.Orlando Guevara Núñez
El 25 de mayo de 1991, con el regreso de los últimos 500 militares cubanos que permanecían en la República Popular de Angola, llegó a su fin la Operación Carlota. Se cerraba así uno de los capítulos más brillantes en la historia del internacionalis
En enero de 1975, Portugal, incapaz de mantener su dominio colonial sobre Angola, había pactado con organizaciones de ese país otorgarle su independencia a fines de año. Mientras, se integraría un gobierno provisional integrado por el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) dirigido por Agosthino Neto, principal representante del pueblo angolano; el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA), encabezado por Holden Roberto, un conocido agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) liderada por Jonnas Savimbi, un personaje ligado a los círculos económicos dominantes y al régimen sudafricano.
El FNLA y la UNITA, se confabularon desde el inicio contra el MPLA para impedir la verdadera independencia de Angola, apoyados por gobiernos imperiales, en primer lugar los Estados Unidos, además de Francia, Inglaterra, y la complicidad de Zaire y Sudáfrica. La fecha fijada para la independencia de Angola había sido el 11 de noviembre de 1975. Pero las fuerzas reaccionarias violando ese acuerdo, habían organizado, financiado, armado y entrenado a las tropas encargadas de evitar el inminente ascenso del MPLA al poder, a través de las elecciones anunciadas.
Ante el peligro real, el presidente del MPLA, Agosthino Neto, pidió a Cuba ayuda militar para preservar su independencia. Desde inicios de 1965, luego de un encuentro del Che con representantes de esta organización, efectuado en El Congo, Cuba se había comprometido a prestar ayuda a los guerrilleros contra el colonialismo portugués. A inicios de agosto de 1975, el primer comandante cubano, Raúl Díaz Argüelles, inició contactos con el MPLA para concretar la ayuda militar, que al inicio consistió en instructores para cuatro centros de instrucción angolanos que organizarían, prepararían y armarían a unas cincuenta unidades de las Fuerzas Armadas para la Liberación de Angola (FAPLA).
Pero las potencias agresoras se daban prisa en su objetivo de impedir la independencia. Por el Norte y por el Sur, tropas agresoras se dirigían ya hacia Luanda, la capital, para el zarpazo. Ante el inminente golpe que hubiese aniquilado a las fuerzas revolucionarias
Así surgió la Operación Carlota, nombre tomado de una esclava libertaria africana que el 5 de noviembre de 1843, encabezó una rebelión en el ingenio Triunvirato, de Matanzas, contra los esclavistas españoles, siendo salvajemente asesinada, atado su cuerpo a caballos que tiraban de forma contraria, hasta descuartizarla.
El 10 de noviembre de 1975, cuando ya las tropas enemigas se preparaban para entrar al día siguiente a Luanda, se produce el combate de Quifangondo, donde fuerzas cubanas y de las FAPLA asestan una rotunda derrota a los agresores, salvando la integridad del país. Al día siguiente, 11 de noviembre, Agosthino Neto proclamaba la independencia y el nacimiento de la República Popular de Angola.
Por el Norte, las tropas agresoras retrocedieron luego de la derrota, pero quedaba la misión de establecer una línea de defensa contra las fuerzas sudafricanas y de la UNITA que avanzaban por el Sur. En esa tarea, el 10 de diciembre del mismo año, caía el jefe de la Misión Cubana, Raúl Díaz Argüelles, al ser alcanzado su vehículo por una mina antitanque. La guerra fue dura y sin tregua. En el mes de marzo, unos 36 000 cubanos combatían junto a los angolanos para salvar su independencia. Hasta que el 27 de marzo de 1976, los últimos militares sudafricanos trascendían el río Cunene y se internaban en territorio de Namibia, país entonces dominado por el régimen del apartheid. Sudáfrica había claudicado.
La guerra parecía haber llegado a su fin. Cuba, de acuerdo con el gobierno angolano, se trazó el propósito de permanecer un tiempo más en ese país, con el objetivo de ayudar a consolidar la independencia y preparar las fuerzas angolanas encargadas de hacerlo. Pero las potencias agresoras no se dieron por vencidas y reorganizaron la lucha que costó largos años de sacrificio altruista. Vendrían nuevas epopeyas gloriosas, entre éstas la decisiva de Cuito Cuanavale. Sudáfrica otra vez derrotada, la independencia de Angola había sido preservada, la de Namibia se había alcanzado, y el apartheid quedaba definitivamente
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