Dolor, esperanza y decisión del campesino
El próximo 17 de mayo, se cumplirán 60 años de la firma
de la Ley de Reforma Agraria cubana, acontecimiento que tuvo como escenario La Plata, en la Sierra
Maestra. Allí, donde mismo había establecido la Comandancia del Ejército
Rebelde, Fidel firmaba ahora la
redención de nuestro campesinado.
Tengo a manos un pequeño libro de poesía titulado Raúl Ferrer Décima y Romance. Socialista. Poeta,
maestro, revolucionario antes y después del triunfo del 1ro, de enero de 1959,
Hasta su muerte. Pero tuvo la dicha de ver convertidos en realidad sus sueños.
En 1958, escribió Punto
para el camino real. Allí denunció el drama campesino cubano.
La
tierra es mi compañera/ desde mucho antes que Yara/ Ay, qué cosecha tan cara-
para el que siembra y espera. Qué
batirme con la fiera/ poniendo el alma en la mano; / primero el león hispano/ y ahora el águila
sombría/ que en garras de su jauría/ puso loma, monte y llano.
Pero junto al lamento, la esperanza.
Salí
del hato y la hacienda/ soy un cuje de
veguero/ curado a ciclón y cuero/ y al
hambre tras la molienda. Sin tierra,
pero sin venda/ de carreta ni de
arado/ voy a morir enyugado/ porque los
de mi destino/ van a salir al camino/ ¡a romper ese pasado!
Habla sobre quienes se necesita para el tránsito
esperado. Eran, realmente, los guerrilleros que ya estaban en las montañas, con
Fidel al frente. En ellos confía.
Necesito
para el viaje/ por este camino real/ gente que sienta mi mal/ como escollo y
como ultraje. Gente que mire al paisaje/
como su tierra perdida / gente fuerte y
convencida/ de que hay que tumbar la cerca/ porque la aurora se acerca/ ¡Y hay que buscar
la salida!
Pero sabe que todavía falta camino por andar para su
redención.
Y si
hace falta una lira / para anunciar esta
hazaña/ de rescatar de la caña/ la noble sangre
guajira. Que no cante esa mentira/ del
palmar de mi bohío/ de mi bandurria y mi río/
mi tabaco y mi café/ que eso todo
lo tendré/ ¡pero todavía no es mío!
Hasta que llegó el anhelado día. Y los campesinos cubanos fueron dueños de todo
lo que le habían usurpado. Pero la lucha no había terminado. El águila
seguía empeñada en volver. Así, en 1962,
con el inextinguible humor cubano, escribe.
El
gallo viejo del norte/ nunca fue buen peleador/
fue siempre un abusador/ con su
serrallo y su corte. Dicen que no hay quien soporte/ bajo su espuela canalla/
pero si quiere metralla/ que venga a probar el tiro/ de mi gallito guajiro/ ¡que canta alegre en la valla!
Aunque
no encuentra los modos/ de picar el canistel/ quiere asustar a Fidel/ y a Fidel
apuestan todos. Gritan hasta por los codos. ¡Tomamos la siguaraya! Pero si quieren metralla/ vengan a probar el
tiro/ de este gallito guajiro/ ¡qué
escarba alegre en la valla!
Este mensaje, debían conocerlo muy bien las actuales
águilas del imperio yanqui.
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