sábado, 5 de marzo de 2016

¡Patria o Muerte!




.Orlando Guevara Núñez
Hoy, 5 de marzo, se cumplen 56 años del memorable discurso de Fidel Castro al despedir el duelo por los cubanos víctimas del criminal sabotaje al vapor francés La Coubre, en el puerto de La Habana.
Esta nave venía cargada de armas que serían entregadas al pueblo para su defensa, las que habían sido compradas en Bélgica, pese a las presiones del gobierno de los Estados Unidos para impedirlo.
Ese día, el Comandante en Jefe de la Revolución cubana, hizo un detallado análisis del suceso que llenó de luto a todos los cubanos. Y pronunció, por primera vez, las palabras que hoy siguen acompañando a nuestro pueblo en su incansable lucha contra sus enemigos: ¡Patria o Muerte!
Como recordación de aquel episodio doloroso, reproducimos aquí algunos párrafos de aquel discurso, con vigencia plena para los tiempos presentes y los que están por venir.
“Nunca seríamos fuertes para agredir a nadie, no solo porque no tendríamos numéricamente armas, ni hombres, ni recursos, sino porque nunca tendríamos derecho para agredir a nadie; y por eso nunca seríamos fuertes, aunque tuviéramos recursos y armas, sencillamente porque no tendríamos derecho a hacerlo.  Y en cambio, nos sentimos fuertes para defendernos, estamos seguros de que somos fuertes para defendernos, porque estaremos defendiendo un derecho y sabremos defenderlo”.
“Entonces, ¿por qué no se quiere que tengamos los medios necesarios?  Es sencillamente porque se quiere que no podamos defendernos, se quiere que estemos indefensos.  ¿Y por qué se quiere que estemos indefensos?  Para doblegarnos, para someternos, para que no resistamos a las presiones, para que no resistamos a las agresiones.  ¿Y tienen precisamente derecho a obstaculizar nuestros esfuerzos para adquirir los medios para defendernos las autoridades de un país que no ha podido impedir que su territorio sea utilizado sistemáticamente para bombardearnos?”
“Es posible que mañana los diarios de ese país salgan diciendo que analizar estas verdades y estas razones es un insulto al pueblo de Estados Unidos.  Y valga aclarar que nosotros no insultamos al pueblo de Estados Unidos, ni nunca hemos insultado al pueblo de Estados Unidos; lo que ocurre es que a las verdades las llaman insultos, y las llaman insulto al pueblo para presentar a nuestro pueblo como un pueblo enemigo del pueblo de Estados Unidos.  Y las razones que nosotros argumentamos a los gobernantes —que son los responsables de la política de ese país— no son insultos al pueblo; porque entendemos, por el contrario, que quienes le hacen daño al pueblo norteamericano son los que cometen errores semejantes; los que ofenden al pueblo norteamericano son los que cometen errores semejantes.  Razonar, llamar las cosas por su nombre, aclararle al pueblo estas verdades, lo pintan como insulto, porque quieren dificultades de pueblo a pueblo, y aquí no hay dificultades de pueblo a pueblo, porque Cuba nunca tendrá dificultades de pueblo a pueblo con ningún pueblo del mundo”.
“Los pueblos son buenos, y no se pueden juzgar por sus gobernantes.  No habría sido justo juzgar a los cubanos, a este pueblo magnífico, por los gobernantes que la Revolución derrocó.  Los pueblos no tienen la culpa”.
“Nosotros hemos logrado el triunfo del pueblo después de siete años de cruenta lucha y de inmenso sacrificio.  En aquellos tiempos cualquier ciudadano podía ser torturado, cualquier ciudadano podía ser asesinado en las calles de las ciudades o en los campos, la tiranía más atroz imperaba en nuestra patria; mas eso no era obstáculo para que de Estados Unidos llegaran los barcos cargados de bombas y llegaran los barcos cargados de metralla, que en cambio no estallaban en el puerto de La Habana.  Sin embargo, nosotros no asesinamos a nadie, nosotros no torturamos a nadie, nosotros no golpeamos a un solo ser humano, nosotros hemos establecido en nuestra patria el imperio del respeto a la dignidad humana, a la sensibilidad humana, y nuestro Gobierno Revolucionario se ha caracterizado por ese clima de seguridad que tiene el ciudadano, por esa sensación de tranquilidad, de seguridad y de respeto que tiene el ciudadano; nosotros no torturamos, nosotros no asesinamos, y sin embargo, las armas que vienen para defender este régimen estallan al llegar a puerto.  En cambio, los torturadores de nuestro pueblo, los verdugos de nuestro pueblo, los que arrancaron la vida de 20 000 compatriotas, los que asesinaban estudiantes, campesinos, obreros, los que asesinaban hombres y mujeres, los que asesinaban profesionales, los que asesinaban a cualquier ciudadano, esos recibían directamente armas y pertrechos que no estallaban”.
“Cuando se trata de un régimen revolucionario justo, un régimen revolucionario humano, un régimen que tanto se ha esforzado por defender los intereses del pueblo, los intereses de nuestro pueblo sufrido y explotado —explotado por los monopolios, explotado por los latifundios, explotado por los privilegiados—, un régimen que ha librado al pueblo de todas esas injusticias, un régimen de la mayoría del país, un régimen humano, lo combaten.  Al régimen criminal e inhumano, al régimen de los monopolios y de los privilegios, lo ayudaban.  ¡Vaya democracia que ayuda a los criminales y ayuda a los explotadores!  ¡Democracia es esta, donde el hombre vale para nosotros y valdrá siempre más que el dinero!  Porque por dinero no derramaremos jamás una gota de sangre humana; por dinero, por intereses egoístas, no sacrificaremos jamás una gota de sangre humana”.
