DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL PARTIDO UNIDO DE LA REVOLUCION SOCIALISTA DE CUBA y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN EL ACTO CELEBRADO EN LA ESCALINATA DE LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA HONRANDO A LOS MARTIRES DEL 13 DE MARZO, EL 13 DE MARZO DE 1965.
Fragmentos
Por el camino se han juntado todos los hombres dignos de esta tierra, en la larga lucha han muerto muchos hombres dignos de esta tierra. Los primeros no eran marxista-leninistas. Carlos Manuel de Céspedes no lo era, Martí no lo era, porque en la época en que vivió y en las condiciones históricas en que se desenvolvió su magnífica lucha no podía serIo. ¡Nosotros entonces habríamos sido como ellos, ellos hoy habrían sido como nosotros! (APLAUSOS), porque lo que determinó en cada época fue el espíritu revolucionario de nuestro pueblo, la tarea en cada momento de nuestro pueblo. Y lo que puede decirse es que, desde entonces hasta hoy, largo ha sido el camino, larga ha sido la evolución de nuestro pensamiento revolucionario, porque a principios de la segunda mitad del pasado siglo no eran en nuestra patria las tareas de la revolución proletaria las que estaban planteadas: la lucha por la independencia contra el poder colonial español.
Y surgimos a la vida a esa independencia cuando, por otra parte, surgía un poder mucho mayor y más temible: el imperialismo yanki. La lucha contra ese poder se convirtió en la gran tarea histórica de nuestro pueblo, se convirtió en la gran tarea de nuestro pueblo en este siglo alcanzar la independencia frente a ese poder, resistir sus agresiones, y mantener enhiesta la bandera de la revolución; se convirtió en la gran tarea de nuestro pueblo, coincidiendo con tareas similares de otros pueblos en este mismo continente y en Africa y en Asia y en Oceanía, y dondequiera que los pueblos luchan, cada vez más decididamente, contra el colonialismo y contra el imperialismo.
Ha sido un solo camino, ha sido una sola línea revolucionaria siempre. Por ese camino, por esa línea, han transitado muchos héroes, muchos patriotas, muchos mártires. Y los que han llevado adelante esa bandera, los que han seguido esa línea, representan la voluntad de todos, están obligados no solo con las generaciones presentes y futuras, sino también con las generaciones pasadas que lucharon.
Y así, un día como hoy, cuando recordamos a los que han muerto, pensamos que solo hay un sentido, solo hay, en esencia, una idea absolutamente consoladora, absolutamente compensadora, y es que los hombres que han caído, los hombres que han muerto, no han muerto en vano.
Otras veces, en otras épocas, desde esta misma escalinata, se evocaba el recuerdo de los muertos pero con tristeza, con dolor, con desesperación, bajo la insoportable idea de que aun aquellos sacrificios no habían fructificado. Cuando en una época como esta, en circunstancias como estas, un día como hoy, recordamos a aquellos compañeros, simbolizados todos en el nombre de José Antonio Echevarría, tenemos con nosotros la consoladora idea, la tranquilidad y la satisfacción de que su sacrificio no fue vano. Y que en el progreso de nuestra Revolución, en la marcha ascendente de nuestro pueblo en el camino de la historia, en el camino del pensamiento revolucionario, en el camino de la extraordinaria evolución de nuestras ideas, toman cuerpo y alma los hombres que lucharon por esto, los hombres que se sacrificaron para esto.
Y ustedes, los jóvenes de hoy, han de sentirse como los seguidores de aquellos hombres, como los abanderados de aquellos hombres, los que han tomado su estandarte, los que siguen avanzando, los que siguen marchando hacia adelante por el camino ascendente de nuestro pueblo, por la historia gloriosa de nuestra patria.
Ustedes son las nuevas oleadas revolucionarias, ¡y estamos seguros de que sabrán serias, y que serán dignos abanderados de José Antonio Echevarría y sus compañeros!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
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