.Orlando Guevara Núñez
Santiago de Cuba tiene
ganado un lugar muy honroso en el corazón del Comandante en Jefe Fidel Castro.
En múltiples ocasiones, antes y después del triunfo revolucionario, el máximo
dirigente de la Revolución cubana ha expresado sus sentimientos de admiración y
cariño hacia esta ciudad.
Luego del asalto al Cuartel
Moncada, los personeros de la dictadura batistiana difundieron la infamia de
que Santiago de Cuba no había apoyado esa acción. Fidel, en su alegato de
autodefensa La historia me absolverá, el 16 de octubre de 1953, afirmaría
desbaratando esa mentira:
“Santiago
de Cuba creyó que era una lucha entre soldados, y no tuvo conocimiento de lo
que ocurría hasta muchas horas después. ¿Quién duda del valor, el civismo y el
coraje sin límites del rebelde y patriótico pueblo de Santiago de Cuba? Si el
Moncada hubiera caído en nuestras manos, ¡hasta las mujeres de Santiago de Cuba
habrían empuñado las armas! ¡Muchos fusiles se los cargaron a los combatientes
las enfermeras del Hospital Civil! Ellas también pelearon. Eso no lo
olvidaremos jamás!”
Ya a las puertas del triunfo
revolucionario del 1ro. de enero de 1959, el Comandante en Jefe se dirigió al
pueblo santiaguero, desde la ciudad de Palma Soriano.
(…) “Santiago de Cuba: Aún no
eres libre. Ahí están todavía en tus calles los
que
te han oprimido durante siete años, los asesinos de cientos de tus mejores hijos. La guerra no ha terminado porque aún
están armados los asesinos”.
“Santiago
de Cuba: serás libre, porque tú lo mereces más que ninguna, porque es indigno
que por tus calles se paseen todavía los defensores de la tiranía”.
“Santiago
de Cuba: necesitamos tu apoyo. Desde hoy a las 3 de la tarde la ciudad debe
estar totalmente paralizada. Todo el mundo debe abandonar su trabajo en
solidaridad con los combatientes que van a liberarla.” (…)
El
mismo día de la victoria, desde el balcón del Ayuntamiento, frente al Parque
Céspedes, Fidel expresaría estas palabras que entrañaban un reconocimiento a la ciudad heroica.
(…)”Además, yo iba a
estar en la capital de la República, o sea, en la nueva capital de la República,
porque Santiago de Cuba será, de acuerdo con el deseo del presidente
provisional, de acuerdo con el deseo del Ejército Rebelde y de acuerdo con el
deseo del pueblo de Santiago de Cuba, que bien se lo merece, la capital.
¡Santiago de Cuba será la capital provisional de la República!” (…) “Cuando hacemos a Santiago de
Cuba capital provisional de la República sabemos por qué lo hacemos. No
se trata de halagar demagógicamente a una localidad determinada, se trata,
sencillamente, de que Santiago ha sido el baluarte más firme de la Revolución”.
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“La
Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución
será una empresa dura y llena de peligros, sobre todo, en esta etapa inicial, y en qué mejor lugar
para establecer el Gobierno de la República que en esta fortaleza de la
Revolución; para que se sepa que este va a ser un gobierno sólidamente
respaldado por el pueblo en la ciudad heroica y en las estribaciones de la Sierra
Maestra, porque Santiago está en la Sierra Maestra! En Santiago de Cuba y en la
Sierra Maestra tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas!”
En el mismo discurso donde se proclamó
la victoria, Fidel elogió al pueblo de Santiago de Cuba por su disciplina en
esos trascendentales momentos. (…) “¡Qué
orden y qué civismo! ¡Qué disciplina demostrada por el pueblo! Ni
un solo caso de saqueo, ni un solo caso de venganza personal, ni un solo hombre
arrastrado por las calles, ni un incendio. Ha sido admirable y ejemplar
el comportamiento de Santiago de Cuba, a pesar de dos cosas: a pesar de
que esta había sido la ciudad más sufrida y que más había padecido el terror,
por lo tanto, la que más derecho tenía a estar indignada”. (…)
“Santiago de Cuba se comportó ejemplarmente
bien, y creo que será este caso de Santiago de Cuba un motivo de orgullo para
el pueblo, para los revolucionarios y para los militares de la Plaza de
Santiago de Cuba”.
Ese enero de 1959, el día 12, Fidel
regresó a Santiago de Cuba y, en Trocha,
ante el público allí congregado, argumentó, a quienes le señalaban su amor por esta región
oriental.
