martes, 14 de octubre de 2014

Anotaciones al artículo del The New York Times Tiempo de Acabar el Embargo a Cuba



.Orlando Guevara Núñez
Una amplia difusión en el mundo,  sobre todo a través de  los medios de comunicación y  redes sociales, ha tenido el artículo Tiempo de Acabar el Embargo a Cuba, publicado  el  reciente 12 de octubre por el influyente diario estadounidense The New York Times, opinando  lo que debe hacer el presidente de ese país, Barack Obama,  en su política hacia Cuba.
Pese  a lo que considero positivo de pedir un nuevo rumbo político del gobierno de su país  hacia el nuestro, considero que el propio órgano de prensa no se despoja de un lenguaje tan obsoleto como la medida que critica y, por tanto, debiera modificarse también  si se quiere contribuir  a los  propósitos anunciados.
El propio título es un ejemplo. Se habla del “embargo” a Cuba. Esa palabra esconde el verdadero sentido de la verdad. En lugar de embargo, lo que existe desde hace más de medio siglo es un bloqueo económico, comercial y financiero violatorio de las más elementales normas de las relaciones internacionales y la soberanía de los Estados. Es una guerra económica que, desde su inicio, no ha dejado de recrudecerse.
No cambia  este periódico, en su lenguaje,  el  tan desgastado argumento imperial sobre el bloqueo norteamericano a Cuba.  “El régimen de los Castro ha utilizado dicho embargo para excusar sus fallas y ha mantenido a su pueblo bastante aislado del resto del mundo”.  Si esto fuera cierto, ¿por qué todos los gobierno yanquis han desaprovechado laoportunidad de eliminar ese “pretexto”?  Se oculta una verdad que muy pocos en el mundo pueden exhibir: en Cuba el gobierno es el pueblo y el pueblo es el gobierno. Sin esa condición, no habríamos podido sobrevivir a las agresiones imperiales.
Se quiere seguir engañando a la opinión pública, haciendo aparecer que las dificultades económicas de Cuba son causadas por deficiencias administrativas, al margen del bloqueo. Sobre esa falacia, le eschuché un día al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, decir que pensar de esa forma sería como coger a una persona, amarrarla a una roca, tirarla al mar y después  decir que se ahogó porque no sabía nadar.
Documentos hoy desclasificados por Estados Unidos, fijan el 6 de abril de 1960, como fecha en que el Departamento de Estado de ese país, refiriéndose a Cuba,  aseveró en un informe que “El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas”. Se abogó por la utilización “prontamente de cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba (…) disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Esas fueron y son las verdaderas causas de haber  implantado el bloqueo y no haber dejado de incrementarlo ni un solo instante, sin excepción de alguna administración norteamericana, desde Eisenhower  hasta Obama.
El artículo habla de que “Obama debe aprovechar esta oportunidad para darle fin a una larga era de enemistad  y ayudar a un pueblo que ha sufrido enormemente desde que Wasington cortó relaciones diplomáticas en 1961, dos años después de que Fidel Castro llegó al poder”.  No se aclara que la enemistad ha sido unilateral, contra Cuba. Sí estamos de acuerdo con la afirmación de que suspender el bloqueo sería una ayuda al pueblo cubano, la única que necesitamos y queremos y a la cual tenemos el pleno derecho.
¿Aislado el pueblo de Cuba por su propio gobierno?  Si el citado diario se acogiera a una información objetiva y veraz, no  se haría eco de una calumnia tan mendaz que cuenta, más o menos, con la misma edad del bloqueo.  El verdadero aislador  ha sido Estados Unidos, solo que, al cabo de más de medio siglo, se ha convertido en el aislado, mientras que Cuba sigue hoy más unida que nunca a los pueblos del mundo. La próxima votación en la ONU, a fines de este mes, sobre la necesidad de eliminar ese cruento bloqueo, ratificará esa afirmación.
Se dice en el artículo que “el deporable estado de su economía ha obligado a Cuba a implementar reformas”.  Cuba, aunque no lo dice, ni puede decirlo el periódico norteamericano, está haciendo las reformas que necesitan y quieren su gobierno y su pueblo. Y más que reformas, son profundos cambios para fortalecer el socialismo, no para debilitarlo, como ha ocurrido fatalmente en otras latitudes.
Cuando se refiere al tema económico cubano, el artículo no menciona para nada las graves consecuencias del bloqueo, sin excepción alguna, en todas las esferas del acontecer económico, con afectaciones que sobrepasan con creces el millón de millones de dólares. Se desconoce la verdad de que Cuba, cuando se implantó el bloqueo norteamericano, se quedó sin tener a quien comprarle ni a quien venderle, hecho que se repitió tres décadas después, a raiz de la extinción del Campo Socialista y de la Unión Soviética. Sin embargo, el pueblo resistió, enfrentó  la situación y se mantuvo en pie. Solo un pueblo revolucionario, con un gobierno revolucionario puede ser capaz de esta proeza.
