miércoles, 25 de mayo de 2016
El otro fracaso que debe reconocer Obama
.Orlando Guevara Núñez
El presidente Obama fue el primero, entre los once mandatarios norteamericanos que han tratado de derrotar a la Revolución cubana, en reconocer el fracaso del bloqueo. Pero, en la práctica, los hechos dicen que su pesar no son los daños que esa absurda política ha causado y sigue causando al pueblo de Cuba, sino que la Revolución sigue en pie.
En correspondencia con ese objetivo, Obama ha proclamado que el fin es el mismo, pero con distintos métodos. ¿Será este presidente capaz de reconocer que esos nuevos métodos son y serán también un fracaso? ¿O dejará ese mérito para otros?
¿Pensará el señor presidente que su discurso en La Habana ha sembrado el gérmen de la descomposición de la sociedad cubana y su apoyo al neoliberalismo que pregonó? No toma en cuenta, seguramente, que sus palabras pasaron sin réplica en el momento por el respeto que los cubanos profesamos hacia los visitantes invitados. Otro escenario, en el seno de cualquier segmento poblacional, le habría demostrado que este pueblo tiene la capacidad suficiente para discernir entre lo que le conviene y lo que le perjudica. Y puede distinguir, con claridad, lo que son cantos de sirena y aullidos de lobos. En esa discusión, la verdad habría vencido a la falsedad.
Puede afirmarse que Obama, siendo el presidente de la mayor potencia del mundo, al analizar el caso Cuba, tiene casi seis décadas de atraso. Cuando habla del apoyo al sector privado, por ejemplo, ¿piensa que se está dirigiendo a los campesinos analfabetos, oprimidos por los latifundios, víctimas de la insalubridad y acosados por el hambre, que existían en Cuba antes de 1959? ¿No sabe Obama que en este país se hizo la Reforma Agraria más radical de nuestro Continente que dio a los campesinos no solo la propiedad de la tierra, sino también, ayuda técnica, mercados seguros y beneficios sociales sin igual en otros países?
¿Desconoce el ilustre presidente que en Cuba los campesinos, en todas las guerras por nuestra libertad e independencia, han sido un pilar contra la opresión nacional y extranjera? ¿Habrá estudiado Obama el papel decisivo del campesinado cubano durante la lucha guerrillera que condujo al triunfo de la Revolución encabezada por Fidel? ¿Conocerá la verdad sobre el protagonismo de nuestros campesinos en el enfrentamiento y derrota de los centenares de bandas contrarrevolucionarias organizadas, entrenadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia y la tutela de su gobierno?
Tal vez sería provechoso para el presidente norteamericano saber distinguir entre los campesinos de otros países, abandonados a su suerte, víctimas de la opresión, de la especulación, de los vaivenes del mercado, del apetito voraz de los latifundistas y políticos corruptos, del despojo de sus tierras y otros muchos males incurables bajo el capitalismo, y los campesinos cubanos a quienes el socialismo les dio y les garantiza la seguridad económica y social, sin discriminación de ningún tipo.
Le convendría también saber que en cualquier hogar campesino puede encontrar en Cuba, un integrante de la familia que sea médico, maestro, ingeniero, militar, artista, obrero, dirigente, o ejerza otras funciones importantes en la sociedad. Y sería prudente que supiera otra realidad del campesinado cubano: junto al arado, el surco y las plantaciones, está el fusil miliciano, listo para cuando el enemigo lo provoque.
Si Obama supiera todo eso, y fuese sensato, no soñaría con campesinos cubanos que crean en una ayuda sincera de su parte, poniéndole como condición su alejamiento del gobierno del cual ellos son parte. La propuesta de venta directa del café, por ejemplo, es una ofensa a nuestros campesinos, quienes así lo han declarado. ¿Lo sabrá ya Obama?
Ellos como parte de nuestro pueblo, han dicho lo que los cubanos verdaderos decimos: si el gobierno de los Estados Unidos, como lo ha expresado su presidente, quiere ayudar a este pueblo, lo primero que debe hacer es eliminar el bloqueo, de lo demás nos encargamos nosotros.
Está a tiempo Obama, pese al poco tiempo que le queda como presidente, de reconocer no solo el fracaso del bloqueo, sino también de los otros métodos por él explicados para cambiar el rumbo de la Revolución cubana.
Mientras no llegue a esa conclusión, estará demostrando su incapacidad para conocer bien al pueblo cubano.
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