“En primer lugar, porque soy
oriental; en segundo lugar, porque aquí se inició la lucha revolucionaria en el
cuartel Moncada; en tercer lugar, porque de niño caminé por estas calles y
estudié aquí en Santiago y viví aquí en Santiago; porque cuando el machadato yo
tenía 5 ó 6 años y vivía en una casita muy humilde de una maestra a donde me
habían mandado, y ahí viví dos o tres
años y sentí las bombas y viví todo eso. Y he vivido el dolor y he vivido
el sentimiento y he vivido la tradición y he vivido la historia de
Santiago” (…)
(…)” Un especial
sentimiento me invade cuando estoy aquí; una especial emoción me invade cuando
estoy aquí entre los santiagueros. .Me voy de Oriente como siempre me he
marchado de Oriente: ¡con más fe, con más
entusiasmo! Me voy de Oriente llevándome todo lo que me he llevado
siempre de Oriente: ¡el espíritu de lucha, la
rebeldía, la energía, la fuerza! Me voy de Oriente llevándome lo que
siempre vendré a buscar a Oriente, cuando esté triste, cuando esté desanimado
—si es que algún día pueda estarlo—, cuando quiera buscar fuerza, vendré a
Oriente a buscarla”
El 30 de julio de 1959, en
el segundo aniversario de la caída de Frank País, Fidel habló en el Instituto
de Santiago de Cuba:
“Quiso
el Gobierno Revolucionario instituir el día de hoy como el Día de los Mártires
de la Revolución Cubana, es decir, en recuerdo de todos los caídos. Y escogió
esta fecha del 30 de julio, porque ha sido este mes y ha sido especialmente
este día como un día símbolo de los sacrificios que hizo nuestro pueblo por
conquistar su libertad”.
“Aquí, en estas calles de Santiago de Cuba, cayeron los
primeros combatientes revolucionarios. En estas calles de Santiago de Cuba se
perpetraron los primeros actos de salvaje represión contra los revolucionarios
y contra la población civil. En este cementerio de Santiago de Cuba y en los
alrededores de Santiago de Cuba, fueron sepultados los hombres que constituyeron
la primera legión de mártires combatiendo contra la tiranía “.
“Por eso es lógico que el 30 de julio se venga a
conmemorar a Santiago de Cuba y que los 30 de julio se conmemoren
principalmente en Santiago de Cuba, porque el Día de los Mártires es también el
día de la ciudad mártir de Cuba; de la ciudad que a lo largo de la historia,
desde la lucha por la independencia, ha demostrado la más extraordinaria dote
de patriotismo, la ciudad entusiasta, la ciudad que ha estado a la cabeza,
junto con las demás ciudades de la provincia. Porque es justo que hablemos
también de la provincia, porque esta provincia ha estado a la cabeza del
patriotismo, esta provincia ha estado a la cabeza del civismo y esta provincia
ha estado siempre a la cabeza del sacrificio”.
“Ahí, en ese cementerio glorioso de Santiago de Cuba,
yacen los restos de nuestro apóstol Martí,
con los restos de los revolucionarios de todas las generaciones que en número
tan elevado se han sacrificado por la patria “[…)
“Por eso —repito— es día de meditación, porque aquí
tenemos que venir todos los años a recordar a los muertos de la Revolución;
pero tiene que ser como un examen de la conciencia y de la conducta de cada uno
de nosotros, tiene que ser como un recuento de lo que se ha hecho, porque la antorcha
moral, la llama de pureza que encendió nuestra Revolución, hay que mantenerla
viva, hay que mantenerla limpia, hay que mantenerla encendida, puesto que no
podemos permitir que se vuelva a apagar jamás la llama de las virtudes morales
de nuestro pueblo”.
“Hay
que venir aquí todos los años a avivar y a atizar esa llama moral. Hay que
venir todos los años a hablar claro. Hay que venir todos los años a reprochar
cualquier desviación revolucionaria. Hay que venir todos los años a reprochar
cualquier adormecimiento del espíritu revolucionario no solo en el pueblo sino
de todos los hombres que estén al frente de la Revolución. Porque si algo no
queremos —y bueno es decirlo aquí, en este aniversario de la muerte de Frank
País y de Daniel, símbolo de toda la generación que se sacrificó—, bueno es
decir aquí que lo que no queremos es que nadie pueda decir el día de mañana que
nuestro pueblo se ha olvidado de sus muertos”.