No cambió el recorrido por otros caminos trillados – inexactos y calumniosos- el artículo sobre el tema de la emigración y los llamados disidentes cubanos. De poco merecido respeto es la afirmación de que “La Habana no ha explicado la sospechosa muerte del activista político Oswaldo Payás”. Nada tiene de sospechosa la muerte de ese individuo en un accidente del tránsito. Ni siquiera se respeta la memoria de los muertos para fomentar la cizaña y continuar agravando un tema del cual se convoca a un mejoramiento.
Por otra parte, se  repite la mentira de la falta de derechos de los disidentes para criticar cualquier medida gubernamental.  En Cuba ese derecho, como otros muchos, los tiene todo el pueblo no porque lo exija, sino porque se lo otorgó la Revolución desde el mismo 1ro. de enero de 1959.  Esto se dice en momentos en que en todo el territorio nacional se desarrollan las reuniones de rendición de cuenta del Delegado de Circuscripción a sus electores, eslabón en el que se concreta la realidad de que el gobierno es el pueblo. Lugar para las opiniones, para las críticas, para la exposición de cualquier tema. Esta vía, puesta  en práctica, cada seis meses, no es la únicaen una sociedad donde la población está organizada y tiene todas las posibilidades de ejercer sus derechos a través de las diversas instituciones, incluyendo las civiles.
En este artículo se sigue la rima a la patraña yanqui de, por un lado, obstaculizar de forma  permanente la emigración  legal de quienes desean hacerlo, incentivando al mismo tiempo  las salidas ilegales, sin importarle el riesgo para la vida de las personas que utilizan esta vía, en virtud de la criminal Ley de Ajuste Cubano.
Recoge el escrito del The New York Times, su preocupación porque en Cuba, en la Sección de Intereses de los Estados Unidos, los diplomáticos de ese país “tienen pocas oportunidades de salir de la capital para interactuar con el pueblo cubano y su acceso a los dirigentes de la isla es muy limitado”. Como se conoce, el único derecho que la diplomacia norteamericana perdió en Cuba desde el mismo triunfo de la Revolución, fue el de dictar órdenes a los gobiernos, de imponer políticas, de interferir en nuestros asuntos con irrespeto total a nuestra condición de país libre y soberano. No se dice, sin embargo, absolutamente nada, de las actividades contrarrevolucionarias de esa sede diplomática, probadas y denunciadas más de una vez por las autoridades cubanas. Ni se habla de las medidas arbitrarias del gobierno de los Estados Unidos contra la Oficina de Intereses de Cuba en ese país, imponiendo medidas bancarias que han obstaculizado el funcionamiento de esa sede diplomática.
Un análisis a medias hace el  citado periódico norteamericano al plantear que “Una relación más saludable podría ayudar a resolver el caso de Alan Gross, un experto en desarrollo que lleva casi cinco años detenido en la isla”. Le faltó decir que está preso no por su especialidad en desarrollo, sino por actividades subversivas en las que fue sorprendido con las manos en la masa. No menciona el referido diario el caso de los tres antiterroristas cubanos presos hace más de 16 años en los Estados Unidos  por proteger a nuestro país de las actos terroristas de grupos que desde ese territorio actúan con impunidad y apoyo contra la Revolución cubana.
Otras consideraciones contenidas en el artículo, referidas al   posible mejoramiento de las relaciones con Cuba, tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea, parecen hacerse bajo la mal aceptada resignación de que Cuba ha estado y estará siempre dispuesta al diálogo, pero bajo el inviolable principio de la igualdad y el respeto.
Luego de la lectura de esta publicación del The New York Times, pienso que es atinado abogar por la supresión del bloqueo, por injusto, por criminal y por ilegal. Pero, a la vez, hacerlo no solo porque se crea inefectivo para derrocar a la Revolución y sustituirlo por otros métodos, sino con un sentido de justicia verdadera.
Añado, por último, que, además de la eliminación de esa guerra económica, hay que eliminar las campañas mediáticas y los análisis parcializados, como este que nos brinda tan opulento diario. Porque continuar incentivando tergiversaciones, acusaciones falsas, repitiendo como catecismo la política agresiva y prepotente del imperio, en nada contribuiría a un arreglo de las relaciones entre estos dos países. No creo que le sea muy difícil a este órgano de prensa, si se lo propone, hablar con más objetividad  sobre la Revolución cubana.  Los nuevos aires que hoy soplan en la opinión pública norteamericana, sobre las relaciones con Cuba, deben ser liberados de cualquier contaminación, para que puedan ser respirados con salud.

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