miércoles, 11 de mayo de 2016

Nuestro Fidel de siempre ( III )






Fragmentos del discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro, en la ciudad de Santa Clara,  el 6 de enero de 1959.

.Orlando Guevara Núñez

Y nosotros no haremos otra cosa que recibir y obedecer órdenes del pueblo (APLAUSOS).  ¿Por qué no he de creer que el pueblo sea el mejor gobernante, si creí —cuando nadie lo creía— que el pueblo era el mejor guerrero?  Y cuando todo el mundo decía que era una locura, que era un disparate, que nos iban a matar a todos, que pobrecitos nosotros, y hasta rezaban por nosotros porque ya nos consideraban exterminados, yo, sin embargo, creía que ganábamos la guerra (APLAUSOS).
Y cuando una tarde, después del primer revés, me vi con dos hombres y dos fusiles, y estuve 15 días antes de hacer contacto con mi hermano —que se apareció con otros cuatro hombres y cinco fusiles, y fueron siete en total los fusiles que volvieron a aparecer— (EXCLAMACIONES), yo estaba tan tranquilo como estoy hoy, porque estaba seguro de que íbamos a ganar la guerra (APLAUSOS).  Sencillamente por una cosa, por una razón:  ¡porque creía en el pueblo! (APLAUSOS); sabía que el pueblo se sumaría, sabía que el pueblo nos prestaría toda la colaboración posible, sabía que miles de jóvenes imitarían nuestro ejemplo, sabía que por cada combatiente que cayera se unirían cien más dispuestos a morir también (APLAUSOS).
Yo sabía que el pueblo nos imitaría, y que el pueblo era invencible.  Y si este pueblo era invencible antes, cuando no había fusiles y no había la unión que hay hoy, ni la experiencia que hay hoy, yo quiero que me digan quién puede vencer hoy al pueblo de Cuba (EXCLAMACIONES DE:  “¡Nadie!”), y si no hay razón sobrada para sentirse optimistas.  Y si el pueblo, sin haber ido a las academias militares, sin haber ido a los campos de tiro a aprender como se maneja un fusil —aunque ahora todo el mundo va a aprender a manejar un fusil aquí (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS); y va a aprender a manejar un fusil todo el mundo aquí, para que el Ejército de la Revolución no tenga 20 000 ni 10 000, sino tenga 6 millones de cubanos dispuestos a defenderla (APLAUSOS).  ¡Que por algo hemos demostrado que en Cuba hasta las mujeres pelean, y pelean bien y pelean a la altura de los hombres!  (APLAUSOS.)
Y, por lo tanto, esta vez, el gobierno tiene que ser el gobierno del pueblo.  Aquí el que manda de ahora en adelante es el pueblo, y el pueblo tiene que ponerle fin a toda la sinvergüencería (APLAUSOS).  Y vamos a empezar aquí por los municipios:  se acabaron las “botellas”, los privilegios, los favoritismos (EXCLAMACIONES), se acabó la bolita, se acabó el juego prohibido (EXCLAMACIONES), se acabó el sargento que cobra cinco pesos, el capitán que cobra diez y el comandante que cobra veinte pesos por la bolita (EXCLAMACIONES).
De la Sierra Maestra vienen conmigo 3 000 guajiros, armados, veteranos de la guerra de liberación (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS), y van para La Habana, y con ellos se va a organizar la división blindada del nuevo ejército de la república, van a tener los tanques y los cañones.  Yo le pregunto al pueblo de Cuba si no estarán en buenas manos esas armas (APLAUSOS).
  Y quien en esta hora gloriosa de nuestra patria, en esta hora grandiosa de Cuba —la más grande de toda su historia, porque por primera vez este pueblo es realmente libre—, pusiese su vanidad, sus cuestiones personales, por encima de la patria, no tendrá nadie que lo siga.  Quien actúe mal pierde a sus seguidores, quien actúe mal no le seguirá nadie, porque ningún combatiente de estos que han afrontado la muerte más de una vez va a estar dispuesto a seguirlo (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).
Eso es lo que pienso hoy, pensaré mañana y pensaré siempre; la verdad que estoy dispuesto a decir aquí y en todas partes, discutir aquí y donde sea necesario discutirla, delante del pueblo, que es el que manda (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS
