Ese mismo día, dirige una carta a
Belarmino Castilla Mas (Comandante Aníbal), jefe de la Columna 19 José Tey, del
Segundo Frente Frank País. Lo felicita y le indica que “tu objetivo es ahora
Mayarí”. Envía fuerzas con toda rapidez a tomar el camino de Mayarí a Preston.
Deben ser lo suficientemente numerosas para impedir que la guarnición se retire
(…) Le aclara que ya conversó eso con Raúl.
Con igual fecha, cursa instrucciones
al encargado del armamento para despacho de obuses y balas. En otra misiva de
ese 26 de diciembre, comunica al combatiente Juan Nuiry Sánchez su ascenso a
capitán del Ejército Rebelde.
El Sábado 27 se produce en hecho
trascendente: después de cinco días de duros combates, Palma Soriano es tomada
por asalto por las fuerzas rebeldes. Ese día, Fidel anotaría en su libro De la
Sierra Maestra a Santiago de Cuba, la contraofensiva estratégica: “Radio
Rebelde transmitió el parte que redacté sobre la toma de Palma Soriano. Aún
combatíamos en Maffo, pero los acontecimientos ya se precipitaban velozmente en
las pocas jornadas que restaban para el final de 1958 y el comienzo de 1959”.
Por vez primera habían participado en combate las fuerzas de los Frentes de
Fidel, Raúl y Almeida.
Más de 350 soldados y oficiales vencidos, además de muchos muertos. Más de
250 prisioneros, mientras que la cifra de armas ocupadas ascendía a 357. Una fortaleza menos de la tiranía. Palma
Soriano nacía como baluarte de la libertad.
En el parte sobre Palma Soriano, Fidel
avizora el peligro de otra maniobra enemiga: el bombardeo a las ciudades
liberadas por el Ejército Rebelde. Y lo denuncia con toda claridad.”El
Movimiento 26 de Julio está bien consciente del momento decisivo que vive Cuba.
Conocemos perfectamente que todas estas amenazas de ofensiva aérea encierran
una antipatriótica maniobra para
propiciar una intervención extranjera en Cuba. Pero nadie podrá robarle al pueblo
de Cuba el saldo beneficioso de la Revolución. Conquistaremos toda la justicia,
estamos a un paso de obtenerla, pero si intereses mezquinos intentan
obstaculizarlo, hasta el último combatiente de la Revolución sabrá morir de
cara al sol”.
Fidel había desentrañado las
intenciones intervencionistas norteamericanas en Cuba.
El
9 de diciembre de 1958, un funcionario norteamericano visitó en La
Habana al tirano Fulgencio Batista, enviado por el Departamento de Estado y con
la anuencia del presidente Eisenhower con una misión concreta: aconsejarlo para que
renunciara y diera paso a una Junta Cívico Militar. Una previsión para evitar
el triunfo de la Revolución.
Coincidentemente, ese 9 de diciembre
Fidel, en respuesta a una información de la revista norteamericana Times en la cual se expresaba la
posibilidad de que los Estados Unidos intervinieran en los asuntos cubanos, a
través de la OEA dejaría bien clara su posición:
A buena hora se aparece esa gente con
esas intenciones de intervención o de llamar a la Organización de Estados
Americanos (OEA). Cuando aquí la dictadura estaba tronchando cabezas por
decenas y por centenares, no se preocuparon absolutamente nada por eso. No
tienen derecho a venir a preocuparse ahora…De ninguna manera aceptaremos ningún
tipo de intervención en este conflicto (…) No aceptaremos nada que no sea la
rendición incondicional de Batista y Columbia. Todo el que permanezca al lado
de la dictadura, tendrá que rendirse. Ese es un problema que no hay ni que
preocuparse. El que venga a intervenir
tendrá que entrar peleando (…)
El 17 de ese mismo mes, el embajador
de Estados Unidos en Cuba, Earl Smith, le comunicaba al dictador que su
gobierno le retiraba el apoyo y sugería
la conveniencia de su renuncia e inmediata salida del país. En realidad
habían previsto que la victoria revolucionaria era un hecho inminente y se
esforzaban para evitarlo.
Fidel, al mismo tiempo, desbarataba
las maniobras externas e internas.
Los acontecimientos del 28 de
diciembre, confirmarían las consideraciones visionarias de Fidel.
Esa
mañana, en las cercanías de Palma Soriano, el Comandante en Jefe sostuvo
una entrevista solicitada por el general Eulogio Cantillo, jefe de operaciones
del ejército de la tiranía y
responsabilizado con sus tropas en Oriente, quien, apunta Fidel, “había
mostrado disposiciòn para sumarse al movimiento militar que junto al Ejército
Rebelde precipitaría la caída de la tiranía y el triunfo de la Revolución”.
En este encuentro quedó pactado que el
31 de diciembre, a las 3:00 de la tarde, se produciría la sublevación militar
en la capital. Fidel propone similar movimiento en el Cuartel Moncada, lo cual
es aceptado por Cantillo.
El jefe batistiano, pese a las
advertencias de Fidel, parte hacia la capital del país. Había estado de acuerdo
con tres advertencias del jefe de la Revolución: ni golpe de estado, ni dejar
escapar a Batista y otros asesinos, ni contactar con la embajada
norteamericana.
El mismo 28 de diciembre, Fidel
anuncia el ascenso de varios oficiales del Ejército Rebelde. Ellos fueron, a
Comandante: Calixto García Martínez, Luis Crespo, Raúl Menéndez Tomassevich,
Rafael Verdecia, Pungo; Aldo Santamaría, Manuel Piñeiro, Luis Orlando Rodríguez
y Félix Duque. A capitán: Enrique Jiménez Moya y Luis Borges Alducín. A teniente: Pastorita Núñez. También es
ascendido a Comandante Universo Sánchez.