El 30 de noviembre de 1959,
en un acto popular de respaldo a la
Revolución, en la Avenida de Garzón, expresaría el Comandante en Jefe:
“¿Qué hacen unas cuantas
familias de ricachones y de latifundistas tratando de presentar a Santiago de
Cuba, nada menos que la ciudad revolucionaria y heroica de Santiago de Cuba, la
ciudad del 26 de Julio, la ciudad del 30 de Noviembre, la ciudad heroica que en
mayor proporción dio mártires a la patria, la ciudad rebelde, la ciudad cívica,
la ciudad donde nosotros hemos escrito las páginas más sentidas de nuestras
vidas, los actos más generosos e idealistas de nuestras vidas; qué hacen unos
cuantos ricachones hipócritas y egoístas, intolerantes e incapaces de acabar de
comprender toda la justicia de la Revolución, tratando de presentar esta ciudad
heroica de Santiago de Cuba como descontenta con el Gobierno Revolucionario? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Yo espero que a unos cuantos reaccionarios
intrigantes no se les ocurra negar que aquí está el
pueblo de Santiago de Cuba y con el pueblo de Santiago de Cuba, los guajiros de
la provincia de Oriente”.
“Consciente
pues del papel que nos ha correspondido desempeñar en nuestra patria,
consciente pues del deber en que estamos de llevar adelante una revolución
justiciera, una revolución que redima al hombre de la miseria, de la incultura,
de la humillación, del abuso y de la injusticia; consciente de la gran época
histórica que está viviendo nuestra patria, aquí, frente a mis orientales, a mi
pueblo de Oriente, a la provincia donde luché, a la provincia donde vinimos una
madrugada y con un grupo de hombres intentamos derrocar al tirano, a la
provincia donde desembarqué el 2 de diciembre de 1956 cumpliendo la promesa de
ser libres o ser mártires ; en las montañas donde libramos una guerra de 25
meses; en los llanos que nuestras fuerzas conquistaron luchando a brazo partido
contra un enemigo superior; en el Oriente donde se empezó la guerra; en el
Oriente donde se libraron las últimas batallas de la guerra; en el Oriente
donde surgió la chispa; en el Oriente donde sigue encendida la chispa —que ya
no es chispa sino llamarada inapagable—; en el Oriente de los Maceo, de los
Rabí, de los Calixto García y de toda aquella legión inolvidable de héroes; en
el Oriente donde empezó la guerra emancipadora; en el Oriente donde empezó la
guerra libertadora, la última guerra libertadora, la que nos dio al fin la
libertad; en este Oriente donde dije un día —cuando tal vez nadie sospechaba lo
que iba a ocurrir en nuestra patria— que, si alguna vez aquel ejército se
apoderaba del poder por la fuerza para oprimir al pueblo, cambiaríamos nuestras
escobas por nuestros fusiles para librar a la patria definitivamente; en el
Oriente donde hice y cumplí siempre mis promesas; en el Oriente en quien confío
ciegamente; en el Oriente donde he vivido desde mi infancia los momentos más
emocionantes de mi vida; en el Oriente donde siempre he tenido la inspiración
de los ideales más sinceros y más profundos; en el Oriente donde surgieron y se
hicieron realidad nuestros sueños; en nuestro Oriente, en el Oriente que nunca
olvidaremos, en el Oriente por el cual seguiremos luchando siempre con
redoblado cariño; en el Oriente que crecerá parejo con la Cuba de todos; en el
Oriente que verá la justicia junto con todas las demás provincias de mi patria,
aquí, en este lugar querido, ratifico mi fe en el destino de la patria,
ratifico la promesa de que la Revolución seguirá adelante, ¡ratifico la promesa
de vencer o morir! ¡Ratifico la fe en mi
patria, ratifico la fe en mi pueblo y, sobre todo, en los hombres humildes de
mi pueblo!”
“Y reafirmo mi sentimiento y mi entusiasmo. Y por ese mismo sentimiento de
reconocimiento, por esa misma alegría interna, por esa inmensa satisfacción de
los que —como nosotros— no aspiramos a otra cosa que a la satisfacción de
cumplir con el deber; con esa infinita satisfacción de ver cómo ha respondido
Santiago de Cuba y cómo ha respondido Oriente; y al ver esta prueba de
respaldo, al ver este premio de reconocimiento y de solidaridad, al ver este
recuerdo devoto por los gloriosos caídos, al ver este reconocimiento de nuestro
pueblo hacia sus mártires, al ver este entusiasmo y al ver este respaldo, solo
me resta expresar una palabra, una palabra para los orientales, que es la misma
palabra que yo he escuchado muchas veces de boca del pueblo: ¡Gracias,
santiagueros! ¡Gracias, orientales!”