Y cuando tenga una dificultad vendré a ver al pueblo y cuando tenga un problema vendré a ver al pueblo; y siempre agotaré hasta la saciedad los razonamientos, los argumentos, la persuasión, la diplomacia, ¡jamás la fuerza porque no será necesario nunca más usar la fuerza en nuestra patria!  Cuando tengamos una queja que exponer, vendremos al pueblo y la expondremos; si el que manda es el pueblo, y si el pueblo está dispuesto a actuar, como actuará siempre, con honradez y con justicia, el pueblo será quien diga la última palabra sobre todos nuestros problemas (APLAUSOS).
A través de los distintos actos hemos ido, sobre todo, sembrando en nuestros compatriotas esta idea, porque la Revolución ha triunfado firmemente, porque la victoria del pueblo ha sido total, y que de ahora en adelante el pueblo comprenda lo que ha obtenido; que no se trata de que haya triunfado el movimiento tal o más cual, que el pueblo comprenda porque tiene que darse cuenta de que ha triunfado él (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).  Y, por lo tanto, no se trata de que me digan a mí o a los demás compañeros que tenemos una gran responsabilidad sobre los hombros, sino soy yo el que le digo al pueblo que tiene una gran responsabilidad sobre los hombros, porque tiene la responsabilidad de gobernar la república (APLAUSOS).
No se puede dejar confundir, no se puede dejar engañar.  Porque vendrán los demagogos, vendrán los oportunistas y vendrán los descarados a querer confundir al pueblo.  ¿Quieren unir al pueblo?  Lo que tratarán es de dividirlo, lo que tratarán es de engañar. 
El pueblo tiene que estar muy alerta, no puede creer que en un día vayamos a resolver todos los problemas, que ustedes y nosotros vayamos a resolver los problemas de Cuba.  Les voy a decir más: vamos a equivocarnos más de una vez, porque nosotros no tene Cuando empezó la guerra nosotros no sabíamos nada de guerra, y tuvimos los primeros reveses, y ni Camilo Cienfuegos ni Ernesto Guevara, ninguno de esos compañeros en aquella época sabía tomar ciudades ni mucho menos, sabía hacer una emboscada chiquitica a los soldados y nos teníamos que conformar con eso (RISAS Y APLAUSOS).  Pero fueron aprendiendo día a día, mes tras mes, y hoy se les puede mandar a tomar cualquier ciudad, porque son ya verdaderos militares, y hombres capaces de llevar a cabo cualquier objetivo militar (APLAUSOS).  ¡Aprendieron!
De los ministros jóvenes que están señalados, yo les puedo decir una cosa:  están llenos de las más sanas intenciones del mundo (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE:  “¡Bravo!”).  Ahora, que se pueden equivocar, porque nunca han sido ministros (RISAS), y nadie nace sabiendo ni aprende las cosas al nacer; se van a equivocar, se los advierto.  Pero sí les aseguro que van a aprender sobre la marcha, y les aseguro que esta generación va a dar formidables gobernantes como ha dado formidables guerreros.  Lo que hay es que darles oportunidad, poner los revolucionarios a trabajar, todo el que quiera.  Y si algo puedo hacer por la gente joven, cualquiera que sea la organización, que me venga a ver.  Porque tenemos que hacer por los revolucionarios lo que sea necesario, y saber, sobre todo, que en este momento pertenecemos al pueblo (APLAUSOS).
Y como sé que hay un desinterés extraordinario en esta juventud, una moral extraordinaria en esta juventud, la juventud revolucionaria se unirá toda como está unido el pueblo, que es lo que hará grande y feliz nuestro destino.  Tan grande es el desinterés de la juventud en esta hora, que les voy a decir una cosa a ustedes:  nadie quiere ser ministro; al revés de la política, que todo el mundo está aspirando, que todo el mundo aspira, usted agarra a un compañero de muchos méritos y le dice:  “Oigame:  el Presidente quiere que usted sea ministro”, y le dice:  “no, no, yo no quiero”.  Llama a la gente para que sea alcalde y nadie quiere ser alcalde, y es increíble, es extraordinario el desinterés de nuestra juventud, que para que un señor sea ministro haya que darle una orden, haya que obligarlo a ser ministro (APLAUSOS).
Y creo que eso lo dice todo:  por poco no hay ni Consejo de Ministros, ¡nadie quería ser ministro!  ¿Alcaldes?  Costaba un trabajo tremendo para encontrarlos; nadie, ningún combatiente quería ser alcalde (APLAUSOS).  Sin embargo, yo estoy seguro de que si ustedes van allá, a ciertos círculos, de los que no han hecho nada en esta Revolución, y llama a la gente para ser ministros, se le aparecen doscientos (RISAS Y APLAUSOS).  Porque el que no se sacrifica, el que no se sacrifica ese es el que quiere recoger los frutos.
