.Orlando Guevara Núñez
Hace pocas horas
celebramos el aniversario 63 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos
Manuel de Céspedes, el 26 de Julio de 1953. Los enemigos de la Revolución
cubana, en su empeño de destruirla, repiten la mentira de que en esa época,
vivíamos en un país rico y próspero. Hasta llegan a elogiar al tirano Fulgencio
Batista.
He aquí algunas realidades que los
cubanos no debemos olvidar, para saber de dónde venimos, donde estamos,
hacia dónde vamos y reafirmar nuestra decisión de que permanezcan en el
pasado y no tengan ni presente ni futuro en nuestra Patria.
El 85 por ciento de
los pequeños agricultores cubanos pagaba renta y vivía amenazada
del desalojo. Más de la mitad de las mejores tierras de producción cultivadas
estaba en manos extranjeras.
.Doscientas mil familias
campesinas no tenían tierra donde sembrar y, en cambio, estaban sin
cultivar, en manos de poderosos intereses, cerca 300 000 caballerías de tierras
productivas.
. El 20% de los propietarios tenía menos del 1 % de las tierras. El 1 %, tenía
el 46% de ese medio vital para la vida en el campo. En solo 13 latifundios
norteamericanos asentados en la economía azucarera, se concentraba la
impresionante cifra de 1 173 000 hectáreas, extensión superior a la
poseída por 101 278 fincas pequeñas, mientras que más de 100 000 campesinos
trabajaban la tierra sin ser dueños de éstas, y sólo el 30 por ciento de
quienes trabajaban el agro eran propietarios. En 894 personas se
monopolizaba la tercera parte del área dedicada a la agricultura.
. Unos 33 000 agricultores eran aparceros,
es decir, trabajaban una parcela sin ser dueños y tenían que pagar a sus
propietarios, mientras que 13 000 eran precaristas, quienes se asentaban en
tierras del Estado, sin proceder legal alguno. Otros 46 000 trabajaban como
arrendatarios y 6 987 como subarrendatarios.
. En nuestros campos, antes de 1959,
más de 200 mil familias vivían en bohíos miserables, sólo el 9 % disfrutaba del
servicio eléctrico, 96 de cada 100 familias no consumía carne habitualmente,
menos del 1 % comía pescado, apenas el 2 % tenía el huevo en su alimentación
y un 89 % no contaba con un decisivo recurso dietético como lo es
la leche.
. Datos ofrecidos por una encuesta de
una organización juvenil católica, en 1957, afirman que una familia campesina
cubana, como promedio, tenía un ingreso de 46 pesos al mes para los gastos de
alimentación, ropa, medicinas y transporte, contabilizado el valor de los
alimentos que ella misma producía.
Había en Cuba 200 000 bohíos y chozas; 400 000 familias
del campo y de la ciudad vivían hacinadas en barracones, cuarterías y solares
sin las más elementales condiciones de higiene y salud.
. Unas 2 200 000 personas de la
población urbana pagaban alquileres que absorbían entre un quinto y
un tercio de sus ingresos; y 2 800 000 de nuestra población rural y
suburbana carecían de luz eléctrica.
. En 1953, cifras ofrecidas por
el Censo Nacional, sólo el 13% de las viviendas estaban conceptuadas como
buenas; el 20% fueron catalogadas como aceptables, mientras que la categoría de
regular abarcó al 21%; las clasificadas como malas llegaron al 32%, y el
resto, casi un 15% fueron declaradas en estado ruinoso.
. Había 600 000 cubanos sin
empleo a quienes se unían los 500 000 mil obreros del campo que solo trabajaban
tres o cuatro meses al año, pasando el resto sin tener donde ganar su sustento.
. A la falta de empleo se unían los
bajos salarios, los sistemas arbitrarios de pago en muchos casos basados en
papeles que sustituían al dinero, al tiempo que la discriminación racial y de
sexo marginaban y perjudicaban a cientos de miles de cubanos.
. Cada año llegaban a la edad del
empleo unos 100 000 jóvenes, para los cuales no existían fuentes de trabajo.
Así, en 1958, último año de la tiranía en el poder, más de 700 000 cubanos, una
tercera parte de la población laboral, más del 45 por ciento en las zonas
rurales, no tenía empleo permanente.
. La mujer
era particularmente discriminada. En 1958, por ejemplo, solo estaban empleadas
194 000 de ellas, el 70 por ciento en labores domésticas. Cien mil mujeres
tenían que ejercer la prostitución como medio de subsistencia.
.Antes del triunfo de la Revolución,
sólo 37 900 trabajadores incrementaban la cifra de empleados cada año; en los
primeros 17 años posteriores a 1958, el promedio fue de 82 300. En la primera
década de la Revolución, casi un millón de cubanos encontró nuevos empleos.
. En 1953 el 23,6 % de la
población mayor de 10 años era analfabeta, mientras que sólo el 55,6% de los
niños entre seis y 14 años estaban matriculados en las escuelas, aunque muchos
se veían obligados a abandonarla para incorporarse al trabajo como medio de
subsistencia.
