.Orlando Guevara Núñez
El próximo 13 de agosto, nuestro
Comandante en Jefe Fidel Castro habría
cumplido 93 años de edad. Hombres de su talla, tardan en aparecer a veces
siglos. A los cubanos nos corresponde el orgullo de haber tenido entre nosotros
a quien inició una nueva era en nuestra Patria, la era del socialismo, que
trasciende hoy nuestras fronteras para insertarse en otros pueblos de este
Continente.
Nacido en cuna de acomodados,
decidió desde muy joven, asimilando la doctrina martiana, echar su suerte con
los pobres de la tierra.
Cuando aún no había cumplido
los 20 años de edad, se destacaba ya en las luchas políticas estudiantiles, y
su pensamiento comenzaba a trascender los muros de las aulas, para penetrar en
los graves problemas de la nación cubana, sumida en la corrupción de
gobernantes subordinados al gobierno de los Estados Unidos.
Estuvo en sus inicios entre
los cubanos que creyeron en la posibilidad de la lucha cívica y la vía
electoral. Pero el golpe de estado batistiano del 10 de marzo de 1952, lo convenció de que la verdadera
libertad cubana dependería solo de la lucha armada que derrocara el poder
tiránico para conseguir después las
reivindicaciones políticas, económicas y sociales del pueblo tantas veces engañado
y defraudado.
Esa convicción, lo lleva a
preparar y ejecutar, el 26 de julio de 1953, el asalto glorioso a los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. En esa acción, expuso su vida para
demostrar sus verdades. Aquella épica mañana, inició para Cuba la última etapa
de lucha por su libertad e independencia.
La acción del Moncada,
sustituyó la vía electoral por la lucha armada, destacó a Fidel como líder
verdadero, propició un programa revolucionario que recogía las verdaderas
aspiraciones del pueblo, y generó la organización encargada de llevar a ese
pueblo a la lucha y conducirlo a la victoria.
A la heroica epopeya, le
seguirían los duros días de la prisión en el mal llamado Presidio Modelo, de la
entonces Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud, donde fue condenado a 15 años
de encarcelamiento.
La presión popular obligó al
tirano Batista a dictar una amnistía, siendo puestos en libertad Fidel y sus
compañeros de combate en el Moncada, el 15 de mayo de 1955. Pero dentro de
Cuba, era muy difícil poder reorganizar la lucha. Así, el 7 de julio de ese mismo año, parte Fidel hacia
México, con el objetivo de reunir recursos, hombres y armas para regresar a
Cuba y reiniciar la lucha armada.
EL 2 de diciembre de 1956, al
frente de 81 expedicionarios, en el Yate Granma, desembarca por Los Cayuelos,
lugar cercano a Playa Las Coloradas, en Niquero, con el fin de internarse en la
Sierra Maestra para desarrollar la guerra revolucionaria y alcanzar la
definitiva victoria del pueblo.
El 5 de diciembre, los expedicionarios
tienen su bautismo de fuego en Alegría de Pío, sufren una derrota militar y se
dispersan en pequeños grupos. Tres combatientes perdieron la vida en combate,
18 fueron asesinados, 22 fueron hechos prisioneros, otros 22 evadieron el cerco
y salieron de la zona de operaciones, al tiempo que un grupo logró reunirse
junto a Fidel, entre ellos Raúl, en Cinco Palmas, el 18 de diciembre.
Fue en esa ocasión que la
grandeza de Fidel ganó una nueva estatura, cuando con solo 8 hombres y 7 armas expresó: ¡Ahora sí ganamos la guerra! Luchaba
contra un ejército de más de 40 000 hombres, con artillería, tanques, aviones,
marina de guerra y asesorado por el ejército de los Estados Unidos.
Después vendrían los combates
victoriosos de La Plata, de El Uvero, la guerra se extendería a todo el Oriente
cubano, la lucha clandestina tomaría fuerza en las ciudades y llanos, las
columnas invasoras de Camilo y el Che marcharían hacia el Occidente, hasta que
el Primero de Enero de 1959, las fuerzas de la tiranía se desplomaban. ¡La
Revolución cubana era al fin una realidad!
Comenzaba entonces una lucha
que hasta hoy no ha terminado: en primer lugar, la de destruir el sistema
capitalista en Cuba y, después, la de construir y defender el socialismo.
La dimensión de nuestro máximo
jefe, no ha dejado de crecer en todo este tiempo, aún después de su deceso. De
inmediato comenzó a aplicarse el Programa del Moncada, respaldado por profundas
leyes revolucionarias, como lo fueron en esos primeros años las de Reforma
Agraria, Nacionalización de las empresas extranjeras, Reforma Urbana, y Nacionalización
de la Enseñanza, entre otras.
Las playas, que eran
privadas, fueron puestas al servicio del pueblo; la salud comenzó a ser
gratuita para todos; fueron declarados ilegales los juegos de azar, la
prostitución, y comenzaron los diversos programas para eliminar el desempleo,
el hambre, el analfabetismo y otros males que situaban a nuestro país entre los
más pobres de nuestro Continente.
Fidel fue y sigue siendo
Fidel porque siempre estuvo junto a
nuestro pueblo, en la primera línea de combate, a riesgo de su propia vida. Así
lo hizo en la etapa de la guerra. Y así lo hizo durante estos largos años de
lucha. Así lo hizo en Playa Girón, en la Crisis de Octubre de 1962, y durante
el Ciclón Flora, cuando estuvo a punto de morir en un río crecido.
Fidel ha sido el hombre más
odiado por el imperialismo norteamericano. Los archivos de nuestra Seguridad
del Estado, recogen la historia de 638 intentos de asesinarlo, utilizando los
más variados y criminales métodos.
Pero es, a la vez, el hombre
más querido no solo por nuestro pueblo, sino también por millones de hombres y
mujeres de todo el mundo, donde la solidaridad, el sudor y la sangre de los
cubanos se han vertido en pos de un mundo mejor que cada día se sabe más
posible.
Su lucha ha sido universal,
no solo en defensa de los pobres, sino, además, por su internacionalismo, su
antiimperialismo, su defensa de la especie humana ante los graves cambios
climáticos, su contribución a la
independencia de muchos pueblos y la lucha contra el analfabetismo y la
insalubridad en los más apartados y olvidados lugares del planeta que
habitamos.
Así fue y sigue siendo nuestro Fidel. El Fidel del pueblo cubano. El
Comandante de América, como muchos lo han calificado. El fundador del primer
Estado Socialista de nuestro Continente. El protagonista de la primera derrota
militar del imperialismo en América. El creador de nuestro glorioso Partido
Comunista de Cuba. El más genial de los seguidores del pensamiento de nuestro
Héroe Nacional, José Martí. El eterno líder y guía de los revolucionarios
cubanos.
Por eso, este 13 de agosto,
desde este pequeño pedazo del Santiago de Cuba al que él vino un día junto a
sus compañeros de combate, a ofrecer su sangre y su vida para que Martí
siguiera viviendo en el alma de la Patria- y donde se atesoran sus cenizas- le rendimos el más sentido tributo.
Y junto a él seguiremos repitiendo nuestras consignas victoriosas de ¡Patria o
Muerte! ¡Socialismo o Muerte! ¡Venceremos!.
Y como ofrenda especial, en
este día, le dedicamos nuestra disposición de continuar cumpliendo, lo que de
él aprendimos desde pequeños, cuando ante el Tribunal que los juzgaba por los
hechos del Moncada expresó: “Nacimos en
un país libre que nos legaron nuestros padres y primero se hundirá la Isla en
el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”
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