Otra victoria rebelde precipitaba el
colapso de la tiranía: la guarnición de Maffo, cercada y asediada durante 20
días, rendía sus armas a los rebeldes.
El avance de las tropas rebeldes sobre
Santiago de Cuba proyectado para el 30 de diciembre, había sido aplazado, en
virtud de lo acordado con Cantillo. Sin embargo, ya en La Habana, el general
traicionó todo lo pactado e hizo las tres cosas que se había comprometido a no
hacer. Argumentó que lo acordado debía aplazarse hasta el 6 de enero. El
peligro previsto por Fidel se había cumplido; un golpe de estado que pretendía
escamotear el triunfo de la Revolución.
A una nota enviada por Cantillo, Fidel
responde de forma contundente desde Maffo: “El
contenido de la nota se aparta por completo de los acuerdos tomados. Es ambiguo
e incomprensible. Me ha hecho perder la confianza en la seriedad de los
acuerdos. Quedan rotas las hostilidades a partir de mañana a las 3 p.m. que fue
la fecha y hora acordada”
El último día del año, Fidel
intercambia notas con el coronel Rego Rubido, jefe de la Plaza Militar de Santiago de Cuba. Se trata de evitar la
batalla final, la de la capital oriental. Pero la decisión de enfrentarla no
frena el paso rebelde.
En una alocución al pueblo de Cuba,
alerta sobre las maniobras para escamotear el triunfo revolucionario. En otra
imparte instrucciones a los Coordinadores provinciales y municipales del
Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Les indica asumir provisionalmente el
gobierno de cada municipio.
En la mañana del 1ro. de enero de
1959, en el Central América, Fidel recibe la noticia sobre la huída del tirano.
En la capital está en marcha el golpe de estado, fruto de la traición de
Cantillo y el complot yanqui. Radio Rebelde difunde con rapidez la noticia.
Informa, orienta. Hasta que cede sus micrófonos al Comandante en Jefe Fidel
Castro.
La alocución de Fidel, firmada en el
Central América, está dirigida a todos los Comandantes del Ejército Rebelde y
al pueblo de Cuba. La primera orientación es que cualesquiera que sean las
noticias procedentes de la capital, las tropas rebeldes no deben hacer alto al
fuego en ningún momento. Conceder parlamento solo a las guarniciones que deseen
rendirse.
Las indicaciones son claras y precisas:
“Las operaciones militares proseguirán inalterablemente mientras no se reciba
una orden expresa de esta Comandancia, la que solo será emitida cuando los
elementos militares que se han alzado en la capital se pongan
incondicionalmente a las órdenes de la jefatura revolucionaria. ¡Revolución, SI; golpe militar NO!”
Hace un llamado al pueblo y
especialmente a los trabajadores a
prepararse para la huelga general cuando fuese orientada para contrarrestar
cualquier golpe contrarrevolucionario. Convoca a la más estrecha unidad entre
el pueblo y el Ejército Rebelde.
Desde Palma Soriano, Fidel se dirige
al pueblo de Santiago de Cuba, con instrucciones precisas, cuya esencia se
resume en el párrafo inicial: “Santiagueros: la guarnición de Santiago de Cuba
está cercada por nuestras fuerzas. Si a las seis de la tarde del día de hoy no
han depuesto las armas, nuestras tropas avanzarán sobre la ciudad y tomarán por
asalto las posiciones enemigas”
Tras pedir la cooperación del pueblo,
termina con una exaltación al patriotismo de los santiagueros:“Santiago de
Cuba: serás libre porque te lo mereces más que ninguna, y porque es indigno que
por tus calles se paseen todavía los defensores de la tiranía”.
Fidel pese a la magnitud de la
situación en Oriente, orienta cada paso en todo el país. Se dirige a los mandos rebeldes de Camagüey,
a las Columnas de Camilo y el Che, en la zona central. Camilo debe marchar
hacia la capital y ocupar Columbia como jefe; el Che, asumir la jefatura de La
Cabaña.
En las instrucciones se indica al
Comandante Aníbal ocuparse de la rendición de Mayarí, a Raúl, la rendición de
Guantánamo; igual misión para los comandantes Lalo Sardiñas y Delio Gómez
Ochoa, en Holguín y Victoria de las Tunas, respectivamente.
Se dan instrucciones también al Comandante
Dermidio Escalona, jefe rebelde de Pinar del Río. El Comandante Ramiro Valdés Menéndez debe permanecer en Las
Villas. Las columnas orientales, con Fidel al frente, marcharían hacia Santiago
de Cuba.
Días antes, el Comandante en Jefe
había enviado hacia la ciudad de Santiago de Cuba al combatiente Rey Irsula,
con algo más de cien hombres y sus armas, con la misión de tomar algunos
objetivos militares, edificios, hostigar
a las fuerzas represivas e impedir su libre movimiento y apoyo a las fuerzas
instaladas en el Moncada.
En otra alocución, Fidel llama a los
trabajadores a la huelga general en los territorios no liberados. El pueblo
respalda las indicaciones. Las maniobras reaccionarias son desbaratadas, el
Ejército Rebelde descabeza a la tiranía. Fidel, desde Palma Soriano, se dirige
hacia El Escandel y desde allí entra
victorioso a Santiago de Cuba cinco años, cinco meses y cinco días después de
la gloriosa mañana de la Santa Ana. Se completaba su predicción desde México
antes de la expedición del Granma: había salido, había llegado, había entrado y
¡había triunfado”. Había transitado el
heroico camino del combate a la victoria.
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