. Un millón y medio de habitantes
mayores de seis años no tenían ningún grado escolar aprobado, al tiempo que la
matrícula sólo registraba el 52 % de los niños de siete años, el 43,7 de ocho y
el 36,6 de los de nueve.
. Entre los 15 y 19 años, en la flor de
su juventud, sólo el 17% de los cubanos recibía algún tipo de educación,
mientras que el grado cultural promedio de los mayores de 15 años no llegaba al
tercero.
. En el
país existían sólo 53 464 graduados universitarios, entre ellos 37 292 en la
capital del país, con una población analfabeta de seis a nueve años que llegaba
a 44,5 % en La Habana, al tiempo que en Oriente alcanzaba un 81,2 %, llegando a
un 89% en las zonas rurales.
. En 1958, los datos eran
desgarradores. Un millón de analfabetos absolutos, más de un millón de semi
analfabetos, 600 000 niños sin escuelas mientras que 10 000 maestros estaban
sin trabajo.
. El presupuesto asignado a la
salud era realmente una vergüenza. Unos 25 millones de pesos, de los
cuales políticos y funcionarios corrompidos se robaban gran parte. La mayoría de los
recursos se concentraban en la capital, cuya población representando el 22% del
total del país, contaba con el 61 por ciento de las camas.
. En la
zona oriental la situación era más trágica. La Región Oriente Sur de Salud
Pública, que abarcaba las actuales provincias de Granma, Santiago de Cuba y
Guantánamo, tenía un presupuesto de sólo 1 300 000 pesos. Hoy Santiago de Cuba
sobrepasa los 400 000 000.
. La mortalidad infantil cubana
superaba la tasa de 60 por cada mil nacidos vivos, aún cuando muchos niños no
eran registrados en su nacimiento por residir en lugares rurales donde la
asistencia médica no llegó nunca durante la etapa pre revolucionaria.
. Miles de niños y adultos morían cada
año de enfermedades curables. Por la poliomielitis fallecían anualmente o
quedaban inválidas unas 300 personas; el paludismo atacaba a unas 3 000; de la
difteria eran presa unos 600 niños, mientras que la gastroenteritis causaba
estragos en la propia ciudad de Santiago de Cuba. Incluso en 1957, se conoce el
doloroso episodio del Valle de Mayarí Arriba, zona rural donde ese año murió el
80 por ciento de los niños menores de un año, como consecuencia de esa
enfermedad.
. En el propio año 1953, una epidemia
de gastroenteritis mataba dos niños cada día en Santiago de Cuba. Las
autoridades achacaron la enfermedad a la mala calidad del agua y los alimentos,
pidieron apoyo al país, y como respuesta recibieron unas pocas camas y cuatro
cajas de medicamentos, lo que ni siquiera contribuyó a aliviar el mal.
La tuberculosis, el tétanos y otras enfermedades
infecciosas, sembraban la muerte en muchos hogares cubanos,
principalmente los pobres.
. La salud era un negocio privado. Y la medicina, una
mercancía. El 70 % del mercado de medicamentos estaba en manos de empresas
norteamericanas y la población tenía que adquirirlos a precios que
multiplicaban su costo. El servicio médico rural no existía.
. El país
contaba con solo unos 6 000 médicos, la mayoría en la capital cubana y otras
grandes ciudades, mientras que gran parte de ellos ejercía la medicina privada.
Las 131 casas de socorro existentes en el país, eran realmente una grotesca
caricatura de atención sanitaria, y una gran mayoría de quienes recibían
asistencia médica, se quedaban con las recetas en los bolsillos, al no poder
comprarlas por falta de recursos. La atención estomatológica era ínfima. Una
intervención quirúrgica era un lujo que pocos podían satisfacer. La expectativa
de vida de la población anduviera por debajo de los 60 años.
. Más del 94% de los establecimientos
industriales tenían menos de cien empleados, mientras que más del 50% de los
trabajadores de esa rama pertenecían al sector azucarero.
.Las industrias productoras de
materias primas y recursos básicos, representaban sólo el 0,1% de las
inversiones al margen de la industria azucarera, en su mayoría, en manos
extranjeras.
Ese era el “país próspero” que
“disfrutábamos” los cubanos. Y esos son los “derechos humanos” y la
“democracia” que sueñan nuestros enemigos devolvernos.
Fue esa la situación que inspiró a
los moncadistas al combate. Todos esos males, fueron denunciados en el Programa
del Moncada, que inspiró las nuevas luchas, se fortaleció en el exilio,
viajó en el Granma, escaló las montañas, fecundó los llanos, se tradujo en
guerra revolucionaria y en victoria de pueblo.
Luego de 63 años del aquel glorioso amanecer,
podemos suscribir junto a Fidel, pese a lo que resta por hacer, que
nuestros sueños de ayer son las leyes revolucionarias de hoy.
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