“Y sin inmutarnos por las amenazas, sin inmutarnos por las maniobras, recordando que un día nosotros fuimos 12 hombres solamente y que, comparada aquella fuerza nuestra con la fuerza de la tiranía, nuestra fuerza era tan pequeña y tan insignificante, que nadie habría creído posible resistir; sin embargo, nosotros creíamos que resistíamos entonces, como ­creemos hoy que resistimos a cualquier agresión.  Y no solo que sabremos resistir cualquier agresión, sino que sabremos vencer cualquier agresión, y que nuevamente no tendríamos otra disyuntiva que aquella con que iniciamos la lucha revolucionaria:  la de la libertad o la muerte.  Solo que ahora libertad quiere decir algo más todavía: libertad quiere decir patria.  Y la disyuntiva nuestra sería patria o muerte”.
“Y así un día como hoy, luctuoso y trágico, doloroso para el pueblo, doloroso para el gobierno, doloroso para los familiares de los obreros y los soldados, y los ciudadanos que cayeron; en un momento como este, importante, es bueno que dejemos sentadas estas cosas, y que nuestra disposición de resistir no es solo la disposición de resistir militarmente.  Creen tal vez que tenemos valor para morir, pero que no tenemos valor para resistir las privaciones, y los hombres tienen valor para resistir, incluso las privaciones que menos se imaginan”.
“Si aquellos hombres que comenzaron la lucha en las montañas no hubiesen tenido valor para resistir las privaciones, habrían sido vencidos; mas, no fue así, porque tuvieron entereza para resistir las privaciones.  Hombres débiles son los que no tienen entereza para resistir las privaciones; hombres o mujeres fuertes son los que tienen entereza para resistir las privaciones.  Y un pueblo que tiene el valor de cualquier sacrificio en el combate, debe también tener el valor de cualquier privación.  Porque se equivocan también cuando creen que mediante represalias económicas nos van a derrotar.  Y aquí cabría decir que más vale pasar hambre en libertad que vivir esclavizados en la opulencia; que más vale ser pobres pero ser libres, aunque nos cueste mucho y aunque fuese largo el camino del desarrollo de nuestras riquezas —algún día habremos alcanzado también esa meta—, pero más vale ser pobres pero ser libres, que ser ricos y ser esclavos; mucho más cuando aquí éramos esclavos y pobres, y por lo menos ahora somos pobres pero libres, y algún día seremos libres y además ricos”.
“¡Quién iba a soñar siquiera que un día militares y obreros no serían enemigos, que un día militares y obreros y estudiantes y campesinos y pueblo no serían enemigos; que algún día los intelectuales marcharían del brazo de los hombres armados; que algún día el pensamiento, la fuerza de trabajo y el fusil marcharían juntos, como han marchado hoy!”
“Antes marchaban separados, antes eran enemigos, antes habían hecho de la patria disímiles intereses, disímiles grupos, disímiles instituciones, y hoy la patria es un solo sentimiento, la patria es una sola fuerza, la patria es un solo grupo.  Hoy no combaten muriendo entre sí campesinos y soldados, o estudiantes y policías, pueblo y fuerzas armadas; hoy, surgimos todos del mismo anhelo y de la misma aspiración; pueblo y militar son idéntica cosa.  Antes combatían entre sí, hoy combaten juntos; antes marchaban por disímiles caminos, hoy marchan juntos, hoy luchan juntos obreros y soldados, hoy mueren juntos, unos a los otros ayudándose, unos dando las vidas por salvar a los otros Hoy he visto —como decía— más gloriosa y más heroica a nuestra patria, más admirable a nuestro pueblo digno de admirarse como se admira a una columna que regresa del combate, digno de identificarse y solidarizarse con él como se solidarizan los hombres de un ejército después de una batalla”.
“Lo que importa no son los claros en las filas; lo que importa es la presencia de ánimo de los que permanecen en pie.  Y no una, sino muchas veces, vimos claros en nuestras filas, en las filas de nuestro ejército; vimos claros dolorosos, como hoy vemos claros en las filas del pueblo, pero lo que importa sobre todo es la entereza del pueblo que se mantiene en pie”.
“Y así, al despedir a los caídos de hoy, a esos soldados y a esos obreros, no tengo otra idea, para decirles adiós, sino la idea que simboliza esta lucha y simboliza lo que es hoy nuestro pueblo:  ¡Descansen juntos en paz!  Juntos obreros y soldados, juntos en sus tumbas, como juntos lucharon, como juntos murieron y como juntos estamos dispuestos a morir”.
“Y al despedirlos, en el umbral del cementerio, una promesa, que más que promesa de hoy es promesa de ayer y de siempre:  ¡Cuba no se acobardará, Cuba no retrocederá; la Revolución no se detendrá, la Revolución no retrocederá, la Revolución seguirá adelante victoriosamente, la Revolución continuará inquebrantable su marcha!
Y esa es nuestra promesa no a los que han muerto, porque morir por la patria es vivir, sino a los compañeros que llevaremos siempre en el recuerdo como algo nuestro; y no en el recuerdo en el corazón de un hombre, o de hombres, sino en el recuerdo único que no puede borrarse nunca: el recuerdo en el corazón de un pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario