sábado, 23 de julio de 2016

Hacia el aniversario 63 del 26 de Julio: Julio Díaz González, con su sangre firmó la mayoría de edad de la guerrilla.



 .Orlando Guevara Núñez                           

Julio Díaz González (Julito) fue uno de los 28 jóvenes pinareños que acudió a la cita del Moncada, durante la mañana de la Santa Ana, en Santiago de Cuba. Por su participación en esa gesta patriótica, fue condenado a 10 años de prisión en el entonces mal llamado Presidio Modelo, de Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud.
Luego de la amnistía que por presión popular puso en libertad  al grupo de combatientes  bajo la jefatura de Fidel Castro, Julito marchó hacia México, donde  recibió entrenamiento para formar parte de los expedicionarios del  yate Granma que, también liderado por Fidel, desembarcó en Los Cayuelos, cercano a Playa Las Coloradas,  Niquero, otrora provincia de Oriente y en la actualidad del territorio que tomó el nombre de la histórica embarcación. Era el 2 de diciemb re de 1956. Antes de la partida,  había también padecido prisión en la tierra azteca.
Luego del combate de Alegría de Pío, a solo tres días de la llegada a costas cubana, los expedicionarios, como consecuencia de la traición de un guía, fueron descubiertos, cercados y atacados por las fuerzas de la tiranía batistiana. En esa ocasión, tres expedicionarios perdieron la vida y otros fueron heridos, entre ellos el Che.
Fraccionados en varios grupos, los jóvenes revolucionarios emprendieron disímiles caminos, con el objetivo de reunirse de nuevo con  su jefatura y escalar la Sierra Maestra, con el objetivo de proseguir el combate armado. En  ese empeño,  durante los 15 días siguientes, 18 de ellos fueron hechos prisioneros y asesinados por los esbirros de la tiranía. Otros 22 fueron hechos prisioneros y salvaron la vida; 21 evadieron la cacería y escaparon, mientras que 18 se reencontraron con Fidel, integrando el grupo inicial de guerrilleros que desarrolló la guerra revolucionaria hasta alcanzara el triunfo revolucionario del  1ro. de enero de 1959. Entre estos últimos, estuvo el  joven artemiseño Julito Díaz.
A  un mes y medio del desembarco del Granma, se produjo, en  La Plata, entre el mar Caribe y la Sierra Maestra, la primera victoria del naciente Ejército Rebelde, cuando  este contaba con  solo 29  combatientes. Entre ellos, Julito, como jefe de un grupo que integraban, además, Camilo Cienfuegos, Calixto Morales y Reynaldo Benítez, todos expedicionarios.
Luego vendrían los combates de Arroyo del Infierno y El Uvero. En este último, escenificado en ese también costero territorio de la Sierra Maestra, cayó heroicamente Julito Díaz, combatiendo al lado del máximo jefe guerrillero, Fidel Castro. Otros seis guerrilleros perdieron la vida en ese combate, del cual dijo que el Che que había marcado la mayoría de edad de la guerrilla.
Para esa fecha, Julito había sido ascendido al grado de Teniente y era jefe de una escuadra del pelotón del entonces capitán Raúl Castro. Sus restos descansan en el Mausoleo a los Mártires de Artemisa.
Había nacido el 23 de mayo de 1929. Desde muy joven  comenzó a trabajar para ayudar a su familia, como obrero de una locería y  luego en diferentes ferreterías. Sus preocupaciones políticas lo llevaron a las filas de la Juventud Ortodoxa. Luego del nefasto golpe de estado del 10 de marzo de 1952, mediante el cual llegó al poder el tirano Fulgencio Batista, Julito se incorporó a la lucha revolucionaria, nucleándose con los jóvenes que protagonizaron  el asalto al Moncada, en  Santiago de Cuba.
Después del triunfo revolucionario, los restos de Julito Díaz fueron trasladados para el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba. Ahora, en su querida Artemisa, el pueblo le rinde perenne homenaje a este combatiente que, con su sangre, firmó la mayoría de edad de la guerrilla  e inspiró a los revolucionarios a continuar  el combate que,  a partir de ahí, recorrió un largo camino hasta la derrota final de la tiranía y la victoria final de la Revolución.

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