La noche del 2 de noviembre
de 1976, Santiago de Cuba fue escenario
de un hecho histórico: la elección del Comandante en Jefe Fidel Castro como
Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular por este territorio.
Con palabras muy emotivas, ante los delegados que lo eligieron, el máximo
líder cubano relató impresiones suyas acerca “Del Santiago heroico,
desde la época del 68, del Santiago revolucionario, del Santiago siempre
rebelde, del Santiago que fue cuna de estirpes como la de los Maceo. Del Santiago en cuya tierra
descansan los restos de Martí, del Santiago del 26 de julio, del 30 de
noviembre, del 1ro. de enero”
Y un sentimiento personal
sobre esta ciudad afloró en Fidel: “Para
nosotros, Santiago significa mucho. Personalmente, la primera ciudad que vi en
mi vida fue Santiago, todavía me
recuerdo, no sé si tenía cuatro o cinco años.
“Santiago está vinculado
estrechamente a nuestra vida revolucionaria. Primeramente por una especie de
intuición política: siempre me pareció muy cívica, muy combativa, muy heroica.
Después, cuando estudié la historia de Cuba, adquirí conciencia plena de lo que
valía esta región del país y esta ciudad, y fue por ello, cuando los amargos y
tristes días que siguieron al golpe de estado de 1952, que nosotros tuvimos la
convicción de que si existía un escenario adecuado para iniciar la lucha revolucionaria, ese escenario era Santiago de
Cuba, y la historia lo confirmó en el apoyo al movimiento revolucionario de
esta ciudad, aún en aquellos días en que el triunfo parecía tan distante”.
El 7
de noviembre de 1976, en La Demajagua,
de la recién creada provincia de Granma,
refiriéndose a la nueva división
político administrativa que transformaba a Oriente en cinco provincias,
expresaría el Comandante en jefe: “Santiago es la cuna gloriosa de la
Revolución, y seguirá siendo la capital moral de la antigua región de Oriente,
y también capital moral de la Revolución (…)
En disímiles ocasiones, Fidel ha expresado
palabras de reconocimiento a este pedazo de tierra oriental y cubana. Pero uno
de los momentos más especiales que mostró su devoción hacia esta ciudad, fue el
1ro. de enero de 1984, en el mismo lugar donde dos décadas y
media atrás había proclamado el triunfo de la Revolución.
¡Santiago de Cuba, hemos vuelto ante ti al cumplirse el 25
aniversario con una Revolución hecha
realidad y todas las promesas cumplidas!
¡A
ti te otorgamos hoy el título de Héroe de la República de Cuba y la Orden
"Antonio Maceo", aquel insigne hijo tuyo que nos enseñó que jamás un
combatiente cesa en su lucha, que jamás puede haber pactos indignos con el
enemigo, que jamás nadie podrá intentar apoderarse de Cuba sin perecer en la
contienda!
“Tú
nos acompañaste en los días más difíciles, aquí tuvimos nuestro Moncada,
nuestro 30 de Noviembre, nuestro Primero de Enero. A ti te honramos
especialmente hoy, y contigo a todo nuestro pueblo, que esta noche se simboliza
en ti. ¡Que siempre sean ejemplo de todos los cubanos tu heroísmo, tu
patriotismo y tu espíritu revolucionario! ¡Que siempre sea la consigna heroica
de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos: ¡Patria o Muerte! ¡Que siempre nos espere lo que aquí conocimos
aquel glorioso Primero de Enero: la victoria!
¡Gracias, Santiago!
Recuerdo
ese momento colmado de emoción y patriotismo. El Parque Céspedes estaba repleto
de pueblo. Un pueblo disciplinado y revolucionario como el de 25 años atrás. Un
pueblo que al ¡Patria o Muerte! de su eterno jefe, respondió con un fuerte
¡Venceremos! y cuando el ¡Gracias, Santiago! penetró en lo más profundo del corazón del pueblo
salió transformado y multiplicado en miles de gargantas: ¡Gracias, Fidel!
Santiago
de Cuba en el corazón de Fidel. Fidel en el corazón de Santiago de Cuba. Así ha
sido hasta hoy. Siempre seguirá siendo así.
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