.Orlando Guevara Núñez
Julio Díaz González (Julito) fue
uno de los 28 jóvenes pinareños que acudió a la cita del Moncada, durante la
mañana de la Santa Ana, en Santiago de Cuba. Por su participación en esa gesta
patriótica, fue condenado a 10 años de prisión en el entonces mal llamado
Presidio Modelo, de Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud.
Luego de la amnistía que por
presión popular puso en libertad al
grupo de combatientes bajo la jefatura
de Fidel Castro, Julito marchó hacia México, donde recibió entrenamiento para formar parte de
los expedicionarios del yate Granma que,
también liderado por Fidel, desembarcó en Los Cayuelos, cercano a Playa Las
Coloradas, Niquero, otrora provincia de
Oriente y en la actualidad del territorio que tomó el nombre de la histórica
embarcación. Era el 2 de diciemb re de 1956. Antes de la partida, había también padecido prisión en la tierra
azteca.
Luego del combate de Alegría de Pío,
a solo tres días de la llegada a costas cubana, los expedicionarios, como
consecuencia de la traición de un guía, fueron descubiertos, cercados y
atacados por las fuerzas de la tiranía batistiana. En esa ocasión, tres
expedicionarios perdieron la vida y otros fueron heridos, entre ellos el Che.
Fraccionados en varios grupos, los
jóvenes revolucionarios emprendieron disímiles caminos, con el objetivo de
reunirse de nuevo con su jefatura y
escalar la Sierra Maestra, con el objetivo de proseguir el combate armado.
En ese empeño, durante los 15 días siguientes, 18 de ellos
fueron hechos prisioneros y asesinados por los esbirros de la tiranía. Otros 22
fueron hechos prisioneros y salvaron la vida; 21 evadieron la cacería y
escaparon, mientras que 18 se reencontraron con Fidel, integrando el grupo
inicial de guerrilleros que desarrolló la guerra revolucionaria hasta alcanzara
el triunfo revolucionario del 1ro. de
enero de 1959. Entre estos últimos, estuvo el
joven artemiseño Julito Díaz.
A
un mes y medio del desembarco del Granma, se produjo, en La Plata, entre el mar Caribe y la Sierra
Maestra, la primera victoria del naciente Ejército Rebelde, cuando este contaba con solo 29
combatientes. Entre ellos, Julito, como jefe de un grupo que integraban,
además, Camilo Cienfuegos, Calixto Morales y Reynaldo Benítez, todos
expedicionarios.
Luego vendrían los combates de
Arroyo del Infierno y El Uvero. En este último, escenificado en ese también
costero territorio de la Sierra Maestra, cayó heroicamente Julito Díaz,
combatiendo al lado del máximo jefe guerrillero, Fidel Castro. Otros seis
guerrilleros perdieron la vida en ese combate, del cual dijo que el Che que
había marcado la mayoría de edad de la guerrilla.
Para esa fecha, Julito había sido
ascendido al grado de Teniente y era jefe de una escuadra del pelotón del
entonces capitán Raúl Castro. Sus restos descansan en el Mausoleo a los
Mártires de Artemisa.
Había nacido el 23 de mayo de 1929.
Desde muy joven comenzó a trabajar para
ayudar a su familia, como obrero de una locería y luego en diferentes ferreterías. Sus
preocupaciones políticas lo llevaron a las filas de la Juventud Ortodoxa. Luego
del nefasto golpe de estado del 10 de marzo de 1952, mediante el cual llegó al
poder el tirano Fulgencio Batista, Julito se incorporó a la lucha
revolucionaria, nucleándose con los jóvenes que protagonizaron el asalto al Moncada, en Santiago de Cuba.
Después del triunfo revolucionario,
los restos de Julito Díaz fueron trasladados para el cementerio de Santa
Ifigenia, en Santiago de Cuba. Ahora, en su querida Artemisa, el pueblo le
rinde perenne homenaje a este combatiente que, con su sangre, firmó la mayoría
de edad de la guerrilla e inspiró a los
revolucionarios a continuar el combate
que, a partir de ahí, recorrió un largo
camino hasta la derrota final de la tiranía y la victoria final de la
Revolución.
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