Del discurso de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en el discurso clausura del 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado del 16 al 19 de abril de 2021.
Fragmentos
Nadie con un mínimo de honestidad y con datos económicos que son de dominio público puede desconocer que ese cerco constituye el principal obstáculo para el desarrollo de nuestro país y para avanzar en la búsqueda de la prosperidad y el bienestar. Al ratificar esta verdad, no se intenta ocultar las insuficiencias de nuestra propia realidad, sobre lo que hemos abundado bastante. Se trata de responder a los que con cinismo difunden la idea de que el bloqueo no existe.
El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos a Cuba por más de 60 años, arreciado oportunista y vilmente en los periodos de mayor crisis de las últimas tres décadas, para que el hambre y la miseria provoquen un estallido social que socave la legitimidad de la Revolución, es la más larga afrenta sostenida en el tiempo, contra los derechos humanos de un pueblo y constituye, por sus efectos, un crimen de lesa humanidad.
Hay que decirlo una y otra vez sin temor a repetirnos. Primero deben cansarse ellos de tan largo como inútil crimen. Nuestro reclamo a que se le ponga fin es y será sin tregua, en lucha incesante mientras permanezca vigente esa política despiadada y genocida. Sabemos que contamos con el apoyo de la comunidad internacional, ratificado en innumerables ocasiones, y de gran parte de los cubanos en el exterior.
Hasta el día de hoy permanecen en vigor las 242 medidas de agresión impulsadas por el gobierno de Donald Trump, a las que se suman las acciones resultantes de la reinclusión de Cuba en la espuria y arbitraria lista del Departamento de Estado sobre países que supuestamente patrocinan el terrorismo. Ningún funcionario estadounidense y ningún político de ese u otro país puede afirmar sin faltar a la verdad que Cuba patrocina el terrorismo.
Somos un país víctima del terrorismo, organizado, financiado y ejecutado en la mayoría de los casos desde los Estados Unidos.
Continúan las campañas de subversión e intoxicación ideológica promovidas por agencias y entidades de los Estados Unidos, dirigidas a desprestigiar a Cuba, a calumniar la Revolución, a tratar de confundir al pueblo, a fomentar el desánimo, la desidia, la inconformidad, exacerbando las contradicciones internas. Están concebidas para aprovecharse de la escasez material incuestionable, de las dificultades que enfrenta nuestra población, como consecuencia del efecto combinado de la crisis económica global, la pandemia de la COVID-19 y del reforzamiento del bloqueo económico.
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