.Orlando Guevara Núñez
El 8 de diciembre de 1958, en Soledad de Mayarí,
territorio liberado del Segundo Frente
Oriental Frank País, fue celebrado el Congreso Obrero en Armas, devenido pilar
de la lucha por la unidad frente a la tiranía batistiana y firme apoyo al Ejército Rebelde, en el cual
fueron cifradas las esperanzas para los cambios que necesitaba el país.
En
esos días cruciales, era ya indetenible el avance victorioso de la ofensiva
rebelde. Había caído Guisa, el cerco sobre Santiago de Cuba crecía. La Batalla de Oriente
acorralaba al ejército opresor en sus guaridas, lo atacaba, le arrebataba
posiciones, mientras que las Columnas de Camilo y el Che proseguían su marcha
igualmente triunfante.
Los
dueños de centrales azucareros y todo su andamiaje administrativo, se habían
conjurado para no hacer la zafra azucarera de ese año, culpando al Ejército
Rebelde de ese daño al país. Múltiples eran sus falaces argumentos: carencia de
piezas y combustibles para las reparaciones, falta de créditos por la
inseguridad de los prestamistas ante la situación de guerra, situación de las
vías férreas obstruidas por sabotajes, junto a otras muchas artimañas.
Pero
la alianza batistiano mujalista tuvo una
decidida oposición obrera para frustrar esa componenda que habría tenido una
grave consecuencia para la economía familiar de los trabajadores
agroindustriales del azúcar.
Fue
esa la situación que forjó la idea de convocar una Plenaria Azucarera que debía
reunir a trabajadores de centrales ubicados en territorios liberados del Segundo
Frente, y de algunos no liberados, con posibilidades de asistir. La
convocatoria sería realizada por el Buró Obrero del 26 de Julio, auspicio al
cual se sumó el Frente Obrero Nacional Unido, cuyos pronunciamientos coincidían
con los objetivos básicos de la lucha unitaria y los intereses de los
trabajadores.
La
idea inicial de aquel encuentro creció en proyección, al sumarse muchas
organizaciones obreras de otros sectores, entre ellos el ferroviario,
portuario, transporte, comercio, medicina, teléfonos, construcciones, artes
gráficas, electricidad, panaderos, músicos, carpinteros, víveres, farmacias,
licoreros, así como trabajadores de la Nicaro y la Base Naval de Guantánamo.
La
selección de los delegados a este Congreso Obrero en Armas se realizó mediante
asambleas de los trabajadores en las zonas liberadas, mientras que en las no
liberadas fueron seleccionados, mediante métodos clandestinos, por el
Movimiento Revolucionario 26 de Julio, el Partido Socialista Popular o el
Frente Obrero Nacional Unido.
Por
las diferentes vías, resultaron elegidos al Congreso 110 delegados. Y la cita quedó fijada para el
siete de diciembre, en el mismo local donde poco tiempo atrás había sesionado
el Primer Congreso Campesino en Armas. Pero fue necesario iniciarlo el día
ocho. Y en realidad quedaron 98 delegados, pues 12 adoptaron posiciones divisionistas y
diferencia de objetivos, por lo cual tuvieron que retirarse. La unidad salió
triunfadora.
De
aquel singular encuentro obrero, emanaron 14 acuerdos de importante
trascendencia para la lucha inmediata. Se desautorizó a la CTC y la FNTA (mujalista) para discutir
o tratar con los hacendados y colonos lo relacionado con la zafra azucarera; se
convocó a asambleas en los centros de trabajo para sustituir a falsos y
sometidos dirigentes, y elegir, al mismo tiempo, una Comisión de Trabajadores
Libres, integrada por cuatro compañeros, que funcionarían como directivos
provisionales.
La
citada Comisión haría un inventario de las pertenencias del sindicato donde
actuara y discutiría los Contratos Colectivos de sus respectivos centros. Se
abolía, además, el descuento de la cuota sindical obligatoria y abogaba el cese
del descuento sobre sueldos, salarios y sellos del timbre.
Otro
de los acuerdos fue exigir que las empresas retuvieran el dinero descontado y
el que se descontara por maternidad obrera, jubilación y retiro azucarero, con
vistas a que el Gobierno Revolucionario determinara o legislara sobre ese
asunto.
Una
decisión que expresaba el apoyo a la guerra revolucionaria fue la de iniciar la
lucha por el pago del diferencial azucarero y donar el 20 por ciento de lo
cobrado al Ejército Rebelde.
El
décimo acuerdo planteaba “Luchar junto a
nuestros compañeros campesinos por una verdadera Reforma Agraria que acabe con
el latifundismo, los desalojos, e incluya a los obreros agrícolas”.
También
se respaldó la declaración constitutiva del Frente Obrero Nacional Unido y
apoyar sus acuerdos.
De
los debates nació la decisión de garantizar la reparación de los centrales y la
zafra, con o sin dinero, y reparar las vías férreas que fueran autorizadas por la Comandancia Central
del II Frente, sin interferir las operaciones militares.
Apoyo incondicional e
irrestricto a nuestro glorioso Ejército Rebelde. Así quedó plasmado un acuerdo de ese
Congreso Obrero en Armas. Otra medida abarcaba varios aspectos con incidencia
directa en los centros de trabajo.
Al
conmemorarse el XXV aniversario de este trascendente acontecimiento, diría el
General de Ejército Raúl Castro: A este histórico Congreso no pude asistir
por las responsabilidades que debí asumir durante la ofensiva de nuestras tropas
sobre Songo, La Maya y San Luis; pero me
mantuve al tanto de todas las actividades y del entusiasmo y seriedad con que
trabajaron los veteranos organizadores del evento, de los peligros y
dificultades afrontados por los 98 delegados, de la profundidad y amplitud del
informe central, de las posiciones revolucionarias asumidas por todos durante
el debate y de los acuerdos finales, los cuales catalogamos como un índice
inequívoco de la fuerza del pueblo en armas, de la inteligencia y madurez del
proletariado cubano.
Así,
fragua de unidad revolucionaria, lucha contra el divisionismo y el oportunismo,
combate contra el mujalismo, alianza obrero campesina y nuevas fuerzas sumadas
a la Revolución,
estuvieron entre los objetivos conquistados por ese encuentro obrero que cumple
ahora 60 años. Lo demás - como lo hicieron los delegados que aún bajo la
metralla enemiga sesionaron en Soledad de Mayarí- sería luchar hasta la
victoria definitiva, poco después alcanzada.
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