Esta juventud no defraudará a la patria esta vez; estos revolucionarios, porque lo son de verdad, porque han tenido que luchar muy duramente, no andarán diciendo:  “yo soy revolucionario”, sino:  “ya el pueblo lo sabrá”.  Y el que se aparezca haciendo alarde de lo que hizo, posiblemente ese no hizo nada, porque el que hizo algo, no hace alarde (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).  Ni pensará caer en los ministerios como una plaga a pedir “botella”, ni a andar con una pistola al cinto exigiendo cosas.
Y los estudiantes, que tanto han contribuido a la Revolución, no llevarán su fusil allí a la universidad para ponerlo en el pupitre, al lado del profesor para pedirle que le den buena nota; dejarán el fusil en el cuartel o en su casa —en su casa no, en el cuartel que es donde tienen que estar las armas de los revolucionarios—, irán a estudiar allí, ¡a estudiar de verdad!  (APLAUSOS.)
Nadie irá a pedir la nota a título de que fue un héroe, porque tiene que ser allí también héroe no solo en el campo de batalla sino también allí, estudiando y actuando en concordancia.  Mientras más grande sea su mérito como combatiente, más obligado está con el pueblo, y más obligado está con su conducta.
Yo considero que hay que reformar completamente los sistemas de enseñanza.  Lo que hay que hacer es una comisión de los cinco o seis mejores pedagogos de Cuba y hacer un estudio cabal de nuestro sistema de enseñanza (APLAUSOS), y adoptar planes de estudios ajustados a las necesidades de nuestra patria y a las necesidades industriales de un estado moderno, en el siglo XX, y no un método de enseñanza anacrónico por completo.  Eso es lo que deben demandar los estudiantes.
Aquí hay que lanzar un programa de alfabetización.  Aquí no debe estar nadie, ningún maestro tranquilo mientras haya un ciudadano que no sepa leer ni escribir, porque es una vergüenza (APLAUSOS).  No puede ser un ciudadano consciente de todos sus derechos, un ciudadano plenamente útil a su patria aquel que no sepa leer ni escribir.  Hay que acabar con el analfabetismo de raíz para que todo el mundo sepa y conozca sus derechos; y sobre todo, porque el que no sabe leer ni escribir, ¿quién es?  El hombre pobre, el hombre humilde, el hombre que más necesita de la Revolución (APLAUSOS).
Porque los poderosos, los que tienen grandes recursos económicos, esos sí saben, van a las escuelas de aquí, a las escuelas de fuera de aquí, y el infeliz hijo del obrero y del campesino no sabe y es víctima entonces de la explotación y del engaño (APLAUSOS).
Ahora es cuando la Revolución tiene que empezar, ahora; se acabó la guerra y empieza la tarea conflictiva; ahora es cuando tenemos que lanzar nuestras columnas revolucionarias hacia la toma de todas aquellas posiciones que la Revolución debe trazarse como meta, hacia todos los objetivos en el campo de los obreros, en el campo de los campesinos, en el campo de los trabajadores y en todos los sectores de nuestro país donde hay muchas injusticias por reparar (APLAUSOS).
¡Nuestra generación y nuestro pueblo harán realidad los ideales de todas las generaciones anteriores, los ideales de nuestros mambises, cuyos sacrificios hasta hoy habían sido en balde, porque la patria que teníamos estaba muy lejos de ser la patria que ellos soñaron!  (APLAUSOS.)
El tirano ha huido cobardemente, y con la tiranía será arrasado no solo el terror, no solo el crimen, sino que serán erradicados de nuestra patria las causas que los originaron, las inmoralidades y las lacras que hicieron posible la permanencia durante siete años de un régimen tan criminal y oprobioso.
¡Hay que trabajar para hoy y para mañana, para esta generación y para las generaciones venideras!  ¡Hay que sentar sobre bases firmes el futuro grandioso de la patria!
Y nunca, en ninguna ocasión anterior, pudo sentirse un pueblo con más legítimo derecho a tener la fe y la esperanza que tiene hoy, porque lo digo con orgullo —y es lo que dicen todos estos periodistas que vienen de fuera, es lo que dicen cuantos hombres de América nos visitan—, ¡el pueblo de Cuba, con su gesto heroico, le ha dado un ejemplo al mundo entero!

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