:Orlando Guevara Núñez
Los enemigos de la Revolución cubana, admitiendo su fracaso para destruirla por la vía del bloqueo, de las armas, de los sabotajes y de todo tipo de métodos criminales, están llevando esa sucia guerra al plano de las redes sociales, del pago a mercenarios y el empecinamiento en una guerra económica que su propio presidente ha reconocido ineficaz, pero no vacila en mantenerla.
Incapaces de interpretar el proceso revolucionario cubano, piensan que con fórmulas de laboratorio van a cambiar la mente de este pueblo. ¿Van a cambiar la mente de los campesinos que de explotados pasaron a ser dueños de sus tierras, que fueron liberados de la miseria, que sus hijos pueden estudiar gratuitamente lo que quieran, que son enteramente libres, que están organizados y dispuestos a defender sus conquistas, para lo cual cuentan con los fusiles para hacerlo?
¿Podrán convencer a los obreros de que sus fábricas sean privatizadas, sus derechos suprimidos, que regrese el desempleo, que los monopolios vuelvan a saquear las riquezas del país y que ellos vuelvan a la miseria?
¿Podrían, acaso, convencer a los estudiantes de que sea cambiado un sistema de educación gratuito para todos y que les garantiza el empleo una vez graduados?
A quienes hablan de libertad de opinión, valdría preguntarles si conocen en el mundo a un pueblo con una mayor a la cubana. Y no solo el derecho a opinar, sino la obligación de ser atendidos. Y no solo el derecho a ser opinantes, sino, sobre todo, de ser decisores de las principales leyes del país.
Un solo ejemplo bastaría: El proyecto de nueva Constitución, fue discutido por todo el pueblo. Se analizaron miles de propuestas de cambios, supresión y adiciones. Y ese proyecto fue modificado en un 60 por ciento, siendo el texto final aprobado por más del 87 por ciento de los votantes. Si existe un ejemplo igual, que lo diga y defienda quien lo conozca.
El pago a mercenarios internos y externos está siendo un método aplicado, con la desventaja que pretenden convertir en líderes a delincuentes y personas que no cuentan con el más mínimo prestigio entre un pueblo cuyos verdaderos líderes surgen de entre las masas por sus cualidades, su patriotismo y su fidelidad a los principios de la Revolución.
Con tales patrañas, el imperio podrá comprar apátridas, incluso engañar a algunos incautos; pero el pueblo cubano no se dejará nunca confundir. Los cubanos, como lo expresó nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro: “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero su hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie”.
En conclusión: ni con guerra blanda ni con guerra dura, fría o caliente, podrán derrotar a esta Revolución.
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