jueves, 12 de marzo de 2015

Agresión a Venezuela: camino hacia otro fracaso



.Orlando Guevara Núñez

El  Premio Nobel de ¿la Paz? Barack Obama, ha anunciado nuevas medidas de sanción contra el pueblo de Venezuela. Y ha declarado al gobierno de Nicolás Maduro como un peligro para la seguridad de los Estados Unidos.
En diciembre pasado, este mismo mandatario reconoció que el bloqueo a Cuba, con más de cinco décadas de aplicación, ha sido un fracaso, por lo cual anunció un cambio  que daría inicio al restablecimiento de relaciones diplomáticas con el gobierno cubano.
Habló de paz con Cuba, pero está incentivando la guerra con Venezuela. Desde luego, en el caso cubano de  lo que habla es de cambiar el método, no el fin.
Para cualquiera que tenga alguna noción sobre  el derecho de los pueblos a su soberanía y a escoger el sendero político, económico y social que les convenga, está claro que la posición del gobierno de los Estados Unidos contra Venezuela es totalmente arbitraria, ilegal, injerencista e inaceptable.
En el caso de Cuba, Obama heredó de otras administraciones el bloqueo, las agresiones, el intento de aislamiento y otras muchas medidas que él mismo ha calificado como inefectivas. En el caso de Venezuela, el presidente de los Estados está fomentando una política también absurda. ¿Habrá que esperar años de sufrimiento del pueblo venezolano, penurias económicas, sangre derramada, hasta que futuros presidentes norteamericanos  reconozcan un fracaso similar al de su política contra Cuba?
Me cuento entre quienes tienen la convicción de que el inicio de las conversaciones Cuba-Estados Unidos con el objetivo de reanudar sus relaciones diplomáticas es un hecho positivo; pero no es una dádiva al pueblo cubano, sino un victoria de éste, ganada con la firmeza, los principios y el sacrificio de más de medio siglo. Y me cuento también entre quienes confían en que el pueblo venezolano será capaz- como lo está siendo- de agregar una nueva victoria contra la agresividad y el desprecio del imperio norteamericano en nuestra América, ya en marcha indetenible hacia su verdadera y definitiva independencia.
Tal vez, si el gobierno norteamericano mirara más hacia adentro, hacia su propio territorio, hacia su propio sistema, podría darse cuenta de donde está el verdadero peligro, no para su pueblo, sino para quienes se erigen sobre él y –en su nombre- se creen con el derecho de sojuzgar a los demás,en cualquier lugar del mundo.

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